Todo tiene que ver con el sexo, salvo el sexo, que tiene que ver con el poder. El gran problema del hombre de hoy es que le gusta demasiado el sexo. No se trata de reeducar al macho, como pretende el feminismo, o de desmontar el patriarcado. Se trata de que el hombre evolucione y piense en otras cosas. Se trata de subir un peldaño. Es poco elaborado que a estas alturas todavía te guste tanto la gallina. Te hemos dado los parques de atracciones, la alta cocina, los hoteles de Jacques García. Te hemos dado las películas de gángsters, la serie sobre la Reina, el Madrid eliminando al City como en un eterno retorno contra la cursilería, la revista Forbes, Jondal en Ibiza.
Pero no ha habido manera y fíjate que en todas las tramas hay al final una mujer que lentamente se desnuda y ahí empieza el drama. Caen gobiernos, empresas, familias. Todo cae y recae en el afán atávico y el hombre de hoy se parece demasiado al que habitaba en la cueva.
No es un problema de derecha o de izquierda, de Putin o Trump. Es un problema de que aún el poder no está en la cumbre de nuestras mentes y de nuestros corazones y que ahí sólo está el sexo. El mismo sexo, la misma pulsión de siempre. La misma vulgaridad. Ese mismo arriesgarlo todo para estar contigo. Éste es el gran atraso del hombre. No existe todavía el hombre moderno. Subterfugios como el porno tampoco han servido. Es un drama.
Podemos hacer leyes anticorrupción, meter a cargos públicos en la cárcel, simplificar la administración pero mientras el hombre no dé un paso, mientras el hombre continúe en sus tinieblas, siempre habrá al final del camino una mariscada y una bañera con putas, que viene a ser -han de creerme- lo mismo.
Mientras esperamos este gran cambio, que tardará en llegar porque no estamos aún ni en el camino, por lo menos los presidentes a la hora de elegir a sus colaboradores tendrían que procurar que tuvieran las vanidades cubiertas. Es imposible medir al centímetro conceptos tan vaporosos, pero desde luego algunos personajes se ve a la legua que continúan estando nerviosos y que aprovecharán cualquier vía de escape o tentación para dar curso a su inquietud de la manera más esquemática.
Todavía el sexo os gusta demasiado para estar a la altura de aspiraciones más importantes. Vivís demasiado cerca de los fluidos para resistir el tirón de asuntos verdaderamente significativos que cambian el mundo. Todo decae porque continuáis siendo seres caídos pese a lo que nos hemos esforzado por construiros, por elvaros. Mira las últimas crisis que han destrozado a líderes que parecían invencibles. Míralas a contraluz y verás al fondo como alguien se desnuda.