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La Costa Brava, un refugio de paz y buen comer

Un recorrido por los mejores lugares donde perderse entre viñedos, playas y excelentes alojamientos en el Alto de Ampurdán.

Celler Perelada. Foto: PTCBG

Las montañas caen sobre el mar y el viento de levante acaricia el alto de Ampurdán. La zona, que parece sacada de un cuento medieval entre la Costa Brava y el Pirineo de Gerona, tiene 6.000 kilómetros cuadrados entre los que se esconden volcanes, pequeños pueblos de piedra, calas de pescadores que producen su propio vino submarino, rutas de montañas y restaurantes con una gran oferta gastronómica.

La comarca concentra 11 estrellas Michelin. Todo esto la convierte en el lugar ideal para descansar y hacer una ruta de turismo gastrowellness.

En el recorrido se apuesta por la autenticidad y la exclusividad por encima del lujo. Un lugar ideal para empezarlo es Girona, su capital, una ciudad medieval que se ha vuelto la cuna del ciclismo. En el último año, han abierto más de 40 tiendas especializadas en bicicletas en el centro de la ciudad. Es fácil encontrarse con decenas de estos profesionales de los pedales entre las calles de piedra del lugar.

A unos 15 minutos se encuentra Esperit Roca, el recién inaugurado hotel y restaurante de los hermanos Roca, que se encuentra en una antigua fortaleza militar. Si no se dispone de poco tiempo o dinero, en la plaza del Ayuntamiento de Girona los hermanos acaban de abrir además un local de vinos llamado VII ideal para probar su oferta gastronómica.

Después de hacer una visita guiada para aprender sobre la historia del lugar, un emplazamiento estratégico para los romanos, si lo que se busca es desconectar, el lugar ideal es ir a remojarse y tomar un masaje en Aqva gerunda, un antiguo balneario romano que conserva las tradiciones ancestrales y su arquitectura.

A una hora en coche se puede visitar otro de los pueblos con más encanto de la zona, Pals, una antigua fortaleza militar que ha sido muy bien conservada. El pueblo tiene antiguas fachadas que datan de 1675, y es ideal para perderse entre sus calles, comerse un helado y tomarse fotos desde su torre. Se recomienda probar el licor tradicional de la zona, llamado ratafía y fabricado a partir de nueces.

A las afueras del pueblo se encuentra Mas Casagran, un mini resort con cinco habitaciones ideal para toda la familia. El lugar cuenta con canchas de pádel, piscinas y unas vistas espectaculares al amanecer. La casa dispone de chef privado. Se recomienda cenar el menú degustación de Casa Mar, que cuenta con un sol Repsol y vistas privilegiadas al mar.

Una experiencia sin duda inolvidable para hacer en la visita por la Costa Brava es conocer la finca Mas Flaquer, propiedad de Eduardo Collado y un lugar donde se pueden oler flores silvestres y capturar la esencia del Ampurdán en una botella de perfume como lo hacen ellos con su marca de perfume Brava Nariz. La experiencia concluye con una comida gastrobotánica a cargo de la chef Yolanda Bustos. “Cocinar con flores significa mucho más que añadir sabor o propiedades a las recetas. Las flores contienen nutrientes que alimentan el alma, proporcionan bienestar, mejoran el sentido del humor y convierten cualquier receta en un festín para los sentidos”, explica Bustos durante la comida.

No se puede estar en la Costa Brava y no alojarse frente al mar. Recomendamos parar uno o dos días en Cala Joncols, un pequeño hotel resort familiar en donde cuentan con una oferta gastronómica hecha con productos de proximidad. En el lugar también se puede hacer una cata de vinos submarinos y disfrutar de los mejores atardeceres en la playa. A la cala solo se puede llegar por mar o por una carretera de arena.

Muy cerca, se encuentra el mítico restaurante ElBulli1846, que ahora es un museo gastronómico donde se puede conocer la historia del que fue el mejor restaurante del mundo por cinco años de Ferran Adriá. El lugar cuenta con visitas guiadas muy recomendables para amantes de la gastronomía y su historia.

“Estás a punto de entrar en el lugar que cambió el paradigma de la gastronomía. En 25 años, 200.000 personas vivieron la experiencia en una de sus mesas, convirtiéndose en embajadores de elBullirestaurante. Todos sembraron el espíritu bulliniano alrededor de todo el mundo”, reza un cartel en la entrada del lugar.

El museo se encuentra en el Parque Natural del Cap de Creus, que se puede recorrer en un pequeño tren llamado el Roses Express. Allí, se recomienda dormir en el Hotel Mas Lazuli, un sitio paradisiaco entre olivas y viñedos donde se puede además comprar alguno de los vinos y aceites que ellos mismos fabrican.

Por otra parte, si de vino se trata, se recomienda pasar por la Peralada para conocer sus bodegas y hacer una cata de sus mejores vinos. Desde allí se puede coger el tren de vuelta a Figueras.