Arraigada en la tradición vitícola del Penedès desde el siglo XVI, la Familia Torres fundó su bodega en Vilafranca del Penedès hace más de 150 años. Así y desde en 1870, cada generación ha transmitido la pasión por la cultura del vino desde el respeto por la tierra y la tradición y la apuesta por la innovación. Hoy, con la quinta generación focalizada en la elaboración de vinos de viñedos singulares y fincas históricas, además de especializada en la viticultura regenerativa y en la recuperación de variedades ancestrales para adaptarse al cambio climático, la bodega continúa reduciendo su huella de carbono con el objetivo de alcanzar las cero emisiones netas en 2040.
Como elaboradores de grandes vinos, Familia Torres comparte su legado vitivinícola con la presentación del proyecto Familia Torres Colección Privada como novedad esta temporada; una extraordinaria selección de añadas antiguas que tiene como objetivo poner de relieve el potencial de envejecimiento de los grandes vinos de la bodega. Así, cada año Familia Torres lanzará un número limitado de botellas excepcionales, con un envejecimiento de un mínimo de 10 años, que han descansado en la reserva privada de la familia y han sido seleccionadas meticulosamente para mostrar la complejidad que solo los años de evolución son capaces de infundir en los vinos.
Familia Torres Colección Privada se dirige especialmente a clientes privados, coleccionistas y restauradores de prestigio. En su primera edición, la colección cuenta con cinco vinos emblemáticos que han marcado la historia de la bodega y nueve añadas diferentes que van desde el 1989 al 2013 en el caso de los vinos más jóvenes.
En concreto, Mas La Plana 1989, el más antiguo de la colección, que muestra una extraordinaria complejidad fruto de sus años de crianza. Además, del vino insignia de la bodega del Penedès, también están disponibles las añadas 2007, 2008, 2009, 2012 y 2013.
Los otros vinos incluidos en la colección son: Grans Muralles (añadas 2004, 2006, 2008, 2010 y 2012) y el chardonnay Milmanda (2012 y 2013), ambos de la Conca de Barberà, y Reserva Real (2012) y el riesling Waltraud (2012), del Penedès.
Todos estos vinos, «expresiones fieles del lugar del que proceden«, según dicen desde la propia bodega, han evolucionado majestuosamente con el tiempo, desarrollando un abanico de sabores y aromas que solo experimentan los vinos con años de evolución en botella. Incluso los vinos de una edad mínima de 10 años ya muestran «su potencial de envejecimiento».
Para certificar la autencididad e integridad de todos estos vinos, cada una de las añadas que componen la Familia Torres Colección Privada se presenta en un elegante estuche de madera de color oscuro, precintado con un sello de lacre y un cintillo, donde se indica la fecha de relanzamiento, como toque distintivo final. En su interior, además, se encuentra información sobre el vino y la añada.
Del mismo modo, todas botellas de esta colección conservan la etiqueta original y se preparan a mano, poniendo especial atención en cada detalle. El riguroso proceso de selección por parte de la familia y del equipo técnico garantiza que solo las mejores añadas se incluyen en esta exclusiva colección y que todas las botellas han sido envejecidas y conservadas en la bodega privada de la familia en condiciones óptimas hasta el momento de su relanzamiento.
Así pues, Familia Torres propone con este proyecto toda una invitación a un viaje por su pasado mientras que deja entrever algunas de las claves para entender cómo podrían evolucionar en un futuro las añadas más jóvenes. En concreto, para Miguel A. Torres (presidente de Familia Torres), «estos vinos son parte de nuestro legado y un testimonio vivo de nuestro compromiso con la excelencia. Es emocionante poder disfrutar ahora de estas añadas a las que augurábamos un gran potencial de envejecimiento y ver que el tiempo nos ha dado la razón. Son vinos de una gran complejidad que han evolucionado de manera excepcional.”
De manera no menos importante, el firme compromiso con la calidad y la excelencia ha permitido a Familia Torres consolidarse como una bodega de prestigio internacional con una fuerte presencia en la alta restauración; elegida en siete ocasiones como la marca de vinos más admirada del mundo por los profesionales del sector, según el ranking anual publicado por Drinks International, la bodega prevé cerrar el ejercicio 2024 con un incremento de las ventas tanto en el mercado nacional como internacional, propiciado en parte por la buena marcha en países clave como Estados Unidos y la excelente acogida de sus últimas novedades de vinos y destilados.
No hay que olvidar que, en 1991, Familia Torres cofundó -junto con Famille Drouhin de la Borgoña-, la asociación Primum Familiae Vini, que hoy integra doce de las familias centenarias elaboradoras de vino más prestigiosas de Europa.
En palabras de Miguel A. Torres: «A pesar de los retos a los que se enfrenta el sector del vino, estamos satisfechos por la confianza que nos depositan nuestros clientes y los reconocimientos que seguimos cosechando gracias a la solidez y prestigio de nuestra marca”.