Su nombre nace del simbolismo y las siglas de las palabras Architecture & Design. “La arquitectura está siempre en continuo cambio y el fuego, en su acción más viva de arder, es su símbolo: Todo cambia, todo se transforma, todo ARDE”, cuentan sus fundadores. Nacido hace tres años de la mano de Zeus Torrecillas y Carlos Paternina, Arde Studio, un equipo joven y dinámico, desarrolla proyectos de arquitectura e interiorismo en el ámbito residencial, pero también hotelero, con un gran enfoque en la personalización y experiencia de usuario.
Afincados en Alicante y presentes en Valencia y Madrid estos emprendedores explican que hay una saturación en ciudades con zonas de lujo como el Barrio de Salamanca en Madrid o Marbella, lo que estaría provocando un aumento de demanda de alto standing en zonas como Jávea, Altea y Alicante. En este sentido, ARDE ha liderado el proyecto de Marsell Villas, levantando más de 2 millones de euros de capital extranjero para el diseño de una colección de doce viviendas de lujo. También trabajan en el Hotel Aurea, ubicado en Onil (Alicante), para permitir a los huéspedes conectar con la naturaleza mediante un entorno diseñado para la relajación y la salud. Sus 21 suites independientes, cada una con 32 m2 y diseño eco-friendly, se elevarán sobre el terreno para reducir el impacto medioambiental. Además, el estudio está volcado en el Hostal San Francisco, en la conocida Calle de las Setas de Alicante, dentro de una serie de propuestas para revitalizar zonas icónicas de la urbe. El objetivo es dotarlo de tecnología de vanguardia e IA.
“LOS EDIFICIOS, COMO LAS PERSONAS, TIENEN QUE ESTAR EN CONTINUO CAMBIO” Zeus Torrecillas y Carlos Paternina el 14 de octubre, frente al objetivo de Forbes.
En materia de sostenibilidad, ARDE Studio también está comprometido con la reactivación del tejido económico local y defiende que haya “una reutilización adaptativa del patrimonio que tenemos”. Sus fundadores abogan por crear “no solo un patrimonio bonito y renovando tecnológicamente a la ciudad, sino con historia. “Los edificios, como las personas, tienen que estar en continuo cambio, adaptándose al porvenir”, concluyen.