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¿A qué tienen miedo las empresas?

Las corporaciones que se plantean incorporar las cadenas de bloques a sus procesos lo hacen con pies de plomo porque temen, según un sondeo de Deloitte, que no les compense afrontar las dificultades que se les presentan cuando tienen que reemplazar un sistema tradicional por otro apoyado en blockchain. No se pueden arriesgar a fallar y que repercuta en un servicio peor para sus clientes. Otro aspecto que les inquieta tiene que ver con la regulación. Esto puede ser especialmente relevante en el caso de las nuevas divisas digitales, tanto si su valor depende de monedas oficiales (por ejemplo, cuando son títulos de deuda contra depósitos en dólares o euros) como si depende del juego entre la oferta y la demanda (como puede ser el caso de bitcoin).

El tercer aspecto que más dolores de cabeza les da a los directivos son las posibles brechas de seguridad. Ningún sistema es infalible y menos cuando tiene que encontrar un equilibrio tan complejo entre seguridad y privacidad. Los ataques informáticos batieron un récord el año pasado con un total de 10.500 millones de incidentes en todo el mundo.

Por fin, la cuarta fuente principal de preocupaciones tiene que ver con la rentabilidad que serán capaces de obtener a cambio de invertir en la implementación de la cadena de bloques en sus estructuras. Nunca se habían enfrentado a algo así y no son capaces de predecir hasta qué punto exprimirán la oportunidad o será la oportunidad la que les exprima a ellos.