Si el pasado sirve de precedente, la candidata electa a la presidencia de Estados Unidos podrá sacar provecho de los resultados en las urnas del próximo 5 de noviembre, independientemente de que termine habitando o no la Casa Blanca.
Desde que Joe Biden anunciara el pasado 21 de julio su retirada, 48 horas hicieron falta para que Nancy Pelosi, miembro de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, apoyara formal y públicamente a Kamala Harris (California, Estados Unidos, 1964), hasta entonces vicepresidenta del gobierno de Biden, como la digna sucesora de su jefe en esta carrera por la presidencia de Estados Unidos. Hasta el propio Biden confirmó su apoyo a su segunda: «Haré todo lo que Kamala necesite». Al poco, tiempo, los Obama se sumaron a los apoyos. Tampoco se demoró el reloj en conseguir el mayor récord de donaciones para financiar su campaña: una cantidad superior a los 100 millones de dólares (92 millones de euros). Una cifra que se sumó a los 96 millones de dólares conseguidos por Biden hasta su marcha. Algo que, según la consultoría progresista MiddleSeat, no se habría visto antes nada parecido en el partido demócrata hasta Harris.
¿A qué se debe el éxito de Kamala?
Además de los donantes multimillonarios muchos de ellos ubicados en Wall Street y Silicon Valley, las donaciones también incluyen cantidades modestas. Sin embargo. el éxito de Harris se debe, en gran medida, a importantes grupos de mujeres donantes que durante décadas han acompañado a la candidata en su carrera, primero como abogada y fiscal del estado de California y luego como política. Conocidas como ‘las donantes de la denominada área de la bahía’, como se conoce a San Francisco, ciudad natal de la electa, estas mujeres crearon una plataforma para impulsar el gran salto de Harris, que, gane o pierda, su imagen como política ya podría quedar en lo más alto. Y es que la importancia de estas mujeres en la vida profesional de Harris es significativa. Todas han avanzado con ella. Incluso cuando la ahora candidata insistía en que Biden estaba capacitado para ser el mejor contrincante de Trump, este grupo de mujeres se movilizó y empezó a trabajar en la campaña de Harris para que su financiación no partiera de cero. Se podría decir que gran parte de los más de 100 millones de dólares que consiguió Harris en menos de 48 horas fueron gracias a ellas.
Wisconsin: la primera parada en positivo de Kamala
Tras la salida de Biden de la contienda, la primera parada de Harris para hacerse con el favor de los ciudadanos fue en Wisconsin, el estado que parecía resistírsele a los demócratas. En pasado, porque tras el paso de la candidata por Milwaukee, el lugar elegido para dar su primer mitin, la política se hizo con el favor de los votantes. Bajo el claim ‘Si luchamos, ganamos’ el principal objetivo de su discurso fue acabar con Trump y su política, para ella, de retroceso, de pasado. Siendo su partido y no el republicano el futuro para el cambio. Ante los presentes, prometió ayudas para una sanidad no tan privatizada, lucha constante para una infancia digna, y una libertad incuestionable para todos los estadounidenses.
“Estas elecciones presentarán una elección clara entre dos visiones diferentes. Donald Trump quiere regresar nuestro país a la época de antes de tener plenas libertades e igualdad de derechos”, pronunció la candidata. “Creo en un futuro que fortalezca nuestra democracia, proteja la libertad reproductiva y garantiza que cada persona tenga la oportunidad de salir adelante”, insistió.
Kamala Harris, un activo de 8 millones de dólares
En cuanto a sus finanzas personales, la vicepresidenta y candidata a la presidencia tiene una cuenta sólida. Forbes USA estimó en mayo que su fortuna ascendía a 8 millones de dólares, frente a los 7 millones de 2021. Y su candidatura a la Casa Blanca le brindará muchas oportunidades para aumentar aún más su fortuna, por lo que la cifra podría ascender a partir del próximo noviembre, gane o pierda las votaciones. Simplemente, por su trabajo y su popularidad, ambos reforzados al final de esta carrera por el cargo.
Para ir más allá, a corto plazo, en realidad, le iría mejor económicamente si perdiera las elecciones presidenciales y no alcanzara la victoria necesaria para convertirse en la 47ª persona en llegar a la Casa Blanca, la primera mujer y de color. No son conjeturas, son datos del pasado. Si lo anteriormente vivido sirve de precedente, la futura situación de Harris podría compararse a la de otros compañeros de profesión. Por ejemplo, entre dejar el cargo en 2021 y una inútil candidatura a la presidencia en 2023, Mike Pence cuadriplicó su patrimonio neto estimado de 1 millón a 4 millones de dólares dando conferencias y escribiendo unas memorias. Después de decidir no presentarse como candidato en 2016 tras la muerte de su hijo, Joe Biden y su esposa Jill recaudaron más de 17 millones de dólares en ingresos por dos memorias y actuaciones de enseñanza y conferencias, lo que elevó su patrimonio neto estimado de 2,5 millones de dólares a 8 millones (hoy tiene un patrimonio de 10 millones de dólares, principalmente gracias a la apreciación de sus bienes inmuebles en Delaware).
De esta manera, si Harris fuera derrotada por Trump podría recurrir a estos métodos probados y verdaderos de ganar dinero para expolíticos y aumentar aún más sus ahorros.
Aumento salarial del 70% si Kamala gana las elecciones
El 20 de enero de 2025, de haber una presidenta, Harris, recibirá una mansión financiada por los contribuyentes para vivir y una asignación de gastos de 50.000 dólares, aunque la presidencia no es gratis: todavía tendría que pagar sus propias compras y sus gastos legales personales. Afortunadamente para ella, también obtendría un aumento salarial del 70%, hasta los 400.000 dólares, y tendría derecho a una pensión en virtud de la Ley de Ex Presidentes que le pagaría el salario de un secretario del Gabinete (o del vicepresidente), unos 235.000 dólares anuales por el resto de su vida una vez que deje el cargo. Si Harris cumpliera un mandato, dicha pensión valdría unos 1,7 millones de dólares cuando dejara el cargo; después de dos mandatos, valdría unos 1,1 millones de dólares porque sería mayor, 68 años, cuando empezara a recibir los beneficios.
Sin embargo, sería el abandono de sus funciones lo que le daría mayores gratificaciones económicas. Los Clinton recaudaron la friolera de 240 millones de dólares entre 2001 y 2016, según un análisis de Forbes USA, en gran parte gracias a conferencias, escritos y consultorísa. Donald Trump sacó provecho de su fama pospresidencial en parte al iniciar una imitación de X (Twitter) que, después de salir a bolsa en una fusión a principios de este año, ha inflado su patrimonio neto en miles de millones.
Doug Emhoff: marido abogado, judío y millonario
Además, el marido de Harris, Doug Emhoff, podría hacer crecer su fortuna incluso mejor que los cónyuges de Pence o Biden. Como abogado del mundo del espectáculo en la esfera privada, ganó más de 1 millón de dólares al año mientras ella era senadora. Sin embargo, cuando Harris se convirtió en vicepresidenta, Emhoff dejó su trabajo hasta el momento para enseñar en la facultad de Derecho de la Universidad de Georgetown y concentrar gran parte de su tiempo en sus deberes como marido de Harris (algo que tendría que seguir haciendo, con mayor motivo, si Harris ganara el próximo 5 de noviembre). Si Harris pierde, Emhoff podría regresar a su trabajo anterior cuatro u ocho años antes de lo que sería normal, y con la ventaja adicional de tener valiosos contactos en el Gobierno podría ganar mucho dinero.
Harris y Emhoff, ambos de 59 años, tienen una fortuna de ocho millones de dólares y ya son más de 20 veces más ricos que el estadounidense promedio en su rango de edad. Es difícil decir si podrán aumentar esa cifra más rápidamente si ganan o pierden las elecciones, y es poco probable que Harris esté tomando decisiones sobre su candidatura en función de su cuenta bancaria, pero una cosa está clara: si deciden hacer caja, ambos tendrán mucho dinero.
Pero Kamala Harris no acaba aquí. La candidata demócrata para la presidencia en Estados Unidos, transmite los mensajes de su partido político a través de su indumentaria en cada una de sus apariciones, que, como es lógico, cada vez son más frecuentes.
Mientras a Donald Trump se le identifica por su pelo, sus trajes azul marino y su corbata larga y roja, Harris no tiene un código más identitario a primera vista. Aprovecha cada oportunidad para mandar distintos mensajes que se alinean con sus valores y sí se le puede reconocer algunos ademanes en materia de estilo.
La candidata, con ascendencia jamaicana e india, es conocida por ser la primera vicepresidenta mujer de Estados Unidos. Pero también ha tenido otros grandes roles en su vida como el ya mencionado Fiscal General de San Francisco, fiscal para el Estado de California, y ser la primera mujer sudasiática americana nombrada Senadora. Durante los principios de su carrera profesional optaba por trajes más oscuros y serios en tonos negros, azul oscuro y grises. Siempre adornándolo con joyas elegantes, normalmente perlas; y cuando no tenía ningún acto siempre emparejaba sus blazers con Converse.
A pesar de su cambio drástico en la paleta de colores en su vestuario, Harris mantiene su favoritismo por las perlas, ya que contienen un significado especial que trae consigo desde sus años universitarios. Durante su carrera en la Universidad de Howard, formó parte de la primera hermandad de mujeres negras llamada Alpha Kappa Alpha. Las fundadoras se hacían llamar ‘las veinte perlas’, y es por esto que una vez que aceptan un miembro nuevo, esta recibe un insignia con 20 perlas, según la revista Vanity Fair.
Tampoco se despide de sus zapatillas Chuck Taylor, que posee de distintas formas y colores para distintas ocasiones, como lo explica la vicepresidenta en una entrevista con la revista The Cut. Estas zapatillas le dan una imagen de ser una mujer cercana, con la que la gente pueda identificarse y confiar. Harris ha redireccionado su estilo, utilizando menos sus zapatillas y cuidando el significado que hay detrás de cada prenda por el malentendido de la portada para la revista Vogue. En ella Harris aparece en un fondo verde y rosa, con un traje gris y Converse blancas, la publicación fue criticada por periodistas y escritores como Wajahat Ali o Yashar Ali en X, por ser una imagen blanqueada y poco elegante.
Desde su primer acto oficial como vicepresidenta, cuando ganaron las elecciones en noviembre de 2020, ha demostrado la importancia de un atuendo. Con un traje blanco de la marca Carolina Herrera mostró su apoyo a las mujeres que lucharon por el sufragio femenino, una lucha muy importante para Harris. O un conjunto de vestido y abrigo de color purpura para el acto de inauguración en 2021 por el diseñador Christopher John Rogers, donde indica el bipartidismo y unidad entre los demócratas (azul) y los republicanos (rojo).
Harris sigue demostrando su apoyo a diseñadores negros y estadounidenses como Christopher John Rogers, Sergio Hudson o Kerby Jean-Raymond. Pero desde la salida de Joe Biden, la nueva cara del partido demócrata ha ampliado su selección de diseñadores de forma internacional, apostando por diseños de marcas europeas como la firma francesa Chloé en la cena de estado de Kenia en la Casa Blanca. Quizá esta sea su forma de demostrar que está preparada para el cambio e incremento en la responsabilidad de, por qué no, convertirse en la primera presidenta de los Estados Unidos, mujer, y de color.