Opinión Eugenio Mallol

La IA despierta al 5G en Las Vegas

El MWC recupera el entusiasmo por las posibilidades del 5G en las empresas en plena carrera por incrementar la productividad de las empresas frente a la competencia asiática, los países que han hecho los deberes tomarán la delantera

Parecía que iba a pasar sin pena ni gloria, como una tecnología de transición. “El principal problema del 5G es que el mundo telco tiene que hacer una inversión muy grande”, me decía Carlos Gándara, de Samsung. Y Antonio Guzmán, de Telefónica: “Es noticia la activación del 5G en algunos mercados, pero estamos trabajando ya en el 6G”. Daniel Manzano, de Vodafone, me confesaba que le “gustaría que hubiera más casos de uso de 5G en España”.

De repente, el Mobile World Congress (MWC) de Las Vegas da un giro de guion y el 5G vuelve a ser sexy, de lo más sexy, vaya. La todopoderosa asociación mundial de operadores móviles GSMA, que encabeza hasta final de año el presidente de Telefónica, José María Álvarez-Pallete, ha presentado un informe que proyecta una contribución de la conectividad 5G al PIB norteamericano de más de 210.000 millones de dólares en 2030.

Esa fecha representará el 90% de las conexiones móviles, casi el doble que en 2024, el año en el que por primera vez ha superado en conexiones al 4G en EEEUU. Mats Granryd, director general de GSMA, ha destacado que “la tecnología 5G alcanza su madurez” dentro de una ola de cambio que incluye a “la inteligencia artificial, la Web 3.0, la computación cuántica y más”.  

Tiene truco el tema, en efecto. El aparentemente nuevo océano azul del 5G tiene su epicentro en el mundo de las empresas, que es donde siempre se han situado todas las esperanzas de esta tecnología.

EEUU, a diferencia de la mayoría de países europeos, entre ellos España, decidió liberalizar completamente una parte del espectro para que las empresas desarrollaran sus propios proyectos de innovación en 5G, sin necesidad de tener que comprar el pack propietario que ofrecen las empresas de telecomunicaciones (como sucede aquí).

Cuando las exigencias de eficiencia, velocidad y productividad se han convertido en críticas, casi en un asunto de seguridad nacional, el tejido empresarial de unos países estaba listo para trabajar con todas las ventajas del 5G, y el de otros, ejem, no.

No olvidemos que EEUU ha reservado suelo en Nebraska para albergar seis plantas de producción de semiconductores de vanguardia, los de 2 nanómetros, de TSMC, la compañía que desestabiliza la geopolítica mundial desde Taiwán. Se ha tomado en serio el tema de la tecnología y la economía. La planta de TSMC en Dresde (Alemania) no bajará de 10 nanómetros.

Se les acaban las excusas a los operadores de telecomunicaciones. El despliegue de las redes privadas de 5G en entornos empresariales las obliga a un cambio de modelo económico. Deben acostumbrarse a un enfoque de negocio de ecosistema, que integre a otros jugadores (obviamente, los primeros, los hiperescalares de la nube) y aproveche los efectos de red resultantes.

En esos nuevos entornos, frente a los modelos comerciales de las generaciones móviles anteriores, que tendían a ser lineales, ninguna empresa va a poder entregar individualmente toda la propuesta de valor al cliente. Si no sabe jugar sus cartas en las redes privadas 5G, el operador de telecomunicaciones tradicional quedará relegado a proveedor de conectividad mientras el resto se reparte el pastel más jugoso. 

Un informe de GSMA Intelligence presentado en el MWC de Las Vegas habla de un mercado potencial de más de 400.000 millones de dólares para las empresas de telecomunicaciones en el espacio empresarial del 5 del 5G. Pero les advierte de que deben mirar más allá de las soluciones y servicios basados ​​en la conectividad, por más que actualmente aporten alrededor del 70% de los ingresos. Crecerán apenas el 3% hasta 2030.

En cambio, el gasto empresarial en servicios tecnológicos como la nube y la gestión de los datos, la ciberseguridad, el internet de las cosas, la inteligencia artificial, el blockchain o aplicaciones de red, se multiplicará por cinco, hasta los 2,91 billones de dólares, el doble que el PIB de España.

La consultora McKinsey instaba, por eso, a las empresas de telecomunicaciones a comprender el nuevo paradigma e incorporarse a él, porque con su enfoque actual de monetización de 5G sólo podrán recuperar una fracción de los más de 600.000 millones de dólares que se espera que inviertan en infraestructuras hasta 2025.

Los operadores ya no compiten sólo entre sí, sino con una amplia gama de actores. Tim Hatt, director de investigación de GSMA Intelligence cree que deben concebirse “más como consultores de TI que como vendedores de conectividad”. Tendrán que “adaptar las ventas y el marketing, y adquirir nuevas habilidades técnicas y comerciales”.

Lamentablemente, la guerra es hoy el Gran Arquitecto del nuevo mundo digital, también en el 5G. Un ejemplo de lo que viene, presentado en el MWC de Las Vegas, surge de ahí. La realidad aumentada y la realidad virtual, que confluyen en la realidad extendida (XR), utilizan grandes cantidades de tráfico de datos y potencia informática, por lo que el Ejército de EEUU no las había podido utilizar sobre el terreno para entrenar a sus tropas. 

Sencillamente, los soldados no podían llevar cascos con cables. La firma Booz Allen ha desarrollado un sistema basado en 5G que lo resuelve. Su innovador sistema se puede integrar con monitores de frecuencia cardíaca colocados en los soldados, recopila datos de sensores integrados en las empuñaduras de las armas de fuego  y proporciona vídeo, datos y comunicaciones bidireccionales.

Es una buena analogía del horizonte de transformación que ofrece el 5G. De nada sirve lamentarse por el tiempo desperdiciado entre asignaciones de espectro y despliegue de redes. Las operadoras de telecomunicaciones ya no van a poder ser las mismas, y las empresas tampoco.