La tecnología avanza y con ella se desarrollan nuevos modelos para facilitarnos la vida. Sus creadores consiguen convertirse en grandes triunfadores con sus ideas y su apuesta por modelos electrónicos cada vez más novedosos y con más posibilidades. La imagen que proyectan es la de promotores de la tecnología. Invitan a la sociedad a unirse a ella y consiguen que sus productos formen parte de nuestra vida. Pero, ¿es algo que realmente defienden al 100%? La respuesta es no, o al menos, con los menores.
Aunque parezca no tener coherencia con la realidad, el creador de la compañía Apple, Steve Jobs, llegó a confesar que no permitía que sus hijos cogieran algunas de sus creaciones más importantes, como por ejemplo el iPad. Es decir, en la calle había unas reglas y dentro de casa otras. Y parece ser que no ha sido el único líder de empresa tecnología que ha tomado estas decisiones.
El fundador de Twitter, Evan Williams, también se ha mostrado contrario a que estas tabletas creadas por Apple en 2010 cayeran en manos de sus hijos. En este caso Williams prefería que sus dos primogénitos cambiaran la tecnología de estos dispositivos, y todos lo que estaba a su alcance, por los libros de papel de toda la vida. Quizás el miedo de estos padres o la sobreprotección a sus hijos es lo que les ha hecho difundir unos hábitos y crear otros diferentes.
Es cierto que varios estudios demuestran que estos aparatos pueden generar un mayor grado de dependencia en los pequeños que en los adultos. Esto puede afectar a su productividad diaria e incluso puede producirles trastornos oculares o falta de sueño. Pero entonces, la pregunta es: ¿deben o no deben nuestros hijos utilizar los dispositivos tecnológicos? El debate está en la mesa.
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