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Opinión Javier Ortega Figueiral

La aerolínea que vino del frío

Play Airlines, tomó nota de Wow y se convirtió en una Low Cost amable con sus pasajeros y tripulantes.

No es un directivo al uso. Al menos de los que imaginas al mando de una compañía de aviación. Einar Örn Ólafsson parece el jefe de una firma de diseño grafico o el director de un estudio de paisajismo, aunque que alguien te de o no “un perfil de…” es prejuzgar. Y eso no está bien.

Este islandés con gafas de pasta no es tan solo el consejero delegado de Play Airlines desde el pasado mes de mayo. Ahí donde lo ves, con su saludo amable, una pequeña copa de cerveza que no toca en ningún momento durante el encuentro y sus deportivas confortables, es también accionista de la nueva compañía de aviación de Islandia, un país de 103.000 kilómetros cuadrados y 380.000 habitantes, los mismos que la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria.

Algunas diferencias

A veces, hay sensaciones imperceptibles cuando estás frente a una persona. En el caso de Ólaffson da una tranquilidad total cuando habla. Tiene seguridad en su mensaje, que no se nota guionizado y preparado con el equipo de comunicación como sucede tantas veces, sino que da esa sensación de tener en la cabeza todo lo que pasa en su empresa. Y es que el islandés no es tan solo un accionista más de la compañía aérea que dirige: es el mayoritario.

Por eso, aunque solo lleve unos meses en el cargo, sabe todo lo que pasa en ella. Lo que pasó antes del primer despegue del primer avión en 2021 (la compañía fue creada en 2019) y también tiene en mente lo que podría pasar en los próximos años. Para ello en su cabeza y en su consejo de dirección se tiene bien grabado lo que sucedió en el pais con Wow Air, la aerolínea creada en 2012 que llegaba para cambiar el concepto de viajar en avión e iba a revolucionar el sector. Cuando estaba a punto de cumplir siete años, esta cerró estrepitosamente.

“El problema con Wow fue un crecimiento demasiado rápido. Querer alcanzar muchos mercados, tener una flota con diferentes modelos y además diferentes tipos de motores. Esas, entre otras cosas, fueron las claves para que no siguiera adelante”, me aclara.

Desde el pasado mes de mayo, Einar Örn Ólafsson, principal accionista de la compañía pasó a ser también su CEO.

Le veo seguro y tranquilo comentándome todo eso sobre la compañía que es considerada su antecesora, una aerolínea de bajo coste con ínfulas de modernidad de la que me podría haber dicho “eso es agua pasada” y cambiar de tema, sobre todo porque anteriormente Ólaffson estaba en otro sector: la piscicultura. Previamente también pasó por el mundo de las finanzas, con lo que ya ha tocado tres de las grandes locomotoras económicas del país: pesca, banca y turismo.

Una compañía para el ocio

El turismo y los viajes de ocio son precisamente las razones de ser de esta compañía que con una flota de diez aviones que vuela a 42 destinos en Europa y cinco en Norteamérica. Esa red y esa flota son homogéneas: aviones A320neo y A321neo, totalmente compatibles para tripulantes y técnicos. Su número hace que a muchos destinos se vuele una o dos veces a la semana, pues tanto la practica totalidad de los extranjeros llegando a Islandia como los islandeses que vuelan a otros países viajan por razones de ocio y quieren estar un tiempo suficiente en el destino, conocerlo y disfrutarlo.

El máximo ejecutivo de Play es un gran amante de España y ya ha perdido la cuenta de la de veces que ha venido a nuestro país, tanto en su rol actual como a lo largo de su vida. Quizá por eso (y obviamente porque hay un buen mercado) la península, baleares y canarias son uno de los principales mercados de su compañía y sigue creciendo: Valencia será un nuevo destino de la compañía en breve, el noveno en España, por lo que Manises tendrá por primera vez en su historia un vuelo regular a Islandia. Su conocimiento de nuestro pais llega al punto de indicarme: “ustedes los catalanes son el 50% en nuestros aviones entre Barcelona y Keflavik, mientras que, de media, en los vuelos a Madrid, el 25% de pasajeros son españoles y el 75% islandeses”.

Un Airbus A320neo despegando de Keflavik. La compañía tiene actualmente una decena de aviones, cifra que espera doblar en una década.

Entre dos continentes

La situación geográfica de Islandia la deja muy al norte de los destinos españoles, por lo que usar la isla como parada intermedia entre los dos continentes no es frecuente. Sin embargo, un porcentaje nada desdeñable de los pasajeros de esta aerolínea, cerca de un 35%, la usan para volar a Canadá y Estados Unidos desde Europa, sobre todo los del norte de la UE. Con norte, la compañía se refiere a lo que esté por encima de Paris, con lo que, por precios muy competitivos, un viajero de Estocolmo, Cardiff o Gotemburgo puede viajar a Boston, Toronto o Nueva York, ya sea con una escala y cambio de avión o incluyendo una estancia de varios días en Islandia para retomar el viaje después de conocer el país. A la antigua usanza, aunque en compañía de nueva generación en aviones con un fuselaje totalmente pintado de rojo.

Bajo Coste no implica antipatía

La democratización del transporte aéreo, también llamado banalización, gracias a los precios cada vez asequibles de las compañías clásicas y los directamente bajos de las transportistas de nueva generación, han llevado también a una generalización de las quejas por un trato alejado de la amabilidad y cortesía en algunas. En nuestra charla, Ólafsson me comenta que esto no ha de ser así y que la clave para evitarlo es bien sencilla: “si tú tienes a tu tripulación contenta, cómoda y considerada, eso se reflejará en su trato al pasaje, tus clientes”, y sigue: “Mire: somos una aerolínea divertida, progresista y lúdica, y si garantizamos la comodidad de todos a bordo de un vuelo de Play, por extensión esto lo tienen que sentir también los miembros de nuestra tripulación con sus condiciones, buen ambiente de trabajo y evidentemente la comodidad en sus uniformes”. Concluye… y sonrío escuchando eso. Me gusta el planteamiento. Muchas veces las cosas son más sencillas de lo que parece y oírlo directamente del mayor accionista de una aerolínea es alentador.

“Trata bien a tu gente y ellos tratarán bien a tus clientes”, un planteamiento lógico que es norma de la casa para el CEO de Play

Con ese realismo y la lógica de ‘si tratas bien a los que trabajan para ti, estos tratarán bien a tus clientes’, también me expresa que el crecimiento de su empresa será tranquilo, y si ahora la flota es de 10 Airbus, en una década calcula que llegará a unas 20 unidades. Será con un crecimiento proporcional a lo que hay hoy en destinos y pasaje (el año pasado volaron con Play 1,5 millones de viajeros), además de carga aérea, un servicio que no suelen ofrecer otras compañías del sector por los tiempos de escala en los aeropuertos, que en este caso son más generosos y permiten que el transporte de mercancías en sus bodegas entre continentes o desde y hacia Islandia formen parte de la cuenta general de resultados de la compañía.

El color rojo

Y para finalizar, un par de curiosidades: no pude evitar preguntarle algo que puede parecer banal: ¿por qué sus aviones son completamente rojos? La respuesta es tan obvia que hasta me dió pudor haberla hecho. “Somos una compañía pequeña de un pequeño país. De momento tenemos una decena de aviones, por lo que, de tener los aviones pintados de blanco o con, únicamente, un logo en la cola, no llamaríamos la atención. Si usted está en un aeropuerto mirando a la pista por la cristalera y ve un avión totalmente pintado de rojo donde pone Play… posiblemente quiera saber algo más de nosotros”, indica. ‘Touché’, pienso.

Fuselajes rojos para llamar la atención en los aeropuertos.

La segunda curiosidad es algo ya vivido. Cuando volé a Islandia por primera vez fue desde París en Icelandair (la aerolínea islandesa creada en 1937) el código del aeropuerto de llegada era KEF, por Keflavik, al que comercialmente se le conoce por Reykjavík–Keflavík Airport, que es el principal aeropuerto del país, unas instalaciones que aprovechan la base aérea creada por Estados Unidos en 1943, durante la segunda guerra mundial y queda a unos 50 kilómetros al suroeste de la capital.

La principal ciudad del país también tiene su aeropuerto, con un código acorde al nombre: RKV. Abierto en 1919 como aeródromo, no fue hasta los años 30-40 cuando empezó a funcionar como aeropuerto con vuelos regulares. La instalación está tan integrada en la ciudad que se puede ir caminando a la terminal desde el centro. Hace 20 años se convocó un referéndum sobre que hacer con una instalación casi fagocitada por el crecimiento urbano de un municipio que ha llegado a los 140.000 habitantes (los mismos que tiene Dos Hermanas, en Sevilla) y el resultado quedó muy igualado. Sigue ahí.

Caballos islandeses. La isla se ha convertido en un destino muy deseado para el viajero europeo, que entra el su práctica totalidad, por avión.

Actualmente el aeropuerto de Reikiavik tiene limitados los vuelos regulares a servicios nacionales y un destino en Groenlandia, además de recibir vuelos privados, de emergencias o aviación general, aunque el crecimiento aeronáutico del país, con la compañía de Einar Örn Ólafsson como una de sus protagonistas, pasa por Keflavik, que en 2023 llegó a los 7,7 millones de viajeros.