En la actualidad, el sector de la moda enfrenta transformaciones sin precedentes que podrían compararse con un cambio de Sistema Operativo (S.O.), un proceso que ya está en marcha, aunque de forma gradual.
Parafraseando a Einstein, quien afirmaba que los problemas creados por una mente no pueden ser resueltos desde esa misma mente, podríamos decir que los problemas generados por un S.O. tampoco pueden solucionarse desde el mismo sistema. Por eso, es crucial un reseteo y una actualización constante en la moda.
La moda nunca ha sido simplemente una cuestión de estética o tendencia; siempre ha funcionado como un reflejo de los cambios culturales, un vehículo para el activismo social y una plataforma para la integración de tecnología y ciencia. Sin embargo, desde mi punto de vista, lleva varias décadas de retraso en cuanto a un cambio profundo, acorde con el nuevo paradigma que probablemente estamos viviendo.
Más allá del necesario reseteo y actualización de los sistemas de producción y distribución que el sector demanda, este campo creativo está redefiniendo sus principios, procesos, protocolos y productos para ajustarse a un nuevo tablero de juego. Un contexto que exige nuevas reglas y criterios enfocados, entre otros, en la sostenibilidad, la diversidad y una innovación constante.
La industria, por supuesto, está respondiendo a estos cambios, aunque con distintas velocidades y grados de reticencia. No obstante, mientras la evolución de la industria avanza, el desarrollo de programas educativos no ha mantenido el mismo ritmo, lo que genera una brecha entre las nuevas demandas del entorno dinámico y la formación de los futuros diseñadores.
Los diseñadores del mañana necesitan un nuevo enfoque educativo. Deben prepararse no solo para crear prendas y colecciones, sino también para gestionar marcas de forma integral, comprender el impacto ambiental de sus decisiones y adoptar herramientas tecnológicas que les permitan liderar en un mundo cada vez más conectado.
Hasta ahora, la moda ha impulsado el cambio constante de productos, en línea con el desarrollo de la sociedad de consumo. Sin embargo, el cambio social que vivimos actualmente no solo es superficial; es un cambio de valores.
Otto Scharmer, creador del programa U.Lab del MIT, define el propósito de la educación y las universidades del siglo XXI como la capacidad de «ayudarnos a desarrollar lo que más importa: la capacidad de sentir y actualizar nuestra máxima posibilidad de futuro frente a las perturbaciones».
En este contexto de renovación académica, participo en proyectos como el nuevo Bachelor in Fashion Design de IE University, un programa diseñado para redefinir la formación en moda, proporcionando a los estudiantes un enfoque interdisciplinario y global.
El futuro de la moda no se limita a seguir tendencias o crear colecciones; se trata de liderar una transformación. Solo aquellos que comprendan la magnitud del cambio que vivimos —desde la tecnología hasta la ética— podrán no solo adaptarse, sino también ser protagonistas de un nuevo sistema. La moda debe actualizar su «Sistema Operativo» para dejar de ser un reflejo del pasado y convertirse en una fuerza impulsora del futuro. El momento de hacerlo es ahora.