1. Dar la noticia de mala manera o en un momento poco adecuado
Que quieras dejar tu trabajo es algo totalmente lícito, pero hacerlo de una forma poco adecuada puede estropear una salida que podría haber sido de lo más cordial. No cualquier momento es bueno para decir que te vas, al igual que no es bueno hacerlo de cualquier forma. Una vez tengas clara tu decisión de marcharte, busca momento y forma idóneos para hacerlo e intenta no dejar tirado a tu equipo con proyectos de relevancia entre manos.
2. Irte sin comentárselo a tus compañeros
No tienes por qué dar explicaciones a nadie de los motivos que te llevan a marcharte de tu puesto de trabajo, pero qué menos que decírselo a tus compañeros. No hacerlo te acarreará probablemente perder la buena relación que tuvieses con ellos y, claro está, quedar como un auténtico maleducado.
3. Acabar de “mal rollo” con tus jefes
Puede que tu decisión de irte no siente del todo bien a tus jefes, que haya ciertas molestias, discusiones o roces. Es normal. Pero lo que tienes que procurar es no irte con ese mal ambiente presente, intenta poner solución y acabar bien con todas las personas que han trabajado contigo durante un tiempo. Nunca sabes si te las volverás a cruzar o si necesitarás de ellos alguna vez.
4. Arrepentirte de lo que has hecho
Lo que está claro es que una vez está tomada la decisión, no puedes echarte atrás. Medítalo bien antes de comunicarlo, pero una vez hecho no te arrepientas. Si lo haces vas a provocar probablemente un malestar mayor que el que supone tu marcha, porque van a acabar pensando que eres una persona inestable, con las ideas muy poco claras y que es capaz de “marear” a toda una empresa por sus idas y venidas.