La línea que separa a un trotamundos moderno de un sencillo dominguero es muy delgada. Jen Rubio y Steph Korey, responsables de la firma de equipaje Away, conocen la diferencia a la perfección. Estas dos jóvenes empresarias norteamericanas lanzaron una startup en 2015 que ha revolucionado el mercado con una colección de maletas pensada para aquellos que dan tanta importancia al viaje como a las formas.“Nuestras piezas no son inteligentes, son funcionales, con características que resuelven los problemas reales de los viajeros y materiales de primera calidad seleccionados para que sean resistentes y bonitas”, defienden desde su web. Por eso, la atención minuciosa determina su diseño, con detalles como un bolsillo especial de compresión, una bolsa para la ropa sucia o una batería extra para cargar el móvil.
Tan solo en el primer año vendieron más de 500.000 unidades y es tan frecuente encontrar sus diseños en el aeropuerto como en las fotos que cuelgan los influencers en sus perfiles de Instagram. La clave del éxito se basa en una conjugación sencilla: estética minimalista, diseño práctico y lujo a precio razonable. Lo explicaban en una entrevista al medio Business Inside: “Pensamos que la industria del equipaje necesitaba mejoras y decidimos crear Away para ofrecer a los clientes la máxima calidad por tan solo una fracción del precio habitual”. Sus maletas, disponibles en tres tamaños, se sitúan en torno a los 200 y 300 euros y con cada venta colaboran con Peace Direct, una organización que ayuda a constructores de paz en áreas de conflicto.
Su último lanzamiento se llama The Weekender, una bolsa de mano con estética retro y el tamaño perfecto para una escapada espontánea. Realizada en tejido de algodón y detalles de cuero, lo mejor está en el interior. Bajo el mantra del orden, dispone de un bolsillo exterior para el calzado y otro acolchado en el interior para llevar el portátil sin preocupaciones. Esta maleta está pensada para convertirse en el mejor aliado del viajero, por eso Away ha decidido introducir también un servicio de personalización para que los clientes puedan bordar sus iniciales en ella. Un ejemplo más de esa individualidad y artesanía que les distingue del resto.