El Club de Yates de Nueva York (NYYC, por sus siglas en inglés) es historia fundamental de la navegación. Fundado en Nueva York en 1844, se convirtió en leyenda siete años más tarde, al derrotar con el barco América, capitaneado por Richard Brown, al Real Escuadrón de Yates inglés en una competición alrededor de la isla de Wight. Aquel triunfo marcó el inicio de una competición a dos –un club defensor de título y un club retador– que comenzó a llamarse en 1870 Copa América de vela, y de la que el NYYC fue ganador de forma consecutiva en todas sus ediciones hasta 1983…
Sin embargo, ese mismo club, que estableció un récord de 132 años como único ganador de un mismo campeonato deportivo, lleva también una larga racha de 41 años consecutivos en la que no ha vuelto ni siquiera a convertirse en “retador” del ganador de la edición anterior de la Copa América desde hace ya once ediciones.
Hay que explicar que la Copa América es una competición entre dos clubes náuticos: uno que defiende el título ganado en la edición anterior, y otro que le reta. El club que gana el trofeo es el que marca las reglas de la siguiente edición y esta no se celebra hasta que surge un “retador”. Y el retador, desde 1970, sale de una competición eliminatoria previa –que no se celebró ni en 1988 ni en 2010, ya que sólo hubo un retador– en la que se enfrentan varios contendientes y sólo uno gana el derecho a retar al defensor. Ese campeonato, desde 1983, se llama Copa Louis Vuitton (salvo en 2021, que se llamó Copa Prada, por el patrocinador del evento).
En 2021, después de desistir de participar en las ediciones de 1992, 1995, 2007, 2010, 2013 y 2017, el NYYC trató de volver a convertirse en retador del campeón con el equipo American Magic, liderado por Terry Hutchinson, con Dean Barker como timonel del barco, pero volvió a fracasar. Pero al año siguiente, el NYYC decidió entrar de nuevo en la lucha, contando de nuevo con Terry Hutchinson y su equipo American Magic para afrontar nuevamente la competición, de la que se vio expulsado en 2021, al sufrir un dramático accidente cuando lideraba las regatas clasificatorias. El patrón, Terry Hutchinson, y otros miembros de la tripulación quedaron atrapados durante unos segundos que se hicieron interminables bajo una vela caída, al volcar el barco, que sufrió daños estructurales irreparables, pero lograron salir finalmente sanos y salvos.
Esta nueva oportunidad es un desafío que Hutchinson no quería perderse bajo ninguna circunstancia y para lograr llevar “de vuelta a casa” la famosa Copa de las 100 guineas, ha configurado a su alrededor un equipo aún más experimentado, con el que el 29 de agosto comenzará las regatas clasificatorias de la Copa Louis Vuitton, de la que saldrá el equipo que se enfrentará a partir del 12 de octubre al actual propietario de la Copa América, el Emirates Team New Zealand.
Las reglas de la competición
El Patriot, el mismo barco accidentado hace tres años y medio en aguas de Nueva Zelanda, es el va a competir en representación del NYYC en esta 37ª edición de la Copa América de vela. Las normas de la competición dicen que quien la gana es quien decide cómo competir en la siguiente edición, y eso incluye las aguas del puerto en el que se celebra el desafío hasta el tipo de barco con el que se desarrolla el lance. Pero Juan Luis Wood, “Woody”, el olímpico español en vela que participó por España en los Juegos Olímpicos de Sídney en 2000, y que actualmente trabaja como director comercial del American Magic, nos explica que las normas que ha fijado el Real Escuadrón de Yates de Nueva Zelanda, el ganador de la edición de 2021, apenas han cambiado. “Han querido que los presupuestos no se disparen y las novedades, más que en aspectos tecnológicos se centran en cuestiones de sostenibilidad y energías limpias como el hidrógeno verde”. El barco con el que se compite es el mismo monocasco con hidroalas (foils en inglés) AC75 –nombre que hace referencia a la Copa América y a los 75 pies (23 metros) de altura máxima de vela– con el que compitió en Auckland en 2021.
Otro español, el abogado (¡y regatista!) madrileño Luis Sáenz Mariscal, es la persona contratada por NYYC, ya desde la 36ª edición de la Copa América, para “explotar las reglas” de la competición, para conseguir “la máxima ventaja competitiva permitida dentro de las reglas”. En esta ocasión, explica, “se han buscado ventajas en el código de programación, los materiales, la electrónica, los controladores hidráulicos, las formas de las velas y del casco, etc. En cada uno de los aspectos que configuran el barco buscamos una ventaja. Hemos conseguido ser el barco de la flota con el menor volumen y menor resistencia aerodinámica y el único que lleva a los ciclistas [que sustituyen a los grinders que hasta hace poco se encargaban de trimar las velas a mano] tumbados en vez de sentados”.
Sáenz Mariscal es, precisamente, el responsable de la triquiñuela legal que permitió en 2017, durante la celebración de la 35ª edición de la Copa América, que el equipo neozelandés para el que entonces trabajaba incorporara por primera vez a ciclistas en vez de grinders manuales, ganando, como retador, la Copa América frente al equipo Oracle del Club de Yates Golden Gate de San Francisco. “La norma decía que toda la energía a bordo tenía que generarse manualmente y, efectivamente, el trimado de velas se hacía moviendo los molinetes con los brazos. Lo que hice fue defender la ampliación del concepto ‘manualmente’, para que no se interpretara como ‘hecho con las manos’ sino ‘hecho por humanos’, en contraposición a ‘automático’, como sucede en los coches con el cambio manual y el cambio automático”.
Eso, que parecía un criterio irrelevante, es lo que hizo que el barco neozelandés desarrollara un revolucionario sistema de pedaleo con ciclistas, que generaba mucha más potencia. “Si con las manos se puede generar unos 300 vatios, con las piernas se puede llegar a más de 500”, explica el abogado. Mediante esa argucia, el equipo neozelandés se enfrentó con una notable ventaja competitiva, no sólo frente a todos los contendientes de la Copa Louis Vuitton, sino también ante el equipo que defendía su corona. “Esa era una de las muchas otras ventajas que teníamos en nuestro barco, pero era, eso sí, la más evidente”, concluye Sáenz Mariscal.