Consciente de que el mundo cambia, el COI incorpora nuevas modalidades olímpicas para enganchar a los jóvenes. En Tokio debutaron el skate y la escalada. En París le ha tocado al breaking –históricamente conocido como break dance–, cuyas pruebas se celebrarán este jueves y viernes en la plaza de la Concorde de París. Ana Furia (Barcelona, 30 años), era nuestra candidata pero finalmente no pudo clasificarse en las Series Olímpicas de Budapest que se celebraron el pasado mes de junio: «No tenía la cabeza al cien por cien».
No importa. Le sobran habilidades. Nos sentamos con Ana, campeona de España de Breaking y campeona en 2022 del Red Bull BC One, para hablar de lo lejos que quedan aquellos días en los que el break dance era cosa de cuatro. Hablamos con esta b-girl de deporte, de pasta y de cuánto hay que partirse la cara para llegar a lo más alto.
¿Cómo pasaste del ‘esto me gusta, se me da bien’ al ‘quiero vivir de ello’?
La verdad que fue en una etapa difícil de mi vida. Yo no estaba en mi mejor momento y el breaking me dio luz a todos los niveles. A partir de ese instante, supe que algo iba a cambiar; noté que ése era el camino que iba a escoger. Tenía muchas dudas porque la vida del artista siempre ha sido muy inestable. Además, el breaking no era deporte olímpico y no vivía el boom que vemos ahora, así que ganarse la vida con ello era muy complicado, a no ser que dieras infinitas clases. Sabía que lo quería hacer, pero no tenía ni idea de hasta qué punto iba a poder mantenerlo. Durante esos años, me dediqué a trabajar en mil cosas. Y en todas ellas me daba cuenta de que había algo que me decía “te tienes que ir”. Ese algo era el breaking. Así entendí que esto no era un hobby; que iba a sufrir mucho, pero era mi camino.
¿Cómo reaccionó tu familia?
Mal. Fue un proceso duro. Mis padres son bastante estrictos y me decían “tienes que estudiar, sigue tal camino”. Yo realmente quería dedicarme a esto y no perder mi tiempo en otras cosas. Su reacción fue muy distante al principio: cero apoyo familiar; y todo porque pensaban que me cansaría y lo abandonaría. A día de hoy eso ha cambiado muchísimo; tengo un montón de apoyo y estoy muy contenta.
Ahora estás en el CAR y eso supone cierta estabilidad. ¿Cómo ha sido el camino y la supervivencia económica hasta aquí?
Yo estudié hasta bachillerato y empecé a trabajar en un restaurante para sacarme mi dinero. Después me independicé, mantuve mis estudios, seguí currando de vez en cuando en el restaurante y daba muchas clases de hip-hop. La cosa fue bastante complicada para poder pagar el alquiler y el resto de gastos. Entonces me saturé. Y lo mismo me ocurrió cuando me centré en dar clases, cuando empecé en una tienda, cuando estudié emergencias médicas y cuando entré en un curro de 40 horas. Estaba bastante perdida y lo único que tenía claro era el break. Yo sólo trabajaba para poder dedicarme a entrenar; lo invertía todo en eso. Y en ese punto pensé: “Ana, ¿qué estás haciendo?”. Tenía cierta estabilidad económica, pero no era feliz. Sabía que esa infelicidad se debía a que no estaba invirtiendo mucho en el break porque no podía. Entonces, durante un viaje a Rusia, surgió la oportunidad de acceder al Centro de Alto Rendimiento, pero no me daban beca. Simplemente podía entrenar allí por mi cuenta.
Vi que tenía dos opciones: seguir en ese trabajo que me daba estabilidad o dejarlo todo, irme a Madrid y descubrir qué pasaba. Obviamente, no me lo pensé mucho. Tiré de ahorros y de paro. Cogí algunos currillos que me salieron y fui sobreviviendo hasta que en septiembre de 2022 me quedé a cero. Parecía que me iba a tocar regresar a lo de siempre o pillar el tren de vuelta a Barcelona. Entonces, por los resultados que había ido obteniendo, me dieron una beca Blume para poder vivir en la residencia y dedicarme plenamente a entrenar. ¡Y aquí estoy!
Explícanos un poco esa ‘estabilidad’ del deportista de élite.
Es complicado. A ver, no tenemos un sueldo como tal; tenemos ayudas. Por ejemplo, yo no tengo que pagar el alquiler ni la comida porque vivo en la residencia, lo que me da muchísimas facilidades para dedicarme totalmente a entrenar. Después, en función de los resultados que obtienes en mundiales o europeos, te dan becas. Todo es a base de ranking. Cuantos mejores resultados obtengas, a más becas puedes optar.
En otros deportes es evidente el dinero que generan. Sin embargo, en el breaking no es así. ¿Es posible vivir de ello?
Es una pregunta compleja. Puedes vivir del breaking, pero tienes que estar dispuesto a perderlo todo. Hay que dar el 100% y, aún así, enfrentar la posibilidad de no ver resultados. Y sin resultados, te quedas fuera. El mundo deportivo funciona en base a un número. Si no das la talla y no rindes, viene otro y te come. Así que… sí, se puede vivir, pero tienes que estar al 100%.
Con tanta presión, ¿alguna vez te vienes abajo?
Otra de las ayudas que nos ofrece la Federación es un psicólogo deportivo. Hay días muy duros porque este estilo de vida es muy solitario; inviertes todo tu tiempo en ello y no tienes vida social. Además, mi gente y mi familia están en Barcelona, por lo que se me hace aún más duro y es inevitable que me entre el bajón o las dudas. Sobre todo cuando no te sale bien una competición. Ahí es cuando te preguntas: “¿Y si no me merezco estar aquí?”.
Síndrome del impostor.
¡Sí, un poco! Y cuando llega, se hace muy duro.
Tras tanto esfuerzo, sacrificio y dudas: ¿qué consejo le darías a quien sueña con vivir del breaking? ¿Le soltarías una frase ‘motivadora’ como las que usan las marcas de deporte en los anuncios?
¡No! Les diría que para esto no vale cualquiera. Vivimos en una sociedad que nos hace querer todo ya. Y el breaking no es así. Vas a echarle muchas horas, mucha dedicación, mucha disciplina… y vas a obtener mucha desmotivación y mucha frustración. Necesitas constancia. Así que no, no vale cualquiera.