He visto a Messi y a Cristiano Ronaldo en San Mamés. También a Fran Yeste. He estado en el estadio de los Nets viendo al Lebron James de los Cavaliers. Vi un Federer contra Nadal en el O2 Arena de Londres. Estuve en el patio de butacas cuando Ricardo Darín actuó en el Teatro Canal. He cantado a Joaquín Sabina en el Wizink Center. Estreché la mano de Almudena Grandes. Son muchísimas las veces que he podido ver y casi tocar en directo el talento. Tantas como para darme cuenta de que es un lujo poder hacerlo, pero también suficientes como para comprender que hay sensaciones muy parecidas que se pueden vivir con el talento de los que nos rodean cada día.
Prefiero no decir nombres para evitar ilustres exclusiones y porque no quiero ruborizar a nadie. Pero… También he visto a un fenómeno de apenas treinta años movilizando a toda una red de restaurantes en tres horas, a un director creativo ejecutivo haciendo llorar a toda una sala presentando una idea, a una chica muy joven capaz de convencer a todos una y otra vez con el rigor como armamento, a un amigo y compañero creando el mejor podcast de marca aprovechando unos cócteles, a un famoso curador de arte emocionándome en un museo… Podría no terminar nunca, pero también han sido auténticas exhibiciones de talento que nunca olvidaré. No son portada de Marca, pero sí de mis recuerdos.
Hace algunos años, cuando descubrí que celebrar a los mejores te hacía mejor, comprendí también que la vida profesional nos regala momentos en los que ver el brillo de muchas estrellas. No tiene que ver con el puesto. Muchas veces, diría que la mayoría, los derroches de talento vienen de gente de puestos intermedios que son increíbles en algo. En esos momentos, sólo puedes sacar la libreta y tratar de aprender. Es mágico cuando alguien empieza a desplegar su talento, de golpe se le posa un aura encima y sólo puedes disfrutarlo al máximo. Cuando lo veo, mi cabeza sólo puede pensar en la suerte de estar presenciando algo así. Sin pagar una entrada, además.
Me gusta toparme con aquellos que son “los mejores en lo suyo”. Pero no los mejores en una disciplina, que eso es demasiado genérico, sino los mejores en algo concreto. El mejor rompiendo el hielo en las reuniones, la mejor mandando minutas, el mejor encontrando fórmulas para convencer, la mejor construyendo discursos. Suele decirse que todos tenemos un gran talento, que sólo tenemos que encontrarlo. Sospecho que no es así y que creerlo genera frustración, pero ese es otro tema. Sin embargo, sí creo que hay un montón de gente alrededor con un talento que se expresa en algunas cosas muchas veces pequeñas que emociona tanto como un slalom de Messi. Cuando pienso que vi a Lebron James, al minuto también recuerdo que compartí equipo con otras estrellas.
Feliz lunes y que tengáis una gran semana.