El Museo Goya de Fundación Ibercaja cuenta desde este mes de julio con siete nuevos Goyas que se suman a su colección permanente. Una serie que anteriormente ha estado expuesta en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y en Milán.
Esta colección es la única serie completa y conservada de escenas de “Juegos de niños” pintadas por Francisco de Goya entre 1775 y 1785: Niños jugando al toro, Niños buscando nidos, Niños jugando a saltar, Niños jugando a soldados, Niños peleándose por castañas y Niños jugando al balancín. Además de estas seis pinturas, se incorpora a la colección permanente el Retrato en miniatura de joven caballero con frac azul. Así, los visitantes del Museo Goya ya pueden contemplar 32 obras del gran artista aragonés en este espacio.
La serie de escenas expuesta en el Museo Goya está protagonizada por niños, desde dos a trece años, en acción y movimiento, fruto de sus recuerdos de infancia en Zaragoza. En ellas, Goya los representa jugando, saltando, peleando o toreando, con disfraces que simulan los uniformes de los soldados, gorros de papel o armas hechas con cañas.
Tres de las escenas están ambientadas en España, concretamente, en espacios urbanos y de las afueras de Madrid (Niños jugando a saltar), en pueblos de Castilla (Niños jugando a soldados) y también de espacios recreados sobre sus recuerdos de infancia en Zaragoza (Niños jugando al toro). Por otra parte, Niños jugando al balancín, Niños peleándose por castañas, y Niños buscando nidos tienen como fondo ambiental las ruinas clásicas de Roma.
Por su parte, el retrato en miniatura de Joven caballero con frac azul fue pintado por Goya hacia 1803 y puede apreciarse su firma en la parte inferior derecha, sobre el hombro izquierdo del desconocido personaje retratado. Se trata de una obra inédita y con una técnica y soporte poco frecuentes dentro de la actividad de Goya como retratista: pintado a gouache sobre lámina de marfil.
Visibilizar la situación de los niños de la época
Uno de los principales objetivos de Goya con la creación de esta serie fue visibilizar la despreocupación existente hacia la educación de los niños humildes y pobres, la mayoría de ellos, analfabetos. Se trata de unas escenas cargadas de intencionalidad a pesar de su aparente tono divertido y alegre.
La gama de colores utilizada por Goya en estas escenas infantiles es la habitual de la época, con tonos blanco-agrisados, ocres y amarillentos, verdes y azules oscuros, rojos y rosáceos. En los cielos, destacan los grises claros, azules agrisados claros y anaranjados. Con respecto a la composición, en tres de las escenas es piramidal y en el resto utilizó un desarrollo en horizontal, con un grupo de niños en el centro y otros dos grupos secundarios a los lados de la escena.