Rosa Clará (Barcelona, 58 años) mamó los negocios en casa. Su padre era constructor y su madre tenía una tienda de muebles: “El espíritu empresarial se vivía”. También se vivía la moda, que ojeaba en las revistas extranjeras que compraba su madre. Aún hoy tiene dos vestidos de novia fetiche: el de Carolyn Bessette, esposa de John John Kennedy, y el de Grace Kelly, en su boda con Rainiero de Mónaco. “Han pasado años pero cualquier novia podría casarse hoy con uno de los dos”. No fue su caso cuando ella misma decidió pasar por el altar hace tan solo diez años tras reencontrarse con el empresario Josep Artigas, a quien denomina “el amor de mi vida”. Entonces, todo cambió. No solo en su vida personal, también en la laboral. Decidió soltar las riendas y delegar en Manuel Cano, el CEO de su empresa. “Al principio con mucho vértigo, ahora con mucha tranquilidad”.
Hoy el Grupo Rosa Clará se ha convertido en uno de los más importantes de su sector. Las cifras lo avalan. Cuenta con 4 centros de actividad en España desde donde se gestiona la producción y distribución de 16 colecciones de novia y seis de fiesta en 83 países a través de 140 tiendas exclusivas y 4.000 puntos de venta en todo el mundo. Además, tiene filiales en Brasil, México, Canadá, Portugal, Francia, Reino Unido, Alemania y Estados Unidos. El mercado estadounidense es su gran apuesta: “El crecimiento natural de nuestra empresa está en este mercado, sin ninguna duda”. Ella misma está muy vinculada a ese país y pasa todo el tiempo que puede en Miami donde tiene una propiedad. Nos atiende desde allí, recién levantada, mientras el amor de su vida se prepara un café de buena mañana.
¿Cuánto tiempo pasa en Miami?
Todo lo que puedo; más o menos tres meses al año. Controlando los días, además. Hay un lío fiscal que si te quedas más de la cuenta tienes que pagar impuestos aquí también. Es un sitio muy fácil para mí porque no tengo cambio horario con latinoamérica ni con norteamérica. Además tenemos un grupo de amigos fantásticos. Va pasando la vida y me interesa el calorcito y estar bien rodeada de amigos.
¿Está más por ocio o por negocio?
Cuando estoy en Miami, me conecto por las mañanas sobre las ocho de la mañana aunque disfruto de fines de semana muy largos, aunque si tengo cualquier cosa en el continente americano la hago desde aquí. De hecho procuro que todos los trabajos que tengo que hacer me coincidan con los periodos que estoy en Miami, porque desde aquí también viajo. Aunque solo esté tres meses y medio en Miami, si le añado los viajes estoy mucho más tiempo.
Tiene tiendas en Miami y Chicago. ¿Quiere seguir conquistar el mercado americano?
El mercado americano es un proyectazo. Es el crecimiento natural de nuestra empresa. Es muy grande aquí podemos doblar y triplicar facturaciones mucho más rápido que en cualquier otra parte del mundo. Además de Miami, donde inauguramos hace diez años, y Chicago estamos negociando Los Angeles. Desde hace casi 15 años tenemos una oficina de expansión en New Jersey. Hasta ahora lo que hemos hecho es vender a tiendas multimarcas pero queremos empezar a montar nuestras propias tiendas. Igual que hemos hecho en otras zonas de Europa.
¿Cada vez tienen más tiendas propias?
Sí, lo que vamos abriendo casi todo es tienda propia. Seguimos con las franquicias que llevan muchos años con nosotros aunque muchas que se jubilan porque va pasando la vida. Entonces las convertimos en tiendas propias, así como todas las que vamos haciendo de nuevo.
¿Ha habido un cambio de política?
Empezar una empresa partiendo de cero era muy complicado y montar una red de tiendas era muy caro. Casi imposible. Por eso las franquicias han sido fantásticas porque durante estos 30 años ha sido una forma de crecer sin inversión. Pero creo que el sistema de tiendas propias, sin querer ofender a nadie, es mucho más controlable y mucho más fácil para nosotros en este momento.
Empezó a estudiar Derecho pero lo dejó por el negocio textil. ¿Cómo recuerda sus inicios?
La carrera me aburría; además, es bastante dura. No era el camino. Siempre me gustó la moda e intentaba seguirla. Entonces empecé a trabajar para una empresa y no paraba de viajar. Y pensé: ‘Voy a montar mi propia compañía porque quiero dejar de viajar’. Imagínate que ilusa fui. Además con 32 años decidí que era el momento de tener un hijo. Pensé que la solución sería abrir una tienda en Barcelona. La monté y no había pasado un año que ya tenía tres. Fue un crecimiento muy rápido, la verdad.
¿Qué tiene Rosa Clará para haberse convertido en un referente?
Muchísimos años de muchísimo esfuerzo. ¿Qué tienen nuestros vestidos? Si existe un tejido no nos importa el precio. También es importante la vestibilidad de una prenda y en mi casa existe una escuela de patronistas espectacular; partiendo de una persona han formando a equipos de patronaje que, en mi opinión, son los mejores. Nuestros vestidos sientan bien. Si a eso le añades un tejido de máxima calidad, funciona. Sin duda.
La venta online no es una prioridad en su negocio. ¿No teme quedarse atrás?
No vendemos a través de la web. Una novia quiere vivir la experiencia de probarse su vestido, que la familia que le acompañe… De todas formas, creo que en los últimos años todo ha cambiado mucho. Yo construí una marca con unas premisas y una forma de trabajo que hoy no serían válidas. Las marcas hoy se construyen de manera diferente. Pasa por redes sociales, influencers, páginas web… Todo un mundo fantástico que hace el proceso más fácil que en mi época.
También hay más competencia.
Muchísima más. Cuesta más destacar porque hay más gente, pero tienes más medios para hacerlo. Yo hoy no sabría cómo hacerlo. Tengo equipos en casa de gente mucho más joven que yo, que son los que están siguiendo la marca para adelante.
¿Cómo ha evolucionado desde que empezó hasta hoy?
Yo creo que he sacrificado muchísimas cosas. Si hago el análisis desde la perspectiva que me dan los años, evidentemente ha habido dos prioridades en mi vida, mi hijo y mi trabajo. Fracasé con un primer matrimonio, quizá podría haber tenido más hijos. Llegó un punto donde dije: ‘No me sacrifico más’.
¿Decidió soltar amarras?
Exacto. Coincidió con que encontré al amor de mi vida, Josep Artigas y eso evidentemente forzó que quisiera delegar más. En ese momento entró a trabajar con nosotros Manuel Cano. Muchísimas áreas de la empresa están delegadas en él. Nuestra empresa funciona como un reloj y está absolutamente estructurada. Mi hijo Daniel tenía entonces 18 años y se había hecho mayor. Era un momento de cambio del cual estoy encantada de haber hecho. Por edad y por muchas circunstancias, ya no era mi momento.
Muchas famosas han elegido su marca. La primera fue Paula Echevarría, pero también Antonela Roccuzzo –la mujer de Messi–, o la última, Carmen Ballesteros Botín, que apareció en la portada de ¡Hola! Menuda publicidad.
Lo de Paula fue casualidad total, pero nos ayudó mucho. Le encantaban nuestros vestidos antes de ser famosa y cuando se casó con Bustamante nos lanzó. Hemos vestido a muchas famosas pero nada comparable a cuando se casó Antonela. Nuestra cuenta de Instagram subió mil seguidores por hora durante 24 horas. Esa publicidad no tiene precio. No nos ha vuelto a pasar con nadie. La repercusión que tiene el fútbol es espectacular.
¿Se siente más diseñadora o empresaria?
He tenido que hacer las dos cosas, la verdad. Por eso no he respirado. Han sido unos años de un esfuerzo titánico. El crecimiento fue tan bestia durante tantos años que había que estar ahí. Hasta que dije: ‘Paro’. Y paré.
Pronovias, su gran competidor, vendió la empresa. ¿Usted ha recibido ofertas?
Cuando mi hijo acabó la carrera de Arquitectura me dijo que quería trabajar en la empresa. Eso cambió mis parámetros de futuro. Cuando me plateó to pensé: ‘Ya no vendo nunca’. Veo el futuro clarísimamente en sus manos. Entre él y Manuel Cano llevarán la empresa al cielo, lo sé. Somos una empresa muy dinámica. No hemos terminado un proyecto y ya estamos empezando veintemil más.
¿Pero ha recibido ofertas?
¡Cada lunes! Tener el 100% de las acciones de una empresa saneada, sin deudas y que funciona súper bien es un caramelo. También tengo claro que si un día vendo lo vendería todo, no por trozos. Pero si mi hijo quiere seguir, seguirá y punto. Y si un día nos llega una oferta mareante él decidirá conmigo qué hacer. Hoy por hoy, el futuro es crecer a nivel internacional.
Las elecciones catalanas han dejado un panorama mucho más tranquilo. ¿Cómo ha vivido estos años?
Hace tiempo me dieron un consejo que sigo a rajatabla. Nunca hablo de política, religión o fútbol. Son tres temas muy complicados y yo tengo que vender vestidos en todo el mundo. Solo te diré que tengo una mentalidad muy global. Me encantaría una Europa fantástica.