Para Encarna Samitier, el giro que ha dado la situación de la mujer en los medios de comunicación ha sido copernicano, según su propia experiencia. “En la redacción de Heraldo de Aragón, a la que llegué en 1981, se nos veía casi como algo exótico por parte de los redactores más veteranos. Pero este periódico ha sido siempre innovador: ha tenido cinco presidentas consecutivas desde los años cuarenta hasta hoy. En los ochenta, esa situación de minoría empezó a cambiar a una velocidad cada vez mayor. En 1987, varias de las jefaturas estaban ya ocupadas por mujeres, que han desarrollado una brillante carrera. Ser periodista joven y mujer hace un cuarto de siglo significaba estar expuesta a las actitudes paternalistas que impregnaban toda la sociedad, lo que hoy llamamos micromachismos. Lo sorprendente y triste es que a veces venían de algunos compañeros también jóvenes. Cosas como ser menos escuchadas en las reuniones, ser relegadas en la toma de decisiones y tener mesas más pequeñas en una reforma de redacción. Uno de mis jefes me elogió diciendo que tenía ‘cerebro de hombre’. Antes de que se planteara el debate de la conciliación y el reparto de tareas, había periodistas responsables de la redacción (¡no la empresa!) que consideraban la maternidad como un problema. Recuerdo haber compartido con mis compañeras el apuro para comunicar que estábamos esperando un hijo, por no hablar de si estaban enfermos… ¡Eso podía arrojar una sombra de sospecha sobre nuestro rendimiento! Hoy eso parece impensable. Puede ser que estemos en el momento en el que se ha implantado y generalizado la convicción de que la desigualdad es insostenible. Si estamos ahora mismo hablando de este asunto y con este planteamiento, es porque antes muchas mujeres han trabajado para llegar hasta aquí, y porque toda la sociedad lo ha asimilado”.
El entorno laboral de Samitier es de casi paridad, tanto en la redacción (donde hay un 49,1% de mujeres y un 50,9 de hombres) como en la llamada mesa central, en la que los responsables de área (cinco mujeres y cuatro hombres) coordinan el funcionamiento diario del periódico. No obstante, la periodista señala que hay que seguir superando las barreras invisibles que dificultan la igualdad, y, como en el resto de los sectores, conseguir que haya una corresponsabilidad, de modo que la maternidad no penalice a la mujer ni signifique un parón en la carrera profesional que se traduzca en brechas salariales y en más dificultad para desempeñar puestos directivos.
La función del periodismo ante la desigualdad es clave para Samitier, y ha de ser de compromiso absoluto. “En Henneo nos gusta decir que somos independientes pero no neutrales. Somos beligerantes contra la violencia machista y contra todo tipo de discriminación. Tenemos una enorme potencia y una gran responsabilidad para visibilizar tanto los problemas como las aspiraciones y los logros de las mujeres. Creo que es importante acertar en cómo mostrar los avances de las que rompen moldes, de modo que no se vean como algo excepcional sino como una señal de que esa debe ser la normalidad que reclamamos. Más que de feminizar, se trata de lograr una sociedad en la que mujeres y hombres contemos por igual”.
Para contribuir a ello, en su periódico incluyen en su línea editorial el compromiso contra la discriminación. Trabajan para incrementar el número de firmas de mujeres, tanto en las colaboraciones de la sección de opinión como en los testimonios de apoyo para las informaciones, y para que los artículos y portadas reflejen una realidad en la que las mujeres están presentes en todos los ámbitos. “Se trata de romper una inercia por la que solo los hombres poblaban las aperturas de los medios o las secciones de política y economía, mientras que las mujeres aparecían al final, en las páginas de espectáculos o sucesos”.
A su vez, el periodismo combate hoy sus propios problemas. El agotamiento del modelo de negocio tradicional ha coincidido con la irrupción de las redes sociales, “que se confunden a veces con el periodismo hecho por profesionales”, y con la desafección de los ciudadanos hacia formas desafortunadas de hacer periodismo. “Paradójicamente, el exceso de información no significa mejor información; al contrario, contribuye a generar ruido y desconfianza. Transformar la evolución digital en una oportunidad y practicar el periodismo de calidad y rigor, el que ofrece información veraz y contrastada y opinión basada en esos principios, es el único antídoto. La diversificación, el desarrollo de negocios conexos, desde el software hasta las plataformas multimedia, es un aspecto clave para el éxito empresarial”.
Con respecto al futuro de la profesión, dice que no se ve como pitonisa, pero tiene claro que el periodismo, en cualquiera de sus formas, existirá siempre. En cuanto al papel, más que un vaticinio, expresa un deseo: “Que tenga la vida más larga posible, como está ocurriendo con el libro electrónico y el impreso, por supuesto adaptando sus tiradas, su contenido y su formato”.