“He sido víctima del castigo que suponía hace unos años la maternidad. Mi contrato vencía dos semanas antes de dar a luz, y los directivos de la cadena en la que trabajaba entonces (una sucursal catalana de COPE) me dijeron abiertamente que en mis circunstancias no me iban a renovar, y que después del parto ya hablaríamos. Para mí fue durísimo, porque nunca tuve problemas de salud ni complicaciones que me obligaran a desatender mis compromisos profesionales. No lo entendí. Me costó mucho regresar al medio, así que sé lo difícil que es volver a coger el tren. Pasé de dirigir y presentar programas magacín a hacer boletines informativos de madrugada. Así fue como llegué a RNE. Estoy segura de que en este momento una situación así no se produciría. Sería de escándalo”. Efectivamente, eran otros tiempos. Tiempos en los que la radio tenía franjas masculinas y franjas femeninas. La mañana era cosa de hombres; la tarde, de mujeres; y en la noche, mayoritariamente, había programas deportivos hechos por y para hombres. “Las mujeres empezábamos a abrirnos paso como colectividad. Hubo pioneras fantásticas, pero eran excepciones. La posición de la mujer entonces estaba más circunscrita a materias blandas (espectáculos, cocina, moda…). Hoy se ocupa de política, economía, ciencia…”.
La prueba del cambio es ella misma, que conduce el magacín matinal de los fines de semana de RNE, en antena desde hace 20 años. “Los medios de comunicación son parte de la sociedad, y todo se refleja en ellos. Pero, a la vez, pueden servir de vanguardia progresista en muchos casos. El éxito de periodistas como Carmen Sarmiento o Rosa María Calaf fue un gran ejemplo para muchas de las que han venido luego. Y en la radio hemos cambiado la tendencia. Hay mujeres en la mañana y hombres en la tarde, pero aún queda mucho camino por recorrer”.
Para Fernández, el ímpetu feminista no es de ahora. La lucha viene de lejos, y hay que reconocer el trabajo de las feministas de largo recorrido, las que lucharon sobre todo en la Transición, dice. “No creo que lo que ahora vivimos sea una moda, pero hay batallas que no se ganan de un día para otro. De todas formas, estoy convencida de que los avances que estamos consiguiendo no tienen vuelta atrás y que por fortuna se están cuestionando muchas actitudes y muchos comportamientos que parecían inamovibles”.
¿Y cuál es el papel que debe jugar el periodismo ante esta coyuntura? ¿Cómo mejorar la visión sobre el género femenino? “El periodismo debe informar con claridad. No hay mejor función que ésa. Sobre el asunto del género femenino, nunca sé muy bien qué se está nombrando. A mí me suena más bien a gramática. Si la pregunta se refiere al sexo femenino, hay que empezar a llamar a las cosas por su nombre; sin eufemismos. En ese caso, la forma de mejorar la visión sobre el sexo femenino es la forma de mejorar la visión sobre las mujeres. Yo no tengo pautas concretas, pero tampoco me gustaría que nadie me las diera. Unos medios sí han modificado sus planteamientos, pero otros no. Y unas mujeres se han sensibilizado más, pero no otras. No hay una forma femenina de contar las noticias. Hay una forma profesional y honrada de hacerlo. Y ésa es la forma que debemos aplicar los hombres y las mujeres”.
Para avanzar en este campo, el reto (para ellas y para ellos) es conseguir la independencia informativa, aplicar una correcta contextualización a las noticias, luchar contra la manipulación y estar al servicio de la sociedad y no de los intereses particulares o políticos. “Si se cumple eso, también se cumplirán los ideales feministas en el periodismo”, señala Fernández. Porque hay muchas amenazas en la profesión: “Las mentiras que circulan por todas partes, los periodistas que no comprueban lo que cuentan y los intereses de las empresas periodísticas (ya sean políticos, económicos, ideológicos…) que amenazan la libertad de sus trabajadores”.
Con respecto a la disminución del número de oyentes de radio, dice que hay que analizar bien el Estudio General de Medios y no quedarse con la última oleada. “Los hábitos cambian en unas estaciones respecto a otras, y a veces se dice que se pierden oyentes porque se compara el verano con el invierno, por ejemplo. Hay que analizar bien todo eso, y no se suele hacer. Nos quedamos siempre con la primera impresión, sin ahondar en los datos. Quizás se pierden oyentes de la antena, pero se ganan en Internet; tanto en directo como gracias a los audios que la gente escucha cuando le apetece. La alianza de Internet con la radio ha sido maravillosa, tanto para los hablantes como para los escuchantes. Los primeros consiguen una audiencia potencial que nunca imaginaron, y los segundos, la posibilidad de escoger, seleccionar y adaptar la oferta a sus gustos. Dicho esto, creo que, efectivamente, no hemos sabido ser atractivos para el público joven. Ahí está el principal y más inmediato reto de la radio”.