“El pasado 8 de marzo [Día Internacional de la Mujer] marcó un punto de inflexión. Ahora hay una perspectiva en la que el género tiene importancia, por fin. Como mínimo, habrá que aprovechar la inercia de esa fuerza y ese movimiento que todas demostramos en hechos reales, porque podría ser un espejismo”, avisa Julia Otero, que se declara feminista desde que cumplió 15 años. “Forma parte de mi manera de ver el mundo”, dice.
“En todas partes, las licenciadas y las profesionales de cada sector son tantas o más que los hombres, pero que haya una invasión de mujeres que han acreditado profesionalmente su valía no es suficiente para romper unas sinergias del pasado que se basan en redes de amistades, de conocidos. Cuando alguien protesta ante la discriminación positiva, siempre digo: es que, si no hay discriminación positiva (esto es, que no hay justicia en la elección de una mujer), la hay negativa, lo que se traduce en un laissez faire histórico de inercia a la hora de colocar a los hombres”.
Otero no es partidaria de discursos feministas, sino de dar ejemplo. “Que las mujeres estén presentes en la radio hablando de lo que saben. Hay que actuar buscando la paridad y a esos tesoros de talento femenino que no suelen estar en el escaparate de las vanidades, donde se les ve mucho más a ellos. Las que tenemos la suerte de poder dirigir un equipo y una franja de radio tenemos la ocasión de buscar entre los profesionales más cualificados las expertas, las tertulianas, las colaboradoras. Si no empezamos a dar ejemplo nosotras no lo van a hacer los demás. Hay que buscar a las mujeres, mucho más que a los hombres, porque nos hacemos menos visibles que ellos (y ese es un problema nuestro). Cuando he hecho una propuesta a alguien para incorporarse como colaborador a un programa, normalmente me encuentro con que los hombres, como mucho, dudan de si pueden tener tiempo para hacerlo, pero no dudan de su valía; en cambio, incluso las mujeres más brillantes suelen dudar. “No sé si estaré preparada para hacer frente a lo que supone improvisar sobre…”, te dicen. Y lo último que preguntan es cuánto les vas a pagar. Suele ser una de las primeras preguntas de los hombres”. En ese mea culpa que recomienda entonar, también se incluye el reparto de responsabilidades. “Conozco a más de una periodista de enorme valía que ha rechazado en su momento dirigir algún medio o suplemento, no quisieron dar el paso. Seguramente porque la vida nos aprieta mucho, nos obliga a estar también en la guerra doméstica. Como uno no llega a todas partes, y como nos culpabilizamos mucho más, solemos ser las primeras en renunciar. Hay que empezar a plantearle a la pareja que las renuncias (también a la promoción profesional) tienen que ser compartidas, como las obligaciones familiares”.
La periodista deja claro que ésta no es una revolución contra nadie, sino a favor de todos. “Hay que reventar de una vez esa idea que el neomachismo intenta inculcar de que feminismo y machismo son términos simétricos. Esa simetría solo existe en mentes ignorantes o interesadas. El feminismo no pretende la humillación de los hombres ni un papel secundario para ellos, sino justicia para las mujeres, que no es lo mismo. Los que dicen “ni machismo ni feminismo”, que lean un poco. No conozco a ningún hombre interesante que se sienta amenazado por el movimiento feminista. Y estoy rodeada de hombres interesantes”.
El empuje que le darían a la causa algunas políticas también sería deseable para Otero. “Tú puedes ser liberal, tener criterios contrarios a la socialdemocracia, incluso, y ser feminista. Las dirigentes de partidos de derecha tienen que dar el paso que ya dio Ana Patricia Botín [presidenta de Banco Santander]. La palabra feminista aún les produce cierta zozobra que deben superar, porque ellas mismas también son víctimas del machismo en las filas de su partido, como lo son las de los partidos de izquierdas”.
En su sector, el periodismo, también hay amenazas que superar. La primera de ellas, que la verdad está dejando de tener importancia. “Es una amenaza para el periodismo, pero también para la convivencia, la democracia y los valores fundacionales de la Unión Europea, para el mundo que conocemos. Que la verdad sea relativa, que se mezclen opinión e información y que lo importante sea no la realidad, sino las percepciones de la realidad que generamos en la gente… Si la verdad no cuenta, ¿para qué queremos periodistas? Si nos llega mucha información, y nos acostumbramos a que sea gratuita, la información que nos llegará será la que desee aquel emisor, que querrá barrer para casa. Nos hemos acostumbrado al gratis total y nadie está dispuesto a pagar por la información. El camino más corto para enderezar esto es la educación, que la gente tenga pensamiento crítico, que sepa discernir, que busque diferencias entre varios periódicos y radios. Y que tenga una mirada crítica ante todo”.