Empresas

Un problema del ‘aquí’ y el ‘ahora’

Charo Izquierdo, directora general de Mercedes Benz Fashion Week Madrid, conduce la mesa redonda. Bueno, hay dos mesas y son cuadradas, pero es lo de menos. Alrededor se sientan Marieta de Rivero, presidenta de International Womens Forum Spain & consejera independiente de Cellnex Telecom; Isabel Perea, socia de la Auditoria Grant Thornton; Marieta Jiménez, presidenta y directora general de Merck en España y Paloma Real, directora general de Mastercard España.

Izquierdo lanza una pregunta. La primera en hablar es Marieta de Rivero y señala una prioridad estratégica: la diversidad. “Es necesario que los CEOs se centren en esto; hasta ahora, sólo un porcentaje mínimo lo hace”. Isabel Perea se suma a esta idea y añade que “sin un claro convencimiento de las empresas sobre las ventajas de este cambio hacia la igualdad, no podremos hacer nada. Con mayor equidad obtendremos mejores resultados económicos”. Y aquí aparece una de las claves fundamentales: los resultados económicos. ¿Por qué? Marieta Jiménez lo aclara en una frase: “La única forma de cambiar la aguja es el enorme impacto que esta transformación tiene a nivel económico. Si fuéramos capaces de demostrar este impacto, los resultados de los informes cambiarían en breve. Ningún empresario diría que no”.

Pero, ¿qué puntos deben tratarse para lograr una mayor diversidad en las empresas? Lo primero sería no hablar de diversidad. Eso plantea la presidenta y directora general de Merck en España: “

Prefiero hablar de igualdad de género que de diversidad, pues la diversidad, pienso, se refiere a muchas más cosas”. Vale, aclarado esto, ¿qué puntos deben tratarse para lograr una mayor igualdad de género?

El compromiso podría ser un primer escalón. Isabel Perea lo ve de esta forma: “Si logramos un equipo comprometido, el cambio es posible. Si no hay una clara definición de los objetivos y la forma de evaluar, estamos perdidos”.

Una cultura de igualdad y unos objetivos concretos serían el siguiente paso. Paloma Real lo tiene claro: “Hay dos desafíos, el cultural y el trabajar por objetivos. A nivel de negocio, es positivo que la empresa no penalice a uno de los lados y, además, que existan recompensas -como sucede en Mastercard con grandes resultados-”. Esta ‘cultura’ posibilita la transición hacia un modelo nuevo, pero debe incluir otras cuestiones para poder desarrollarse. Y es aquí donde entra el siguiente escalón: las nuevas formas de trabajo.

Marieta de Rivero salta sobre este tema con una crítica: “En España sigue teniendo mucho valor lo presencial, pero debemos liderar y desarrollar nuevas formas de trabajo si queremos tener resultados a corto y medio plazo”. Isabel Perea responde con las exigencias, en esta línea de las nuevas generaciones, quienes buscan un trabajo flexible, por objetivos. Esas nuevas exigencias -y la necesidad de adaptarse a ellas- se traducen en una transformación del ambiente. Por supuesto, este -el ambiente- es un punto más para lograr la diversidad laboral. Así lo explica Marieta Jiménez:

“Hacer lo que te gusta, trabajar en un entorno que te hace feliz… lo cambia todo. Debemos trabajarlo para alcanzar esos objetivos”.

Si tenemos tan claros los puntos, ¿por qué no ha llegado la transformación? Y lo que es peor, ¿por qué otros países que comenzaron más tarde han adelantado a España por la derecha? Quizá la piedra que bloquea el desarrollo tiene nombre y apellidos: cada uno de los trabajadores que, de un género u otro, asumen sus limitaciones y dificultan el avance de estos nuevos modelos. La presidenta de International Womens Forum Spain propone la autocrítica y “analizar cuántas veces no hemos sabido actuar o responder”.

Compromiso, definición de objetivos, nueva cultura y formas de trabajo, un mejor ambiente y, sobre todo, mucha autocrítica hasta acabar con las barreras inconscientes de cada trabajador. Quizá se queden fuera muchos puntos importantes, pero al menos queda claro que este es un problema del ahora’, algo que no dejar para después con la esperanza de que ‘el tiempo lo arregle’.

“Mis hijas”, cuenta Marieta Jiménez, “me preguntaron durante una cena: Mamá, ¿tú eres feminista? Yo no lo había pensado. Pero al final, cuando ves a los jóvenes, te das cuenta de que no podemos dejar pasar más generaciones para que cambien las cosas”.