Mejor tarde que nunca, María Fernanda Amorim (Portugal, 1935) con nada más y nada menos que 89 años, es la persona más rica de Portugal. Figura como una de las escasas ocho mujeres que configuran la lista de las personas más ricas de cada país, gracias a su fortuna labrada dentro de la silenciosa pero rentable industria del corcho. Desde el fallecimiento de su marido y exitoso empresario Américo Amorim en 2017, se hizo con Corticeira Amorim o Amorim Cork, la mayor productora de corcho a nivel mundial.
Viuda y heredera del imperio mundial del corcho, se estima que junto a sus tres hijas, Paula, Marta y Luisa, maneja un patrimonio neto de 5.700 millones de euros. A través de la empresa familiar de su marido especializada en la fabricación y comercialización del corcho, se ha posicionado como la persona número 522 dentro de la lista de las personas más ricas del mundo.
La familia Amorim lleva apostando por el negocio del corcho desde hace más de un siglo y medio. Desde su origen, se visionó un potencial invisible a ojos de la sociedad de la época, en esta materia prima 100% natural, cuya utilidad no estaba aprovechada en su máximo esplendor. A partir de su transformación material y de utilidad y su exitosa orientación estratégica empresarial, hoy en día, Corticeira Amorim está presente en más de 100 países de los cinco continentes y cotiza en los mercados capitales desde 1988.
Esta conquista financiera nacional de influencia mundial, comenzó en 1963 cuando Américo Amorim cogió las riendas de una empresa pequeña y cómoda familiar de tapones de corcho, ubicada en la tradicional ciudad de Oporto que fundó su abuelo, Antonio Alves Amorim, en 1870. Durante su cargo de más de seis décadas, Américo o el rey del corcho convirtió Corticeira Amorim en el titán del sector, cuyo legado alcanzó cifras por ese entonces insospechadas. Esta cocción lenta de fortuna multimillonaria que hizo a los Amorim la familia más rica de Portugal, fue a base de trabajo duro a través de una visión más allá dentro de un país, por ese entonces cerrado de puertas para dentro. Tras la Revolución de los Claveles en 1974, el quinto de los ocho nietos del fundador de la empresa, aprovechó las circunstancias y apostó por la internacionalización de su producto a lugares como China, India y países árabes, además de seguir fortaleciendo su holding en las empresas nacionales del sector. Desde entonces, su corcho ha cruzado y unido todo tipo de fronteras.
Las cifras multimillonarias que hoy yacen en el legado familiar de María Fernanda, no solo proceden de los ingresos conseguidos por la propia actividad empresarial de la empresa durante tantas décadas, sino que vienen de otras actividades financieras y de inversión de mucho valor y éxito.
Américo se hizo con millares de hectáreas en las regiones del Duero y Alentejo, además de participar en la fundación del Banco Nacional de Crédito -más tarde absorbido por el Banco Popular-, Banco BIC y Telecel. No obstante, su mayor activo reside en su 19,5% de participación en la petrolera portuguesa Galp Energía, en la que actualmente su hija Paula está a cargo de su presidencia. Asimismo, también fue partícipe de grandes proyectos turísticos en Mozambique y en Brasil en las zonas de Baia y Maraú.
En la quinta generación Amorim está Paula (Oporto, 53 años), la hija mayor de Américo y María Fernanda, quien claramente tiene la ambición que conlleva su apellido. Tras haber trabajado como el brazo derecho de su padre durante unos años en la empresa familiar, como vicepresidenta, no encontró su sitio en el corcho familiar. Entonces, en 2016 asumió el cargo de la presidencia del directorio de Galp Energía y es actualmente su mayor accionista. Desde su posición de alto cargo en la industria petrolera, su espíritu emprendedor le impulsó a probar en otro sector, la moda. En 2019, decidió lanzar su propia marca de moda artesanal bautizada con su nombre, en la que muestra a través de bordados la calidad que existe en la moda portuguesa.
Después del corcho, llega el vino
María Fernanda es además una coleccionista de nacimiento. En 2017 fundó la única finca del Duero con un Centro Museo del Vino. Ubicado en Quinta Nova de Nossa Senhora do Carmo, su colección reúne el ciclo reproductivo del Vino de Oporto y piezas de los siglos XIX Y XX que preservan y representan la memoria cultural de esta región.
Es una colección única es Portugal y en 2018 recibió el premio de la Asociación de la Museología Portuguesa como la mejor «Colección visitable».