El Parlamento Europeo ha dado este miércoles el visto bueno definitivo a la revisión del plan para la red transeuropea de transporte (RTE-T) que plantea completar los principales proyectos transfronterizos como la línea de alta velocidad Lisboa-Madrid para 2030 o el corredor Mediterráneo desde Algeciras a Budapest.
Este plan se centra en particular en carreteras, ferrocarriles, puentes y túneles transfronterizos con el objetivo de eliminar cuellos de botella y abordar conexiones pendientes antes de 2030 y ha salido adelante con 565 votos a favor, 37 votos en contra y 29 abstenciones.
Este nuevo reglamento ha sido aprobado con el voto en contra del PP español, que se he quedado prácticamente solo en el grupo popular. También han rechazado el plan los eurodiputados de Vox y de Unidas Podemos.
«Una vez más, el PP se posiciona en contra de un acuerdo que es positivo y prioritario para los intereses de España», ha criticado la parlamentaria socialista, Isabel García Muñoz, quien ha defendido que el plan servirá para ejecutar a tiempo las conexiones con Francia algo «imprescindible para que el resto de la red de transporte española funcione a su máximo potencial». «No se entiende que el PP español haya votado en contra de los intereses de nuestro país», ha defendido la eurodiputada.
La actualización del plan plantea una red de ferrocarriles, carreteras, vías navegables interiores y rutas de transporte marítimo de corta distancia conectadas a través de puertos y terminales en toda la UE. Entre los principales proyectos figura la línea ferroviaria de alta velocidad entre Lisboa y Madrid que una ambas capitales en menos de 4 horas.
Los principales proyectos deben estar finalizados antes de 2030, según el plan aprobado por la Eurocámara, a fin de contar con un despliegue de infraestructura amplio para finales de 2050.
Asimismo establece que los ferrocarriles de la red básica de la RTE-T estén electrificados, circulen a 100 km/h en el caso del transporte de mercancías y atraviesen las fronteras interiores de la UE en menos de 25 minutos de media a finales de 2030. Una velocidad mínima de 160 km/h debería convertirse en la norma en los trenes de pasajeros a partir de finales de 2040.
De esta forma, el plan busca hacer realidad que el ferrocarril compita con el transporte por carretera, ha explicado la ponente popular Barbara Thaler. «Corresponde ahora a la Comisión garantizar que los Estados miembros cumplen sus obligaciones y presionarles si no hacen lo necesario», ha subrayado.
El plan tiene en cuenta también la movilidad militar para construir o mejorar infraestructuras. El Ejecutivo europeo tendrá que realizar además un estudio sobre movimientos a gran escala acordados con poca antelación en toda la UE, a fin de facilitar la planificación de la movilidad militar.