Es muy difícil mantener el control de nuestra vida en todo momento. Lo que es cierto es que a veces perdemos el control con demasiada facilidad. Procesar las cosas que nos traumatizan es muy difícil, pero es muy efectivo. Sin embargo, procrastinar todas las emociones puede parecer bueno en el momento, pero es muy poco efectivo al final del día. Cuando tus emociones controlan tu vida, estás estancado. Seguramente te encuentres en un círculo en el cual repitas los mismos patrones de conducta y hábitos tóxicos.
Esto tiene una explicación, le pasa a muchas personas aunque creas que te encuentras solo en esta situación. Lo importante es aprender a organizar o procesar cómo te sientes y lo que deberías pensar y hacer con todo ello. Organizar tus emociones te lleva a contextualizarlas. Aprenderás de dónde vienen, si son útiles o no y todo aquello que te están intentando decir. Puedes ser consciente de las cosas que estás sintiendo, pero ser consciente y no hacer nada al respecto no te va a ayudar para nada.

Haz una lista de tus sentimientos
Puede que necesites escribir una nota con los diferentes pensamientos y sentimientos que tienes a lo largo del día. Puede que sean muy contradictorios. En esta lista vale todo mientras sea lo que realmente sientes. La mentalidad del “todo o nada” que en ocasiones intentamos instalar en nuestras vidas, solo consigue agotarnos y quemarnos. Esto nos lleva a tomar malas decisiones. Por ello, con esa lista a plena vista, podrás saber con más facilidad lo que realmente necesitas.
Haz una lista con tus preocupaciones
Escribe todas aquellas cosas sobre las que te tienes que preocupar. Anota todo aquello que te sucede a diario y que por un motivo o por otro te está preocupando. Después, tómate tu tiempo para sentarte y revisar esta lista. Puede que una vez empieces a mirar tus preocupaciones te des cuenta de que muchas de ellas son ilógicas. Por supuesto, habrá algunos puntos a los que deberás prestar bastante atención. En lugar de lamentarte, puedes empezar a encargarte de ellos uno por uno.
Escribiendo tus emociones y tus sentimientos, lograrás identificarlos y saber de dónde vienen. Es una forma de educarte a ti mismo, de saber cuál es la diferencia entre las cosas que puedes controlar y las que no puedes controlar. Ten claras cuáles son tus metas a largo plazo y ataca a todas esas preocupaciones.