Elon Musk, fundador de Tesla, anunció con confianza en 2017 que un nuevo Tesla Roadster de segunda generación –un deportivo para la gama– llegaría para 2020. El elegante cuatro plazas, que parecía notablemente convencional teniendo en cuenta que era del excéntrico fabricante de automóviles eléctricos, prometía un rendimiento extraordinario. Durante la rueda de prensa, el multimillonario afirmó que el vehículo podría acelerar desde parado hasta los 100 km/h en sólo 1,9 segundos, recorrer el cuarto de milla en 8,8 segundos y alcanzar una velocidad máxima superior a los 250 km/h. Estas cifras, de ser ciertas, convertirían al Tesla Roadster en uno de los vehículos más potentes de la carretera.
Siete años después, la segunda generación del Tesla Roadster no es más que una promesa. Sin embargo, Elon Musk ha vuelto a poner el vehículo bajo los focos con afirmaciones aún más extraordinarias sobre su rendimiento antes de su (de nuevo prometido) lanzamiento en 2025. Hace un mes, afirmó que el Roadster podría pasar de 0 a 100 km/h en menos de un segundo, casi el doble de rápido que su afirmación original. Informes recientes de Automotive News y Jalopnik afirman que el deportivo incluirá tecnología de SpaceX, otra empresa propiedad de Musk, tendrá cohetes… y puede que incluso vuele.
Las afirmaciones del fundador de Tesla han desatado el frenesí en los medios de comunicación, dejando a los consumidores confundidos… y con razón.
Lanzar un turismo de 0 a 100 km/h en menos de un segundo requiere una potencia increíble y un agarre tenaz (suponiendo que se utilicen ruedas motrices para la propulsión). Las matemáticas –la aceleración es una ecuación entre masa y propulsión– revelan algunas cifras dudosas. Según Jalopnik, un vehículo que alcanzara los 100 km/h en menos de un segundo tendría que acelerar con una fuerza equivalente al menos a 2,8 veces la fuerza de la gravedad (la mayoría de los vehículos aceleran con no más de 0,3 g de gravedad), lo que marearía y enfermaría a la mayoría de los conductores y ocupantes no astronautas. (Si se lanza una bola de bolos por la ventana de un rascacielos, acelera a 100 km/h en 2,73 segundos, cortesía de la gravedad terrestre). Hasta la fecha, no ha habido ningún vehículo de producción homologado que se le acerque: el Tesla Model S Plaid, uno de los vehículos más rápidos de la carretera, es el doble de lento en condiciones ideales. En otras palabras, las probabilidades de que el Tesla Roadster alcance la aceleración de referencia de 100 km/h en <,99 segundos son bajas.
Montar cohetes en el Tesla Roadster añadiría un empuje considerable. Desde el punto de vista de la ingeniería, esto tiene sentido, ya que reduce la carga de trabajo de los motores y disminuye el agarre necesario. Los rumores dicen que Musk utilizará diez cohetes propulsores de gas frío, cada uno de los cuales disparará aire comprimido. Aunque el uso de nitrógeno inerte o aire atmosférico comprimido es menos destructivo que las versiones en miniatura de los cohetes de combustible (temperaturas de escape que superan los 5.800° F. grados), el aire sigue siendo expulsado por las boquillas de la parte trasera del vehículo ¡a más de 1.500 mph! La viabilidad de ofrecer un vehículo asistido por cohetes en vías públicas con otros coches, ciclistas y peatones es poco menos que absurda.
Ningún fabricante de automóviles ha ofrecido nunca al público un coche volador comercialmente viable. Hay problemas de física (un vehículo volador necesita alas o palas de rotor que lo eleven), de habilidad (¿ofrecerá Tesla clases de vuelo?) y obstáculos legales (¿otorgará la Administración Federal de Aviación (FAA, siglas en inglés) al Tesla Roadster la licencia de aeronave?). Y todos estos problemas presuponen que el público se siente cómodo con coches de 1.500 kilos de peso pilotados por principiantes, algo que no ocurrirá.
Elon Musk y Tesla producen una serie de automóviles que revolucionan el sector, como el reciente Cybertruck, pero el Tesla Roadster, en eterna gestación, se está convirtiendo cada día en un deportivo menos convencional. La mayoría de los expertos en automoción afirman que Musk acabará fabricando el biplaza. Aun así, será prohibitivamente caro, de muy bajo volumen y puede que ni siquiera sea legal en la calle: considéralo un truco publicitario bien orquestado.