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Empresas

Las claves del paso de jefe a líder

La figura del líder es tremendamente complicada. Existen muchos tipos de líderes de distinto calibre. Cada persona tiene una concepción diferente sobre el liderazgo y sobre las cualidades que un líder debe tener, que le convierten en una persona a la que admirar y en la que creer. Es cierto que siempre existe cierto suelo común donde todos ellos pueden pisar. Pero los líderes más significativos son aquellos que no solo apuntan para conseguir el éxito empresarial, estos líderes quieren conseguir algo más grande.

Los líderes que se diferencian de los jefes son aquellos que ayudan verdaderamente a sus empleados, que se preocupan en profundidad por la cultura de la empresa y por las vidas de sus empleados. La cultura de las empresas de estos líderes sugiere, o más bien deja completamente claro, que los empleados están contribuyendo en todo, que sin ellos nada sería posible. Una de las grandes preocupaciones de todas las personas es pensar que su vida se está yendo al garete, que realmente no están haciendo nada de provecho. En estas empresas es imposible que los empleados tengan este pensamiento. Esta es la verdadera diferencia entre un jefe y un líder.

No es el tipo de liderazgo más común, pero al menos existe. Mientras existan ejemplos siempre habrá esperanza de que en un futuro cada vez más jefes den el paso a este tipo de liderazgo. El liderazgo no se basa en la autoridad, o al menos no debería hacerlo. Como líder, es importante que tus empleados crean en tu visión. Si no lo hacen, seguramente estés fallando en tu tarea. La autoridad es importante, siempre que se acompañe con un propósito mayor. Este propósito es sentir que tus empleados quieren trabajar para ti, que no lo están haciendo por obligación. Esta es la diferencia entre la autoridad formal y la autoridad moral, una inspira y la otra hace tremendamente infelices a tus trabajadores.

Uno de los errores más graves de muchos jefes es querer alcanzar metas poco realistas que solo ponen una presión innecesaria en sus empleados. Un verdadero líder tiene una visión clara, una serie de metas a obtener, pero sabe cuando son realizables y cuando no lo son. No paga su frustración con su equipo porque es consciente de que todos comparten la misma meta al final del día. El conjunto de todo lo anterior es la clave para pasar de jefe a líder. Aunque no es solo todo lo anterior, es fundamental tener ganas de realizar este cambio.