Con la perspectiva que me da la distancia, al estar sentado frente a la ventana contemplando la ciudad de Denver, se me pasa por la cabeza la idea de cuál será el futuro de Europa. Me da la sensación de que, en algún momento, en el último trimestre de 2021, alguien planteó una partida de ajedrez por equipos. En principio, de una parte, EE.UU y la Unión Europea y, frente a ellos, la Federación Rusa y la República Popular China.
El tablero de juego se fijó sobre el territorio de la República de Ucrania, cuya población, tristemente, se convirtió en peón de la macabra partida que se viene disputando desde el 24 de febrero de 2022.
Desde entonces y hasta ahora, y con la perspectiva que me da el tiempo, la verdad es que he visto cómo, poco a poco, Europa retaba en la partida de ajedrez a Rusia; si por algo se ha distinguido Rusia, precisamente, ha sido por tener grandes jugadores de ajedrez, como grandes jugadores de ajedrez ha tenido EEUU -me vienen a la cabeza las partidas entre Anatoly Karpov y Bobbie Fischer que nos comentaban en el noticiero de la primera cadena, cuando sólo había 2 canales públicos en nuestros televisores-; sin embargo, no se me viene a la cabeza el nombre de ningún campeón europeo… que me perdonen, pero no recuerdo ninguno y, seguramente, ahí radica el problema.
Europa, mejor dicho, los dirigentes de la Comisión Europea, se embarcaron en esa aventura de promover la guerra de Ucrania, “hasta el último ucraniano”. En el camino, la voladura del Nord Stream cortó el cordón umbilical de la energía barata de Alemania y, con ello, la capacidad productora del que otrora era el líder indiscutible y súper potencia industrial (vale la pena leer el informe de la RAND corporation “Extending Russia” de Abril de 2019, en donde se escribió, en parte, el guion de lo que ha venido sucediendo después). El mismo Holger Zschaepitz, renombrado periodista alemán, se hacía eco de esta situación en su cuenta de X (antes Twitter), achacando esta situación tanto a la tarifa eléctrica (una de las más caras de Europa, sólo por detrás de Italia) a la que se enfrentan las industrias alemanas como a la parálisis política del gobierno alemán. Así pues, con la locomotora de la Unión Europea herida mortalmente (su talento y sus factorías están buscando huecos en otras latitudes, principalmente en los EE.UU o en China), ¿cuál es la situación en la que nos quedamos el resto de los países? ¿Seguiremos imprimiendo euros sin parar, con el consiguiente efecto inflacionario que se produce en la economía? ¿Se verán afectados los países europeos por la bajada en el consumo de servicios del gigante teutón?
Como hotelero mallorquín, me preocupa mucho que no haya más debate y más información sobre lo que le está pasando a Alemania y, por ende, a Europa… ¿Nos han dado el Jaque Mate?
CEO Grupo Cap Vermell