23 de septiembre de 2010. La semana de la moda de Milán transcurría como de costumbre, los editores de moda sufrían el calor de la ciudad y en los pies de las modelos empezaban a notarse los efectos del trajín de esos días. Llegó el momento del desfile de Prada y, al salir de aquel recinto, la industria había cambiado. No radicalmente, pero sí había pasado algo que determinaría en bastante medida su futuro. Las modelos llevaban gafas de sol. Esto en sí mismo no supuso una novedad muy llamativa, pero sí las características de esas gafas. Su diseño era tan marcado, que formaba parte de la colección en la misma medida que la ropa, los bolsos o los zapatos. Esas gafas, bautizadas con el contradictorio nombre minimalbaroque,todavía se venden.
Y con ellas la industria de las gafas de sol se renovó por completo. No sólo porque a partir de entonces muchos diseñadores utilizaron el mismo recurso, sino porque a la vez se produjo un cambio en el consumidor: podía formar parte de la comunidad que desease, por un coste de unos 250€ frente a los 1.000 que suelen alcanzar las prendas de sus firmas favoritas. Se creó así un hábito de consumo que ayudó también a aquellas firmas que sólo se dedican al mercado de la óptica (hoy, cualquiera que esté al día conoce nombres como Illestevao Thierry Lasry), y que venden sus productos tranquilamente a un precio similar al de las marcas de renombre. Llamémoslo “todo por el look”.
Chanel cuenta éste verano con unas enormes gafas adornadas con perlas (como la mayoría de las prendas de la colección de ropa), Burberry con unas pequeñas y redondas que Cara Delevingne se llevó directamente de la pasarela a las calles de Londres, y Dolce&Gabbana ha colocado las suyas a las mujeres más influyentes del mundo de la moda. Pero el negocio no sólo depende de éstos grandes nombres. Las licencias de las firmas de moda mencionadas hasta el momento pertenecen a Luxoticca, un gigante italiano que se dedica a la fabricación, distribución y comercialización de gafas de sol y monturas para gafas graduadas. En pocas palabras, el sistema funciona así: la marca en cuestión cede la licencia en exclusiva a Luxoticca en un acuerdo con una duración de entre tres y diez años a cambio de una parte de las ventas (entre un 5 y un 14% en función de la firma).
Luxoticca cuenta también con licencias de Bvlgari, Tiffany&Co., MiuMiu, Stella McCartney o Versace entre otras; y posee nombres tan conocidos como Ray-Ban, Oakley y Persol. Sólo el año pasado fabricó 75 millones de gafas que se pusieron a la venta a través de 7.000 puntos de venta minoristas propiedad de la misma empresa o de terceros (centros comerciales, ópticas de particulares) con unas ventas de más de 7.000 millones de euros (un 14% más en que 2011). Y todo empezó en 1961, con un pequeño negocio ubicado en Milán en el que Leonardo Del Vecchio (ahora presidente de la compañía) vendía pequeñas piezas para la fabricación de gafas.