Mentirosos empedernidos, seriales, estafadores, artistas del plagio. La historia está llena de estos personajes y en muchos sentidos son los héroes de nuestra era, como señaló Mario Vargas Llosa: en la era del espectáculo en que vivimos, el histrión es el rey de la fiesta. No nos interesan las personas normales, sólo los fabuladores o los vendedores.
El premio Nobel se refería al último paradigma español del mentiroso de talento: Francisco Nicolás Gómez-Iglesias, antes conocido como ‘el pequeño Nicolás’, cuyo oscuro encanto escondido tras sus ojos azules y una sonrisa infantil se hizo merecedor del máximo reconocimiento de esa era del espectáculo: una serie que reconstruye su carrera como mentiroso profesional.
Francisco Nicolás Gómez-Iglesias nació el 18 de abril de 1994 en Madrid. A los 15 años entró en contacto con Jaime García-Legaz, futuro secretario de Estado de Comercio en el gobierno de Mariano Rajoy de 2011 a 2016. Aprovechando su nombre, el joven logró entrar en los círculos conservadores de la ciudad. Cada vez que se encontraba con alguien importante se le acercaba diciendo que era colega de García-Legaz, se hacía una foto y la siguiente vez la utilizaba como nueva acreditación. Era seguro y confiado, era imposible no creerle.
A los 18 años, Gómez-Iglesias comenzó la carrera de Derecho en el CUNEF, donde accedió falsificando su DNI para que su amigo Manuel Avello, hijo del embajador de España en Egipto, Arturo Avello Díez del Corral, se presentara al examen de selectividad en su lugar. Al chaval no le importaban mucho los estudios: los investigadores, al momento de su (spoiler) detención, el 14 de octubre de 2014, descubrieron que había aprobado muy pocos exámenes, pagando incluso a cuatro personas diferentes para que los dieran en su lugar.
Francisco Nicolás tenía ambiciones mucho mayores y en pocos meses se hizo con contactos de altísimo nivel gracias a su locuacidad, imaginación y descaro. Como él mismo explica en el vídeo promocional de la serie: ”Era el puto amo y quería ser todavía más el puto amo. Me lo creía tanto, que los de mi alrededor también se lo creían”. El médico forense que lo examinó tras su detención lo definió como un hombre «con una personalidad megalómana y narcisista».
También era un perfeccionista: estudiaba sus objetivos antes de entrar en contacto con ellos, desgranaba con soltura números, nombres y anécdotas, guardaba un álbum de fotos suyas en compañía de los más ricos e influyentes de España. La instantánea más famosa es la que le retrae mientras le da la mano al Rey Felipe VI durante su coronación, en otra está sentado en un acto junto a José Maria Aznar, o mientras intercambia apretones de mano con los jugadores del Real Madrid en el palco de honor del Bernabéu.
Según el interlocutor que tenía delante se hacía pasar por dirigente de los jóvenes del Partido Popular, enviado del Gobierno, miembro del CNI e incluso hijo ilegítimo de don Juan Carlos. Para sustentar el aura de poder con la que se había envuelto, Gómez-Iglesias alquiló un coche de lujo, siempre el mismo (para que realmente pareciera el suyo), y acudía a sus citas con escolta. Nadie se preguntaba quién era realmente este chico tan descarado, todos sabían que era alguien importante y le trataban como tal.
El 14 de agosto de 2014, Frankie, como era conocido en su círculo más íntimo, difundió el rumor de una visita del rey Felipe VI a la ciudad gallega de Ribadeo; en realidad se presentó él solito con cuatro coches de escolta y ocho agentes para su protección, las sirenas a todo trapo y la policía local abriéndole paso. Don Nicolás confesó más tarde que simplemente quería «darse una escapada a todo lujo», con tanto de comida reservada en el Real Club Náutico en compañía del presidente de Alsa, Jorge Cosmen.
Además de fingir ser quien no era, la principal acusación que se le ha imputado es haber aprovechado sus contactos para acceder a documentos confidenciales con los que pedir dinero a cambio de favores de diversa índole. El joven se presentó ante un empresario como intermediario del Gobierno, que supuestamente podía facilitarle la venta de un inmueble en Toledo. Habló en nombre de la entonces vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, y entregó documentación con membrete del Ejecutivo. Los investigadores comprobaron también que Gómez-Iglesias propuso un acuerdo a OHL y Acciona: dinero a cambio de desbloquear algunas inversiones y negocios en diferentes sectores, todo ello haciéndose pasar por consultor del Gobierno de Mariano Rajoy.
Fingiéndose miembro del CNI, Francisco Nicolás se puso en contacto con el abogado del ex presidente de la Genaralitat, Jordi Pujol i Soley, prometiéndole ayuda en el caso de fraude fiscal en el que estaba implicado. A cambio de dinero, por supuesto. Pero al Ícaro de los estafadores se le quemaron las alas cuando intentó contactar directamente con el rey emérito para ofrecerle su asesoría respecto a los problemas legales de la infanta Cristina.
Los psicólogos enseñan que la mitomanía genera una auténtica adicción a la mentira.
Incluso el día de su detención, según informaron los periodistas Daniel Montero y Luis Rendueles, Francisco Nicolás no aceptó tirar la toalla. Mientras lo conducían a comisaría pidió pasar por su chalet de Madrid, alquilado a Kyril de Preslav, hijo del ex zar Simeón de Bulgaria, ya que supuestamente tenía que atender a un negocio de 20 millones de euros con el ex ministro Miguel Ángel Moratinos y el dictador Obiang de Guinea Ecuatorial. Al parecer, Nicolás también le ofreció a un agente un puesto como ministro en el gobierno de Guinea Ecuatorial a cambio de dejarle huir.
Francisco Nicolás Gómez-Iglesias ha recibido varias condenas por sus ‘años increíbles’. El 9 de junio de 2021 la Audiencia Provincial de Madrid le condenó a un año y nueve meses de prisión y 2700 euros de multa por la falsificación de su DNI en el examen de selectividad. Ese mismo año, recibió una pena de prisión de tres años por un delito de usurpación de funciones públicas y otro de cohecho activo por el episodio de Ribadeo.
El 12 de diciembre de 2022 acató una condena a tres años y cinco meses de prisión por delitos de usurpación de funciones públicas y falsedad en documento oficial, al simular ser un enviado del Gobierno para la intermediación en la venta de una finca en Toledo. Finalmente, en marzo de 2023, el joven Nicolás fue sentenciado a cuatro años y tres meses de prisión por urdir una trama para conseguir información confidencial. Las condenas del ya treintañero Gómez-Iglesias suman un total de 8 años y 2 meses de cárcel.
David Foster Wallace así empieza su relato ‘El neón de siempre’: “Toda la vida he sido un fraude. No estoy exagerando. Casi todo lo que he hecho todo el tiempo es intentar crear cierta imagen de mí mismo en los demás. La mayor parte del tiempo para caer bien o para que me admiraran. Tal vez sea un poco más complicado que esto. Pero, si uno lo piensa bien, se trataba de caer bien y de ser querido. Admirado, aprobado, aplaudido, lo que sea».