Opinión Kerman Romeo

Bendito corte de pelo

Hay elementos físicos capaces de cambiar una estadística.

¿Hace falta creer en algo para ser supersticioso? No lo sé, pero a mí a ratos me pasa como a la canción de C Tangana con Nathy Peluso: “Yo era ateo, pero ahora creo”. Me da mucha rabia ir en contra de la razón, pero tengo demasiadas supersticiones. En la Universidad pensaba que el examen me saldría mal si antes de hacerlo no escuchaba los 43 segundos que dura Happy Holidays, You Bastard, de Blink 182; ha habido ropa que he dejado de ponerme por haberla vestido en un mal día; tengo gayumbos de la suerte, aunque no sé para qué; si me siento en la parte trasera derecha de un coche, me pongo nervioso por no tener la misma visión que el conductor. Puede que esté confundiendo algunas manías casi clínicas con supersticiones, pero lo cierto es que no vivo ajeno a ellas y, de hecho, pienso que a veces, incluso cuando son rocambolescas, tienen cierto fundamento.

Ayer me encontré por X una imagen que me pareció curiosa y que confirma varias teorías personales que había expresado a mi gente cercana en más de una ocasión, siendo tildado de loco. En la foto se veía una estadística de un jugador de baloncesto que ofreció la televisión de la NBA. En ella, se plasmaba cómo Jonathan Kuminga, de los Golden State Warriors, había mejorado significativamente sus números después de cortarse el pelo. ¿Quién fue el genio que decidió pedir a la máquina que analizase algo así? ¿Por qué no es ya candidato a competir con Biden en las siguientes elecciones? Háganlo ya, por favor. Que no pase desapercibido el dato, tras cortarse el pelo, había pasado a ser un jugador mejor. ¿Es eso posible o sólo es casualidad? ¿Azar?

Hace años que defiendo que Raúl González Blanco, el eterno 7, fue mejor futbolista con el pelo corto que cuando se dejó la melena con efecto pelo mojado. También en la universidad tuve la sensación de que hacía los exámenes mejor cuando hacía menos de quince grados. Durante más de una década he sido tildado, no sin razón, de loco, pero ahora me pregunto si tendría razón. Ojalá hubiera habido alguien que me aportase facts que lo confirmasen o desmintiesen, alguien que pensase de forma creativa, como la persona que lo hizo en la NBA, que plasmase curiosas estadísticas. ¿Jugó mejor Raúl con el pelo corto? ¿Subió la intención de voto de Aznar cuando se musculó y afeitó el bigote? ¿Marcaba más goles Bale sin el moño? ¿Qué Nadal ganaría, el pre o el post-Turquía?

Al margen de lo divertido que sería conocer estos datos, de verdad pienso que algunos cambios físicos significativos pueden tener un impacto real. Pensando en Kuminga, el jugador de baloncesto, puede que un cambio tan llamativo se base en una estadística con poca base (poco tiempo), pero también que un buen corte de pelo haya supuesto un aumento de su autoestima, o que haya pasado a intimidar más a los rivales, o que atreverse a hacerlo sea síntoma de que estaba en un momento de confianza personal grande. No sabremos el motivo real, pero que el pelo ha tenido un impacto es un hecho. Ojalá las estadísticas encontrasen una forma de vida tan divertida como ésta, seguro que así conviviríamos mejor con el dato.

Feliz lunes y que tengáis una gran semana.