La bióloga marina costarricense Ariana Oporta-McCarthy creció cerca de donde anidan tortugas en peligro crítico: ahora ayuda a salvarlas. En los últimos 200 años, la tortuga carey (Eretmochelys imbricata) ha pasado a estar en peligro crítico de extinción por culpa de la explotación de sus huevos y tortugas para obtener alimento y carey, y hoy se enfrenta a amenazas como la pérdida de su hábitat de anidamiento y alimentación por la captura accidental y la contaminación, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.
Ariana Oporta-McCarthy, bióloga marina y presidenta de la Alianza Costarricense para la Conservación y la Ciencia de las Tortugas Marinas (COASTS) afirma que la playa de Gandoca, en la costa caribeña de Costa Rica, es una de las principales playas de anidación del país y sus poblaciones se estaban viendo seriamente afectadas por la recolección ilegal de huevos.
«Gracias a nuestras acciones hemos pasado de tener un 100% de saqueos a tener casi un 0%, también hemos extraído más de cuatro toneladas de plásticos de la playa de anidación, se han liberado más de 40.000 crías y se han plantado más de 500 árboles de manglar», afirma.
En 2020, Oporta-McCarthy y su equipo restablecieron un proyecto de investigación sobre conservación para estudiar las actividades de anidación y los movimientos de las poblaciones de tortugas marinas en el Refugio Nacional de Vida Silvestre Gandoca-Manzanillo y el papel funcional que desempeñan en el ecosistema oceánico, con énfasis en la tortuga carey.
«El principal reto fue iniciar la investigación y la conservación después de tantos años de receso, no sabíamos nada de las poblaciones, tuvimos que dejar de saquear y crear capacidad en la aldea», dice, y añade que la principal fortaleza de que el proyecto esté dirigido por miembros de la aldea es que hay altos niveles de aceptación de la comunidad para el proyecto.
«Lo que hacemos básicamente es generar capacidades científicas en los jóvenes de la comunidad, con la ayuda de los más experimentados en el campo de la conservación de las tortugas», dice Oporta-McCarthy. «Hacemos trabajo de campo, lo que implica patrullas nocturnas para salvaguardar a las hembras y sus nidos, tomar información científica, reubicar los nidos para protegerlos, censos diurnos en busca de crías, exhumaciones, colocar transmisores vía satélite, limpiar la playa y plantar manglares para restaurar el hábitat».
Oporta-McCarthy fue nombrada Becaria 2022 del Fondo de Acción para la Conservación Marina del Acuario de Nueva Inglaterra. Esta financiación del MCAF ayudó a su equipo a visitar más de 20 escuelas de la zona para impartir educación medioambiental, diez de las cuales visitaron la ubicación principal del proyecto para vivir la maravillosa experiencia de ver y liberar crías de tortuga.
La conservación de las tortugas
Oporta-McCarthy creció en Gandoca, un pequeño pueblo rural de Costa Rica cercano a la playa, y cuenta que durante su infancia no había acceso a electricidad ni agua potable.
«La playa de mi pueblo es una importante playa de anidamiento, aquí se llevaron a cabo algunos de los primeros proyectos de investigación y conservación de tortugas marinas en los años 90 y desde pequeña estuve involucrada en ellos porque mis parientes cercanos trabajaban allí», dice. «Siempre me pareció emocionante poder ganarme la vida con un trabajo conservacionista, sobre todo el trabajo de campo, los paseos nocturnos, el contacto con las tortugas, el mar y la naturaleza en general».
Oporta-McCarthy dice que su momento de inspiración fue cuando tuvo la oportunidad de ver por primera vez anidar a una majestuosa tortuga laúd adulta.
«Perseguí este sueño mientras crecía, dejé mi pueblo natal durante unos años para estudiar Biología Marina, pero siempre con el sueño de poder volver», dice, y añade que en 2013 fue la primera de su pueblo en graduarse como bióloga y que después cofundaría su ONG y trabajaría para reiniciar los proyectos de conservación.
«Debemos poner nuestros esfuerzos en ser nuestros propios héroes, empoderando a nuestros jóvenes y a nuestros niños para que sean agentes del cambio», afirma Oporta-McCarthy. «Estamos en contacto continuo con nuestras realidades cotidianas y tenemos muchos conocimientos innatos que deberíamos utilizar para actuar por nosotros mismos y dejar de esperar a que los héroes nos vengan de fuera».
Las tortugas de El Salvador
En la orilla opuesta de Centroamérica, Ani Henríquez, de El Salvador, también ha estado trabajando para ayudar a salvar a las tortugas carey.
Henríquez, directora ejecutiva de la Asociación Procosta, la primera organización sin ánimo de lucro de El Salvador que trabaja en la conservación y protección de la tortuga carey, afirma que las tortugas carey que habitan en el Pacífico oriental se encuentran entre las poblaciones de tortugas marinas más amenazadas y menos resistentes del planeta.
«A principios de 2007 se consideraba que las tortugas carey de El Salvador eran una especie extinta, había pocos datos de anidación que no estuvieran confirmados, pero durante este año se realizó un estudio de investigación desde México hasta Perú para conocer la actividad de anidación de las tortugas carey», afirma.
«Durante los últimos 10 años hemos registrado más de 3.000 nidos de tortuga carey y del 0% de tasa de protección hemos pasado a un 99% con la ayuda de las comunidades locales», afirma Henríquez, quien añade que esta información proporciona una importante justificación de lo importantes que son estas zonas de anidación para las poblaciones de tortuga carey en el Pacífico Oriental.