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Florence Knoll, la reina del diseño que vivió 101 años y solo ofreció una entrevista

Fue una de las mujeres más influyentes del siglo pasado y también una de las más enigmáticas. Entre 1943 y 1965 Florence Knoll montó Knoll Associates, un imperio del diseño desde el que transformó para siempre los hogares y las oficinas. Sus muebles modernos, sus elegantes textiles y sus espacios ordenados se convirtieron en tendencia y sus diseños de oficinas se hicieron tan famosos que acuñaron el término Knoll look. Knoll se acaba de asociar con Herman Miller, su antiguo competidor, para convertirse en el grupo de diseño más importante del mundo y cuyos productos se distribuyen en Koff, un showroom en el centro de Madrid que reabrió sus puertas hace un mes.

Más allá de sus diseños, que hablaban por sí solos, nadie sabía realmente qué opinaba Florence ya que en toda su vida –falleció en 2019 a los 101 años–, solo ofreció una entrevista a Paul Makovsky, antiguo editor de la revista Metropolis, la única persona capaz de conseguir que hablara ante una grabadora. Ni siquiera Vanity Fair y la posibilidad de ser retratada por Annie Leibowitz la hicieron titubear.

Knoll fue claramente una mujer de principios. Se matriculó en Kingswood School for Girls una escuela diseñada por el arquitecto finlandés Eliel Saarinen, también director de la Academia de Arte Cranbrook quien pronto se convertiría en su mentor y la acogió varios veranos en Finlandia con su familia, donde disfrutó de la compañía de sus amigos y entabló una relación muy estrecha con el hijo de Eliel, Eero Saarinen. Fundada por el conocido escritor George Booth, la Academia es una emblemática escuela de artes –frecuentemente comparada con la escuela alemana Bauhaus por su similitud en historia y pedagogía–. Fue vital en el desarrollo del modernismo y está considerada la cuna del diseño mid-century en América.

Al finalizar el colegio continuó su educación en la Academia de Arte Cranbrook, lo que marcaría el comienzo de sus años de formación en diseño. Allí conoció al gran diseñador de origen italiano Harry Bertoia, quien acabaría colaborando con Florence en el diseño de muebles modernos: suyos son diseños míticos como las Side Chair –una rejilla de alambre sobre una estructura de metal–, y la Bird Chair, con base metálica y cuerpo tapizado.

De la Colección Florence Knoll: sofá Settee, coffee Table y Aparador Credenza; lámpara Akagari de Isamu Noguchi; escultura de Harry Bertoia

Florence siguió estudiando en la Architectural Association de Londres, pero con el estallido de la Segunda Guerra Mundial se vió obligada a volver a Estados Unidos, y completó su formación en lo que hoy es el Instituto de Tecnología de Illinois, en Chicago. Durante estos años, Florence conoció a muchos de los principales arquitectos de la época, como Alvar Aalto, Marcel Breuer, Walter Gropius y Ludwig Mies van der Rohe. Algunos de estos primeros mentores ocuparían un lugar destacado en su futuro trabajo en Knoll, pero fue Mies quien quizá ejerció la influencia más clara en su enfoque característico del diseño: riguroso y metódico.

BODA Y NEGOCIO
Con la intención de dedicarse a la arquitectura, Florence se trasladó a Nueva York. Era el año 1941 y tenía 24 años cuando entró a trabajar en la empresa de muebles del empresario alemán Hans G. Knoll, con quien se casaría cinco años después. Un año antes de su boda rebautizaron la empresa como Knoll Associates y Florence creó la Unidad de Planificación Knoll, una división de diseño de interiores que marcó la pauta del interiorismo moderno de mediados de siglo. Su llegada a la compañía fue crucial y la convirtió en la firma de diseño más grande y prestigiosa de la postguerra de Estados Unidos, con más de 35 tiendas en todo el mundo.

Hans y Florence Knoll se casaron en 1945.

Los meticulosos métodos de Florence Knoll para evaluar las necesidades de los clientes y sus patrones de uso quedaban patentes en sus bocetos, anotaciones y, especialmente, en los modelos de cartón «engrudo» que utilizaba para mostrar los espacios imaginados. Esta técnica única de planificación visual incluía paredes plegables, dibujos de los muebles y muestras de la tapicería, todo ello acompañado de notas detalladas.

A lo largo de las décadas de 1940 y 1950, Florence Knoll también diseñó piezas individuales de mobiliario, que iban desde los diseños más escultóricos que encargaba con su gusto exigente a artistas de la talla de Eero Saarinen, Isamu Noguchi, George Nakashima y el citado Harry Bertoia. No todo en su vida fue tan bonito y estético como sus diseños. En 1955, Hans Knoll murió en un accidente de coche y ella se convirtió en la presidenta de la compañía. 

En respuesta a las necesidades directas que encontraba mientras trabajaba en proyectos y al comprobar la carencia del mercado, Florence diseñó asientos, mesas y artículos de menaje. A lo largo de los años, sus diseños, que había concebido como arquitectura de fondo, han demostrado ser clásicos del diseño por sí mismos. Pero no solo se centró en los muebles. En 1947 lanzó un programa textil para llenar otro vacío que percibió en el mercado de la tapicería de muebles por encargo que más tarde se convertiría en KnollTextiles.

Su negocio fue tan boyante que en 1959 lo vendió a la empresa a Art Metal Construction Co. aunque ella continuó como Directora de Diseño hasta 1965, año en que se jubiló. Solo tenía 48 años pero se había convertido en la primera mujer en recibir la Medalla de Oro de Diseño Industrial del Instituto Americano de Arquitectos y en aparecer en las páginas de business de The New York Times. Florence siguió vinculada a Knoll completando un último proyecto de planificación y trabajando en exposiciones relacionadas con el legado de la empresa y su propio trabajo en mobiliario e interiores. Se instaló en Florida y siguió diseñando hasta el final de sus días. A pesar de las insistencias, no volvió a conceder ninguna entrevista.

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