Hora de mujer

Vuelta a los orígenes: estos fueron los primeros relojes de pulsera para mujer

Echamos la vista atrás para traer al presente los modelos femeninos primigenios de Breguet, Patek Philippe, Blancpain y Hublot.

Las mujeres fueron las primeras que se ciñeron un reloj en la muñeca. Lo hicieron mucho antes que los hombres (que esperaron a la I Guerra Mundial para darse cuenta de lo funcional que resultaba llevar un reloj de pulsera), a pesar de que la relojería se considera un mundo eminentemente masculino. Mientras ellos lucían ejemplares de bolsillo, ellas se decantaban por relojes en forma de joyas, artísticos y elegantes, dejando las funciones más complicadas para el resto. En el siglo XIX, fabricantes de postín como Vacheron Constantin e IWC producían relojes para mujer profusamente decorados con piedras preciosas engastadas en elaborados diseños de cajas. Hemos recorrido algunas de las principales firmas para localizar su primer modelo de pulsera pensado para ellas. Y éste ha sido el resultado:

Reine de Naples, de Breguet

El que está considerado como el primer reloj de pulsera de la historia se diseñó para una mujer. El año: 1812. La mujer: la francesa Caroline Murat (en la imagen de arriba), hermana menor de Napoleón Bonaparte y regente de Nápoles en aquella época. Gran clienta del virtuoso relojero Abraham-Louis Breguet (reunió unos 34 ejemplares firmados por él, según la marca que lleva su apellido), le pidió al maestro un reloj para lucir en la muñeca, en un tiempo en el que las mujeres colgaban sus relojes del cuello, a modo de collares.

“El reloj de pulsera para dama aparece tímidamente hacia 1880, y un poco más tarde aparece la versión para caballeros. […] Si bien, como ocurre con la mayoría de los inventos, existen antecedentes y hechos remotos que han sido olvidados o que sólo son conocidos por los especialistas”, señala Emmanuel Breguet, descendiente del fundador de Breguet, vicepresidente de la enseña y guardián de su legado.

“En un libro de pedidos especiales de la época está anotado que el 8 de junio de 1810 la reina de Nápoles solicitó dos piezas bastante particulares: un reloj de carroza con grandes complicaciones y otro de pulsera de repetición por el cual se cobraron 5.000 francos”, dice Emmanuel. Este último ha desaparecido del mapa, pero los archivos de Breguet recogen su historia y sus detalles: presentaba una esfera plateada con grabado guilloché, las funciones de repetición de cuartos, fases de la luna y termómetro, y se ceñía con un brazalete de pelo tejido con hilo de oro. Aquel reloj dio lugar a la línea Reine de Naples. Reconocible a primera vista por su forma oblonga, se ha ido enriqueciendo con colores, materiales y funciones diferentes.

Nº 27.368, de Patek Philippe

Corría el año 1868 cuando la firma ginebrina independiente Patek Philippe comenzó la producción del que se cree que fue el primer reloj de pulsera fabricado en Suiza, una pieza única en oro amarillo. Entonces, la enseña llamaba la atención de reinas, aristócratas y otras mujeres de la alta sociedad, pues se ganó una reputación como el principal fabricante de relojes para mujer. Una de ellas, la condesa Koscowicz de Hungría, compró el 13 de noviembre de 1876 el conocido como Nº 27.368. «No era un brazalete provisto de un reloj colgante o de un mecanismo de relojería (es decir, un reloj de pulsera como los que se veían ocasionalmente a principios del siglo XIX), sino un verdadero reloj para llevar en la muñeca, cuyo brazalete tiene un papel secundario», dice un portavoz de la compañía.

La tapa abisagrada de forma rectangular de ese reloj montado en una pulsera estaba esmaltada en negro y engastada con diamantes de talla rosa, mientras que la esfera oculta mostraba un esmalte blanco con cifras Breguet pintadas. No en vano, el fuerte de la marca era el esmaltado. Este ejemplar, a partir del cual la moda de usar relojes en la muñeca en lugar de en el cuerpo comenzó a imponerse, se puede ver actualmente en el Museo Patek Philippe de Ginebra.

Rolls, de Blancpain

El Rolls no fue el primer reloj para mujer de Blancpain, pero con toda seguridad fue el más relevante desde el punto de vista histórico, pues se erigió como el primer reloj de pulsera automático para ellas. Era muy pequeño y rectangular, y en él se encajó un calibre mecánico. Apareció en 1930, cuando Betty Fiechter ejercía de mandamás en la manufactura. Como esto va de primeras veces, Fiechter fue la primera que dirigió una relojera. Y bajo su mando surgieron dos de los modelos más insignes de la firma: el Fifty Fathoms, uno de los relojes de buceo primigenios, y el Ladybird.

Durante sus 30 años en Blancpain, Betty se especializó en relojes femeninos, y entregó el automático Rolls en 1930. Pero este reloj había nacido cuatro años antes. En la década de los 20 del pasado siglo, Frédéric-Emile Blancpain, perteneciente a la séptima generación de la familia que fundó la sociedad, conoció al relojero británico John Harwood, que había estado trabajando en el concepto de cuerda automática en relojes de pulsera. Ambos se asociaron y utilizaron un movimiento base Blancpain para desarrollar un reloj de pulsera automático circular en 1926. Después, Frédéric-Emile colaboró ​​con el relojero francés Léon Hatot, con otra forma de sistema de cuerda automática. El tamaño del calibre permitió fabricar un pequeño reloj rectangular para mujer, algo que antes no estaba disponible.

Automatique Dame, de Hublot

Muy posterior es el primer reloj pensado para ellas que alumbró Hublot (la firma se había fundado en 1980). Lo hizo en 1999: «En la feria relojera Baselworld, Hublot quería introducir un modelo femenino tras el aumento de la demanda de relojes automáticos. Antes teníamos algunos Classic Fusion de 28 mm de diámetro, que por su pequeño tamaño estaban más dirigidos a las mujeres. Sin embargo, no estaban hechos específicamente para mujeres», dice un portavoz de la marca.

Este ejemplar que se comercializó entre 1999 y 2007 formaba parte de la extinta colección Elegant, y albergaba el movimiento automático en una caja de acero de 33 mm con una esfera de zafiro que proponía números árabes o índices (y material luminiscente en estos y en las agujas para leer la hora con poca luz). También estaba disponible en acero y oro y en acero con engaste de diamantes. No le faltaba uno de los elementos distintivos de la marca: la correa de caucho natural negra. Nótese, además, que en la esfera aparece el nombre de MDM Genève, porque al principio la empresa firmaba así sus relojes. Hoy se conserva el original en la sede de la compañía, en Nyon (Suiza).