2023 se ha caracterizado por los conflictos bélicos, la crisis energética, endurecimiento monetario y menor inflación, con ralentización del crecimiento. Ahora se está empezando a mirar 2024, ya con el mercado más pendiente del crecimiento y los resultados empresariales que la inflación. Es por eso por lo que los gestores de fondos empiezan a sentir que el panorama está para sacar el máximo provecho posible.
Una de las sorpresas en 2023 ha sido la resiliencia de Estados Unidos, pero el exceso de ahorro acumulado en la pandemia se ha reducido en dos tercios desde 2021. Además, los altos tipos de interés reales son un lastre para los préstamos, a lo que se añade la aceleración del ajuste cuantitativo de la Reserva Federal y que la emisión neta deuda es probable que se sitúe entre 300.000 y 500.000 millones de dólares trimestrales.
En este sentido, el último sondeo a los gestores de fondos elaborado por Bank of America desveló que los inversores mantienen la cautela sobre la macroeconomía, pero se muestran optimistas sobre los tipos de interés, mientras que las previsiones de los inversores para 2024 son un aterrizaje suave, tipos más bajos, debilidad del dólar, continuación del auge de las grandes empresas tecnológicas y farmacéuticas, y evitar el apalancamiento en China. Han cambiado el pesimismo extremo que tenían el año pasado a estas mismas alturas.
“Los inversores esperan un crecimiento mundial más débil (57% neto), pero el 74% prevé un aterrizaje suave o nulo (el 21% dice que será duro); al mismo tiempo que creen que las compañías se centrarán en mejorar sus balances (el 52% lo cree así), en lugar de aumentar las inversiones de capital (21%) o las recompras de acciones (18%)”, explican desde la entidad bancaria estadounidense.
El sentimiento de los inversores en noviembre sigue siendo pesimista (aunque ya no «extremadamente pesimista»), impulsado por las expectativas de crecimiento de la economía de Estados Unidos. “Nuestra medida de la confianza de los gestores de fondos, basada en las posiciones de liquidez, la asignación de acciones y las expectativas de crecimiento económico, subió a 2,6 desde 1,7, el mayor incremento mensual desde noviembre de 2011… El indicador de alcistas y bajistas baja de 1,7 a 1,6”, comentan los expertos del banco norteamericano.
Los inversores redujeron la liquidez del 5,3% al 4,7% (mínimo en 2 años), y además pasaron a sobreponderar los grandes bonos al mayor nivel desde marzo de 2009. También se posicionan en bolsa con la mayor fuerza desde abril de 2012. Algo ha cambiado en el sesgo de los gestores con los últimos datos.
“Las cifras relacionadas con la macroeconomía no han tenido que ver fundamentalmente con este cambio, sino más bien la convicción en una menor inflación, tipos y rentabilidades, como demuestra la mayor sobreponderación en bonos de las dos últimas décadas (sólo en marzo de 2009 y diciembre de 2008 los inversores estaban más sobreponderados en bonos)”, argumentan los expertos.
Unas perspectivas macroeconómicas estables y una visión mucho más optimista de los tipos han llevado a los gestores de fondos a apostar claramente por la bolsa por primera vez desde abril de 2012. Los inversores aumentaron su asignación a la renta variable desde una infraponderación neta del 4% a una sobreponderación neta del 2% en noviembre. Un cambio de timón importante, teniendo en cuenta que durante todo el 2023 han permanecido bastante pesimistas.
Nuevas preocupaciones
La preocupación por la inflación y los bancos centrales está disminuyendo rápidamente. En julio de este año, el 45% de los encuestados afirmaba que “una inflación elevada que mantuviera a los bancos centrales en una posición agresiva” era el principal riesgo de cola. Ahora sólo el 25% lo ve como algo inquietante. Mientras tanto, el riesgo geopolítico ha aumentado hasta el 31% (frente a sólo el 14% en septiembre del presente ejercicio).
En última instancia, el consenso es favorable a la bajada de los tipos a corto plazo y de la inflación, con unas expectativas de ambas cercanas a los máximos desde la crisis financiera mundial: sólo el 6% espera que el IPC mundial aumente en 2024 (datos que se encuentran en mínimos de 3 meses) y sólo el 6% prevé unos tipos a corto plazo más altos.
En los últimos veinte años, la única vez que un mayor porcentaje de inversores de este sondeo dijo que la política fiscal era “demasiado estimulante” fue en noviembre de 2001. Y es que el estímulo fiscal es el que estaría permitiendo que el ciclo económico se alargue más de la cuenta en Estados Unidos.