No hay Brexit que pueda con Londres. La gran metrópoli mantiene intacto su magnetismo: todo pasa aquí. Y en ese todo se incluye a la mayor y más importante feria turística del mundo, el World Travel Market, que, un año más –en esta edición, del 6 al 8 de noviembre– convocó en el recinto ferial ExCell a más de 35.000 profesionales de la industria turística, una de las más importantes a nivel global, pues genera el 11’6% de la riqueza mundial y ocupa al 20% de la fuerza de trabajo mundial.
Arabia Saudí, la gran protagonista
Extrañados y sorprendidos, los londinenses arquearon las cejas cuando Mary Quant se puso la primera minifalda de la Historia y, desde entonces, pocas veces más lo han hecho. No hay extravagancia que merezca llamar la atención de los resabiados ejecutivos y ejecutivas que, inmersos en el scroll de sus teléfonos y sorbiendo sus mokas de Costa, llenan los impolutos vagones de la Elizabeth Line, la línea de Metro que inaugurara la reina Isabel meses antes de su muerte.
Nada les distrae hasta que en el vagón entra un numeroso grupo de árabes de ambos sexos, vestidos al modo tradicional, entre los que sobresale un espigado y atractivo piloto vestido con el traje de un equipo de Formula E: las miradas, fascinadas, les acompañan hasta que las puertas del tren se abren en Canary Wharf y solo quedamos en él el crisol de gentes que, una parada más adelante, nos zambulliremos en las infinitas colas de acceso al recinto ferial. “Los árabes son negociadores muy duros”, susurra el directivo de una importante empresa estadounidense. “Me he reunido con ellos docenas de veces aquí, allí y en todos lados, pero al final he conseguido una campaña de promoción de tres años”, sonríe satisfecho. Bonus obliga.
La presencia saudí es impresionante. Los cabbies de Londres, ya silenciosos coches eléctricos, han paseado publicidad saudí por toda la ciudad, y en Heathrow las pantallas digitales se llenan de reclamos turísticos del país. Y es que, junto a la constatación de la recuperación, a velocidad de crucero, de la industria turística a niveles pre-pandémicos, Arabia Saudí ha sido el gran protagonista de todos los corrillos y conversaciones del World Travel Market; cuando aún resuenan los ecos de sus presentaciones multitudinarias, la organización les anuncia como los próximos grandes patrocinadores del evento 2024.
Detrás de todo ello está su Visión 2030, el gran proyecto de redefinición del país y que, en lo relativo al turismo, está suponiendo ya el mismo impacto que ha tenido en el universo futbolístico: Arabia Saudí va a superar los 30 millones de turistas en este 2023 y reta al mundo a que alcanzará los 150 millones en 2030, lo que le auparía al primer puesto del podio de destinos turísticos. Para ello, van a invertir, de aquí a 2030, 800.000 millones de dólares (sí: la cifra es correcta).
Cuando el ministro de Turismo, Ahmed bin Aqeel Al-Khateeb, recalcó la cantidad en la presentación más multitudinaria de la feria, los asistentes se removían en sus asientos entre sorprendidos y excitados: las oportunidades para el sector se antojan excelentes en un país que, en invierno, organiza, comercializa y publicita más 11.000 eventos –más que ningún otro en el mundo– y que, a modo de ejemplo, va a invertir más de 2.900 millones de dólares en la construcción de un gigantesco resort de lujo de alta montaña, en la región de Soudah, donde sus huéspedes no van a echar en falta nada de los valles suizos: ni relojerías de lujo, ni las marcas más exclusivas de hotelería, ni los chefs Michelin ni, tan siquiera, nieve: en 2029, Trojena, el primer resort de esquí del país, acogerá los Juegos Asiáticos de Invierno. “Donde el futuro está más cerca”, reza su claim; Arabia, en el turismo como en el fútbol, ha llegado para quedarse, y muchos son quienes ven en ella a un nuevo Eldorado.
Experiencias más sostenibles e involucradas con el destino y más “bleisure”
Pabellones a rebosar, reuniones formales e informales por doquier, apretones de manos, abrazos y besos, reuniones de networking con dj’s y cuanto espectáculo folclórico se pueda imaginar… el alegre y estruendoso bullicio de la feria constata que la pandemia es apenas un recuerdo; pésimo e incluso catastrófico, en el caso del sector turístico, pero solo eso, un recuerdo. El turismo mundial continua recuperándose con fuerza a pesar de los riesgos y desafíos que enfrenta la industria: los datos hechos públicos por la UNWTO (Organización Mundial del Turismo) y el World Travel & Tourism Council afirman que en 2023 el turismo va a generar 9’5 millones de billones de dólares, tan solo un 5% por debajo de lo alcanzado en 2019.
En la presentación del informe WTM Global Travel Report, uno de los grandes momentos de la feria, se predijo que, a nivel mundial, los viajes superarán los 1.250 millones, lo que supone más del 85% del nivel máximo alcanzado en 2019, aduciendo como razones de ello el uso de la tecnología para paliar la escasez de mano de obra del sector, la recuperación de los principales eventos culturales y deportivos y de las facilidades para viajar, y la mayor demanda, por parte de los viajeros, de experiencias únicas y memorables –el informe reveló que las actividades experienciales como el turismo de bienestar, naturaleza y gastronomía aumentaron más del 10% en comparación con 2019–.
Estas experiencias pasan también por involucrarse en las comunidades locales que visitan, contribuyendo a su prosperidad y, también a su conservación, otro de los grandes temas de debate de este WTM. Las medidas para alcanzar el mayor índice posible de sostenibilidad están en la agenda de todos los actores del sector: desde la investigación en biocombustibles a las estrategias de márketing para dar a conocer otros destinos turísticos menos –o nada– masificados, la construcción de establecimientos hoteleros de huella cero de carbono o la creación de paquetes de viajes en los que involucrar, en todos los pasos, a las comunidades locales.
Y, a los viajes de negocios, que se recuperan más lentamente que los de ocio, les está apoyando un pariente muy cercano: el bleisure, esas “vacaciones de trabajo” que, si bien ya estaban en auge antes de la pandemia, es una tendencia imparable tras ella, aupada también por los fenómenos del teletrabajo y del nomadismo digital, y en la que se posicionan en la feria destinos privilegiados como Aruba, Bali o, en España, Gran Canaria y Málaga.
La industria más resiliente del mundo necesita más y mejores trabajadores
“Los viajes han demostrado una y otra vez lo resilientes que son y, con las oportunidades disponibles, la industria de viajes y turismo enfrenta un futuro apasionante”, declaraba Juliette Losardo, la directora del World Travel Market. Los retos y riesgos están ahí: no sabemos cuándo una guerra va a cerrar fronteras o espacios aéreos, o una pandemia cesará todo movimiento, pero otros sí son visibles. El alto coste de los combustibles y demás costes asociados a la incertidumbre económica y la situación geopolítica, la turistofobia en algunos destinos muy populares o, especialmente, la escasez y cualificación de la fuerza de trabajo son los más evidentes.
Este reto, que afecta a toda la escala de valor de la industria –todos somos testigos de las colas infinitas en los controles de seguridad, la escasez de agentes de viaje o personal de tierra en los aeropuertos, de camareros en hoteles y restaurantes…– fue el tema de trabajo del Minister’s Summit, el encuentro institucional del WTM, en el que participaron 40 ministros y ministras de turismo de todo el mundo. “El turismo es más que dirigir un hotel” , afirmó Natalia Bayona, Directora Ejecutiva de la UNWTO, algo que sabemos bien en España, donde el turismo es nuestra primera –y seguramente más maltratada– industria.
Crisis económicas, pandemias, catástrofes naturales, guerras… nada puede con el turismo. “Nuestro sector es la esencia misma del poder blando. Construimos puentes y aportamos comprensión”, cerraba el evento Julia Simpson, presidenta del WTTC. Una afirmación con la que los miles de asistentes al WTM pero, sobre todo, los miles de millones de viajeros, no podemos estar más de acuerdo.