“Venga, cuenta un chiste”. Cada vez que alguien dice eso, siempre me viene a la cabeza el que encabeza este texto. Van dos y se cae el del medio. Sencillo, directo, al punto. De tanto escucharlo ha perdido su carcajada inicial, pero en esencia tuvo que ser un gran chiste, de esos en los que tardas una décima de segundo en entender el significado. Buena prueba de que el humor suele ser más interesante cuando no busca ser enrevesado, cuando sencillamente tiene gracia. Producir chistes como éste sería hoy mucho más complicado de lo que lo era antaño. Así que paladeémoslo: Van dos y se cae el del medio.
Si esta gracieta se hubiese concebido octubre de 2023, pronto aparecería alguien que diría: “Es que es imposible que vayan dos y alguien vaya en medio, debería caerse el de la izquierda o el de la derecha, pero el del medio es imposible”. El chapas habitual de la lógica. Lo ilógico del planteamiento, que era lo que lo hacía gracioso, se convierte ahora en su defecto. Esa manía de la sobre explicación que tantas buenas ideas y tanto humor ha asesinado. Algunos preferirían hoy que el chiste se contase diciendo: “Van dos y, dado que es imposible que haya alguien en medio, se cae esa persona inexistente”. La misma gracia que un prospecto médico.
Cerquita del otoño de 2023, también habría quién consideraría este chiste demasiado indeterminado, sin detalles y radiografía del público objetivo. Clásica manera de matar un buen chiste, llenándolo de contexto que aporta cero. Es la misma gente que ama hacer manifestos que comienzan con un “¿Verdad que somos así?”. De alguna manera, consideran al oyente estúpido. Por eso, preferirían que el chiste se contase así: “Va un hombre con una historia de superación maravillosa junto con una chica con jeans, camiseta negra y una familia desestructurada y se cae el o la del medio, pero no por torpeza, sino porque había un escalón mal señalizado”. Detalles que matan la esencia de la gracia y que hacen que las cosas pasen de ser desternillantes a amables. O ni eso.
Luego están también los que retan el chiste. ¿Por qué dos y no tres? ¿Por qué se cae el del medio y no alguien que venía por detrás? ¿Dónde van los dos para ir tan despistados como para caerse? Este perfil suele conseguir algo más perverso aún: que no quieras seguir contando el chiste. Así que hoy, sólo sea por reivindicar la esencia del humor, por mantener un poco la gracia, sólo se puede terminar esta columna de una manera, siendo fiel al chiste que tenía gracia. Van dos y se cae el del medio.
Feliz lunes y que tengáis una gran semana.