Mi MVP del mes de septiembre tiene gafas, sonrisa campechana, brazos cruzados y luce orgulloso la camiseta del Athletic Club de Bilbao. Dicho así, puede parecer poco, pero, si uno le añade contexto, empieza a comprenderlo. Es aficionado bilbaíno y acaba de palmar 3-0 en el derbi contra la Real Sociedad, algo que escuece como el vinagre en las odiosas llagas de la boca; toda la grada donostiarra bota de espaldas celebrándolo y él, lejos de estar serio y cabizbajo, sonríe a la cámara, mantiene la compostura dignificando su zamarra y nos da a todos una lección de deportividad y estoicismo que también debería aprenderse en cualquier escuela.
Más allá de la deportividad entre aficiones rivales, algo tristemente infrecuente y que debería abrir más portadas deportivas, la estampa debería pasar a la historia de La Liga. Hay tantas metáforas tras ella, pero tan pocas líneas y palabras para contarlas. Puede que la primera sea que habitualmente en la vida tocará perder, o solo no ganar, que la mayoría de veces verás cómo los demás celebran y avanzan y tú no, pero que es en ese momento cuando te toca, más que nunca, ser fiel a lo que haces, a lo que crees y, ante todo, a cómo lo haces. Veo en ese Wally rojiblanco convencimiento por las cosas en las que cree y defiende, a pesar de que últimamente le esté tocando perder más de la cuenta.
Sobre la escena se han contado ya miles de chistes, todos reforzando esa conocida situación en la que los demás están a tope, menos tú. El tweet incluido en este texto lo resume a la perfección: “Cuando te vas de fiesta con tus colegas y llevas tú el coche”. Incluso ahí este tipo, nuestro héroe de Gotham, nos da otra lección. En ocasiones así, nada mejor que una sonrisa sincera, mimetizarse con el buen rollo, aunque no sea sencillo. Pocas cosas me dan más rabia que aquellos que se meten en la boca del lobo, ya sea llevando el coche, yendo a un evento o en una grada rival y luego se pasan el día con cara de pedo y lamentando con su mirada haber ido. Este muchacho sonríe estoico, como Hristo, y asume que su derrota no tiene que amargar la victoria de otros.
Hace años, un maravilloso anuncio de la nueva indumentaria del Athletic Club mostraba un partido entre gente desnuda en el que un espontáneo saltaba al campo con la ropa del equipo bilbaíno.
El pasado fin de semana, nada más ver a nuestro personaje, lo recordé. Les separan varios años de diferencia, décadas, pero el fondo es el mismo: la tranquilidad y el orgullo que da el convencimiento por lo que haces. Esta estampa también da para anuncio. Este chico merecería hacer el siguiente saque de honor en San Mamés. Qué digo, esta persona merece que La Liga lo haga embajador sine die. No hay producto del que sentirse más orgulloso que éste.
Feliz lunes y que tengáis una gran semana.