Una encuesta del PNUD publicada en 2021 reveló que una mayoría significativa de personas cree que el cambio climático es una emergencia global. El coste psicológico de esta preocupación generalizada es profundo.
Para muchos, no se trata sólo de reconocer un problema global, sino de sentir un impacto personal profundo en su bienestar mental. Especialmente para aquellos que tienen una fuerte conexión con su entorno o su tierra natal, esta ansiedad y angustia generalizadas se manifiestan de maneras únicas.
Estos sentimientos pueden dar lugar a la “solastalgia”, que se refiere al temor que se origina ante el cambio ambiental. A diferencia de la nostalgia, que es un anhelo por un lugar o tiempo del pasado que no se puede volver a visitar, la solastalgia es la experiencia de angustia por pertenecer a un hogar que está experimentando cambios. Una persona que experimenta solastalgia puede sentir:
- Un profundo dolor por paisajes cambiantes que alguna vez fueron familiares
- Impotencia ante la incapacidad de detener o influir en los cambios ambientales.
- Estrés crónico debido a cambios continuos, que causa síntomas como insomnio.
- Una esperanza cada vez menor para el futuro a medida que evoluciona el medio ambiente
- Una sensación de estar desconectado de la propia comunidad o del medio ambiente debido a alteraciones rápidas.
Si bien podemos protestar por la explotación de los recursos naturales por parte de los humanos, se trata de una cuestión que tiene matices. Dependemos de muchos de estos recursos para nuestra vida diaria, desde alimentar nuestros hogares hasta producir los dispositivos que apreciamos. Es posible que dejarse consumir por la culpa o la ira por el impacto ambiental colectivo de la humanidad no produzca los amplios cambios sistémicos que esperamos. Más bien, es esencial canalizar estas emociones de manera productiva.
Comprender nuestras limitaciones no significa rendirse a la desesperación. Quizás no podamos revertir todo el daño causado, pero ciertamente podemos encontrar formas de procesar nuestros sentimientos y actuar. A continuación presentamos tres estrategias prácticas para mitigar los efectos de la solastalgia y fomentar la resiliencia frente a los desafíos ecológicos.
1. Participar en iniciativas ambientales comunitarias
Participar en los esfuerzos de la comunidad local proporciona un enfoque proactivo a las preocupaciones ambientales, otorgando un sentido de agencia en medio de sentimientos solastálgicos.
Un estudio de 2021 publicado en el Journal of Environmental Psychology reveló que las iniciativas percibidas como impulsadas por la comunidad refuerzan significativamente una identidad social proambiental. Este sentido de identidad colectiva no sólo une a los miembros sino que amplifica su dedicación a acciones sostenibles. Participar en actividades de base, desde grupos conservacionistas hasta campañas de plantación de árboles, ofrece más que una simple contribución: infunde un profundo sentido de propósito. Dicha participación está vinculada con un mayor compromiso con las acciones ambientales, impulsado en gran medida por una identidad proambiental fortalecida.
Además, estas actividades grupales brindan conexiones sociales vitales y apoyo entre pares, herramientas esenciales para afrontar las emociones abrumadoras de la solastalgia. Al tomar acciones ecológicas tangibles, los individuos pasan de la impotencia al empoderamiento, enfatizando mentalidades impulsadas por soluciones sobre aquellas centradas en problemas.
2. Aproveche el potencial curativo de la ecoterapia artística
La eco-arteterapia es un enfoque terapéutico emergente que combina la creatividad de la arteterapia tradicional con el poder curativo de la naturaleza. Arraigado en el principio de que tanto el arte como la naturaleza pueden ser profundamente catárticos, este enfoque puede ser especialmente beneficioso para quienes luchan contra la solastalgia.
Participar en actividades como dibujar paisajes naturales, crear arte con materiales naturales o pintar al aire libre puede servir como puente entre las emociones y el medio ambiente. Considere adaptarlo a su fuente específica de solastalgia. Por ejemplo, si le molesta ver el aumento de basura en su vecindario, podría transformar elementos desechados, como botellas de plástico vacías, en obras de arte únicas.
3. Pruebe la realidad virtual para experimentar el entorno que anhela
Puede parecer contradictorio recurrir a un medio digital para conectarse con el mundo natural. Sin embargo, la realidad virtual (VR) ha presentado una vía novedosa para cerrar esta brecha, especialmente para aquellos que tal vez no tengan acceso inmediato a entornos naturales o estén lidiando con el costo emocional de los cambios ambientales.
Un estudio de 2023 publicado en el Journal of Environmental Psychology enfatiza la importancia de la amplitud en las interacciones con la naturaleza para la salud mental. El estudio, que utilizó simulaciones de paisajes naturales en realidad virtual, descubrió que los paisajes espaciosos, a diferencia de los densos, promueven sentimientos de altruismo, conexión y afecto positivo.
No se trata sólo de lo visual. El estudio destaca un proceso encarnado en el que los límites corporales percibidos de los individuos parecen disiparse, promoviendo una sensación más fluida de uno mismo entrelazado con el entorno.
Las experiencias de inmersión que recrean espacios naturales espaciosos pueden ofrecer beneficios terapéuticos similares a la exposición real a la naturaleza, mitigando los sentimientos de aislamiento o separación. Para los habitantes urbanos o aquellos con movilidad limitada, la realidad virtual surge no solo como una herramienta para el escapismo sino para fomentar una apreciación profunda e interconectada de nuestro entorno.
A medida que la tecnología evoluciona, aprovechar estos paisajes espaciosos y rejuvenecedores puede servir como un potente remedio para la solastalgia y los desafíos de la vida urbana moderna.
Conclusión
La solastalgia, aunque profundamente inquietante, no es insuperable. Al participar en iniciativas comunitarias, encontrar consuelo en la terapia de arte ecológico o sumergirnos en espaciosos paisajes virtuales, podemos navegar nuestras emociones y fomentar la resiliencia. Adoptar estas estrategias no solo mitiga los sentimientos de pérdida ambiental sino que también reafirma nuestra conexión con el mundo, asegurando que a pesar de los desafíos, la esperanza siga siendo el centro de nuestra respuesta.