Nautik Magazine

FGI Yacht Group, la start-up que se ha subido a la ola de la alta demanda de superyates

A Frank Grzeszczak Jr le espera un mes ajetreado. Vicepresidente de FGI Yacht Group, un broker especializado en yates fundado hace tres años, se dirige a Asia y después a Europa. Los salones náuticos de Hong Kong, Cannes y Mónaco son tres de los mayores acontecimientos del año para la industria de los superyates.

Los que mueven los hilos del negocio tienen grandes esperanzas puestas en las próximas semanas. El auge de las ventas de superyates durante la crisis de los Covid-19 –cuando los ricos se hicieron a la mar en busca de intimidad y seguridad– se ha ralentizado un poco, pero las ventas siguen estando muy por encima de los tiempos anteriores a la pandemia.

La creciente afluencia entre los grandes patrimonios y la fascinación por los yates de gama alta en los medios de comunicación y en las redes sociales están impulsando la demanda, afirma Grzeszczak. «También estamos viendo que los clientes son cada vez más jóvenes a medida que asistimos a esta enorme transferencia de riqueza de una generación a la siguiente».

Los análisis independientes subrayan este punto. Las previsiones de Next Move Strategy Consulting sugieren que el mercado mundial de yates de lujo duplicará con creces su tamaño en la década hasta 2030. Las ventas de 6.600 millones de dólares en 2019 alcanzarán los 14.600 millones en 2030, sugiere. «Estos vehículos de recreo están cargados de lujosas comodidades, fastuosas piscinas, así como una gran variedad de opciones de juego, restauración, entretenimiento y ocio», añade el analista.

Ahí es donde entra FGI, cofundada por el padre de Grzeszczak en 2020 con su socia y directora de operaciones Altea Llakmani. El trabajo de Grzeszczak consiste en poner en contacto a compradores y vendedores de superyates. En algunos casos trabaja para los compradores, ya sea para gestionar una nueva construcción con un astillero especializado o para encontrar el barco de segunda mano perfecto. En otros casos, trabaja como agente para los vendedores que buscan deshacerse de sus yates.

Piense en 20 millones de dólares más o menos como el punto de entrada en este mercado, explica. «Hay muchos clientes con ese presupuesto disponible… y bastante más». Los barcos más grandes, normalmente de 70 metros o más, suelen superar los 100 millones de euros.

Para los clientes con un poco menos para gastar –o los que no están dispuestos a comprometerse con su propio barco– FGI también gestiona un negocio de fletamento. Los clientes pueden alquilar un yate durante un periodo determinado, en lugar de comprarlo directamente; sigue siendo caro, pero no en relación con la adquisición de un superyate propio.

La propia FGI ha crecido rápidamente desde su lanzamiento, en parte por el auge de la demanda de superyates, pero también por la experiencia y los contactos de Grzeszczak en el sector. Criado en el sur de Florida, supo desde muy joven que quería trabajar en el sector y pasó 15 años trabajando para otro broker antes de incorporarse hace dos años a la empresa recién lanzada por su padre.

La empresa afirma que ya ha organizado transacciones por valor de algo más de 1.000 millones de dólares, un hito importante, aunque Grzeszczak se mantiene hermético sobre la identidad de sus clientes, alegando su deseo de privacidad. Lo único que dice es que sus compradores son un grupo heterogéneo, que va desde empresarios tecnológicos, atletas y actores hasta ejecutivos de empresas de primera fila y familias adineradas.

«Se trata de una industria con una reputación glamurosa y sexy, pero muchos de nuestros clientes han hecho su dinero en negocios que no se ajustan en absoluto a esa imagen», afirma. Sin embargo, lo que une a los clientes son sus altas expectativas. «Tienes unos 30 segundos al teléfono con ellos para demostrarles que sabes de lo que hablas», afirma.

En la práctica, cada cliente quiere algo diferente. Algunos compradores son competitivos en cuanto al tamaño –quieren un barco más grande que sus rivales– pero otros son más exigentes. «A menudo buscan algo que puedan utilizar para el entretenimiento de negocios», dice Grzeszczak. «En algunos casos, buscan un barco que puedan alquilar a clientes de chárter cuando no lo estén utilizando».

El otro área de interés es la sostenibilidad. Los superyates se han enfrentado a la ira de los defensores del medio ambiente que sugieren que pueden producir 1.500 veces más emisiones de carbono que un coche familiar típico. Pero Grzeszczak dice que los constructores navales están respondiendo a la creciente demanda de los clientes ‘limpiando’ sus actos. «Ya estamos viendo un uso generalizado de la tecnología de baterías en las nuevas construcciones», afirma. «En los próximos 10 años se va a producir un cambio drástico en la forma de construir y utilizar estos barcos».

Mientras tanto, Grzeszczak espera seguir construyendo su propio negocio. Actualmente, FGI tiene oficinas en Fort Lauderdale y East Hampton, en EE.UU., así como en Ciudad de México, pero en las próximas semanas abrirá una nueva sede en Mónaco.

Es una historia inusual de puesta en marcha, pero el negocio proporciona a Grzeszczak un recordatorio constante de sus propias ambiciones a largo plazo: circunnavegar el mundo con su familia, en superyate, naturalmente.