La reducción en los tiempos de espera, la ubicuidad, es decir, ver tele desde cualquier dispositivo, y la variedad de contenidos, incluido el cine, son algunas de las cualidades de la televisión de pago y que le están dando un enorme poder frente a la industria cinematográfica. La popularidad de las grandes series está repercutiendo en Hollywood, donde muchos profesionales se vuelcan en trabajos para la pantalla televisiva con la certeza de que su esfuerzo llegará antes a los consumidores. Lo mismo ocurre en España. Al consumidor le gusta elegir qué, cuándo y dónde ver los contenidos y no le importa pagar por ello.
El consumo de televisión de pago en España se disparó en 2016 y ya representa el 20,4% de media del consumo total. Hasta 16 millones de españoles están abonados o reciben alguna de las modalidades de televisión de pago: cable, IPTV (Internet Protocol Television, sistemas de distribución por suscripción de señales de televisión de pago usando conexiones de banda ancha sobre el protocolo de internet) o satélite digital, según explican los últimos datos de la consultora Barlovento.
Con este panorama cabe preguntarse cuál puede ser el efecto de la tele de pago sobre el cine. Para Ignacio García Legaz, director de Vodafone TV, “la televisión de pago se ha sustentado históricamente en varios pilares y entre ellos el cine ha sido uno de los principales. Esta es la razón por la que dentro de las diferentes ventanas de explotación de las obras cinematográficas, la TC y en concreto la TV de pago (incluyendo la ventana transaccional, primeras y segundas ventanas, librería) hayan sido una parte relevante de los ingresos de los estudios y, por tanto, elemento crítico en la rentabilidad del cine. Los cambios que se han producido en los últimos años en el cine vienen derivados de aspectos técnicos y comportamentales, así como elementos de rentabilidad”. Vodafone TV ha superado los 1,2 millones de clientes hasta la fecha y entre su oferta incluye los catálogos de HBO y Netflix.
Antonio Saura, productor y distribuidor español y Deputy Chairman European Film Academy, admite que “la TV de pago es ya una parte importante de la financiación de una película”, y explica que “el desarrollo de la explotación del cine a través de los distintos canales que se ofrecen ahora está cambiando de manera radical y a toda velocidad la manera en que se ve y se consume el cine. Lo bueno y lo malo que tiene el cine es que su consumo te obliga a salir de casa y compartir, mientras que la oferta de los canales de pago va directamente a tu teléfono u ordenador”.
Hay una serie de factores que, según señala a Forbes García Legaz, están influyendo en todos los cambios, “por una parte, el aspecto técnico: la disponibilidad de internet, redes de cable y en general entornos bidireccionales, han permitido la disponibilidad masiva del video bajo demanda. También la disponibilidad masiva de dispositivos de consumo: tabletas, ordenadores, smartphones, y el acceso a los servicios: facilidad de uso, ampliando los potenciales consumidores. Por otra parte, la rentabilidad: los altos costes asociados a la producción de cine, y el riesgo asociado al fracaso de un título, han provocado que un porcentaje muy elevado de las producciones sean remakes, sagas. Predecibles en su rentabilidad pero en muchos casos de poco atractivo para el resto de consumidores.
Solo hay que ver los títulos de 2017: Cars 3, Piratas del Caribe 5, Fast and Furius 8, etc. Ante esta situación, gran parte de los presupuestos del cine se han trasladado a otros formatos como las series. Ahora encontramos a los mejores directores, guionistas, actores, productores en grandes series de enorme éxito. Y por último, los cambios en el comportamiento de los usuarios: ahora piden ver lo que quieren (de un catálogo muy amplio y disponible siempre), donde quieren, cuando quieren y como quieren (pudiendo pausar la imagen, repetir escenas etc.). Hoy en día, no todo el mundo tiene 90 minutos en todo momento para ver una película. Las series, con duraciones de en torno a 50 minutos son más accesibles y más flexibles.” Antonio Saura considera que “se ha abierto una nueva etapa de hábitos de consumo, lo que está por ver es cómo se va a comportar el espectador. La táctica de los grandes estudios es la de recurrir a las grandes superproducciones que vienen ya acompañadas de un valor de marketing, pero es posible que, al contrario, sean las películas pequeñas las que florezcan, por escaparse al consumo inmediato de masas, que es al final la tendencia de las cadenas de televisión en internet. Puede darse la paradoja de que la salvación del cine venga por el cine más independiente”.
En opinión de García Legaz, “en todos estos cambios que está sufriendo el cine, se añade el hecho de que la TV de pago, en crecimiento en todos los mercados (ya sea TV de pago clásica, o servicios como Netflix, HBO etc), supone cada vez más un porcentaje mayor del pastel de los estudios cinematográficos, y por tanto están empujando a que las ventanas de disponibilidad se acerquen cada vez más a las de la exhibición en salas. Si unimos esto a que no se ha producido ninguna innovación en las salas de cine desde su adaptación a digital (ni siquiera son 4K –nuevo tipo de resolución de pantalla– en su gran mayoría), que los clientes disponen de mejores sistemas de audio, televisores más grandes, y mayor comodidad en sus hogares, es predecible que el futuro de las salas de cine será residual en el futuro”.
En cualquier caso parece que la TV de pago no va a acabar con la fábrica de sueños, “la TV de pago es y será el principal mecanismo para consumir cine, la diferencia es que pronto se estrenarán películas al mismo tiempo en los hogares que en el cine, de forma simultánea en todo el mundo, como ya ocurre en las series, y el consumidor podrá disfrutar del cine con muy alta calidad y en la comodidad de su hogar”, señala García Legaz. Saura considera que “las nuevas fuerzas de distribución priorizan series sobre películas pero hay peligro de saturación y los márgenes tendrán que ser reconsiderados por el exceso de competencia y ahí es donde el programa único que es una película, seguirá teniendo vigencia”. “No creo que el cine vaya a desaparecer, sino que se adaptará a los hábitos de consumo”, añade Saura.