Es una historia tan antigua como el tiempo: los grandes tiburones blancos (Carcharodon carcharias) son vagabundos solitarios. Estos animales, un depredador icónico conocido por su enorme tamaño, potencia y aspecto distintivo, pertenecen a la familia Lamnidae y son uno de los tiburones depredadores más grandes que existen. Conocidos por habitar en una amplia gama de entornos oceánicos, incluidas las aguas costeras y las zonas de alta mar, se encuentran en aguas templadas y a veces incluso tropicales de todo el mundo. Clasificados como vulnerables por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), se enfrentan a numerosas amenazas (como la sobrepesca, la degradación del hábitat y las capturas accidentales). A pesar de su feroz reputación, los grandes tiburones blancos siguen guardando muchos secretos que los científicos intentan desentrañar, incluida su relación con otros animales.
Antes se pensaba que eran animales solitarios que surcaban las aguas azules en solitario en busca de sustento y compañía ocasional (para, ya sabe, aparearse), lo que hace que el reciente descubrimiento en torno a dos tiburones, llamados Simon y Jekyll, sea aún más cautivador.
Desde que en diciembre unos biólogos marinos los equiparon con dispositivos de rastreo cerca de la costa del estado norteamericano de Georgia, Simon y Jekyll se han embarcado en un extraordinario viaje de más de 4.000 millas. Su migración sincronizada les ha llevado hacia el norte a través del océano Atlántico, alcanzando finalmente el golfo de San Lorenzo, cerca de Quebec, a finales de julio. Simon marcó su última posición el 11 de agosto, mientras que Jekyll no lo ha hecho desde el 18 de julio. El Dr. Bob Hueter, científico jefe de OCEARCH, la organización responsable del seguimiento de los tiburones, expresó su asombro: «Han tomado una trayectoria inusualmente sincronizada hacia el norte. Es la primera vez que vemos algo así y es muy interesante. Es misterioso y emocionante».
El intrigante comportamiento de Simon y Jekyll ha encendido una pregunta única: ¿podrían ser amigos estos tiburones?
Aunque los comportamientos sociales de los tiburones son menos conocidos que los de otros animales, existen pruebas que sugieren que ciertas especies de tiburones sí muestran interacciones sociales y comportamientos de grupo en diversos grados. Los tiburones grises de arrecife (Carcharhinus amblyrhynchos), por ejemplo, son conocidos por su comportamiento de agregación. Las investigaciones han demostrado que estos tiburones pueden formar grupos relativamente estables en ciertos lugares del arrecife y estas agregaciones pueden persistir durante meses o incluso años, posiblemente sirviendo a diversos propósitos, como reducir el riesgo de depredación o facilitar el cortejo.
También se observan tiburones nodriza (Ginglymostoma cirratum) y tiburones punta blanca de arrecife (Triaenodon obesus) descansando en grupo en el fondo del océano durante el día, lo que demuestra un nivel de tolerancia para coexistir pacíficamente en estrecha proximidad. Los tiburones punta de plata (Carcharhinus albimarginatus) también son conocidos por su comportamiento de cardumen, sobre todo alrededor de montes submarinos y accidentes submarinos. En el caso de los grandes tiburones blancos, los datos de seguimiento han revelado asociaciones temporales entre individuos en determinadas zonas, como las colonias de focas. Así que quizá se trate de una amistad captada por la ciencia. ¿Y podría haber otros tiburones acompañándoles, sin marcar? ¿O podrían estar emparentados como hermanos o hermanastros?
Para desentrañar este misterio, los científicos de OCEARCH están realizando pruebas genéticas para determinar si Simon y Jekyll comparten una conexión familiar. Independientemente de su parentesco, el comportamiento sin precedentes del dúo incita a los científicos a explorar nuevas vías de investigación, en busca de una comprensión más profunda de estas especies vulnerables. «Los tiburones blancos ya eran más complejos de lo que creíamos», declaró Hueter al Daily Mail. «Ahora esto añade un elemento totalmente nuevo de una especie de componente familiar y social a la migración». Hueter también dijo que los tiburones, ambos machos juveniles, permanecieron entre 10 y 100 millas el uno del otro en todo momento. Bautizados con los nombres de las islas cercanas a la costa de Georgia donde fueron marcados –St. Simons Island y Jekyll Island– se calcula que tienen entre 10 y 15 años.
Más allá de sus implicaciones científicas, la revelación de que los tiburones podrían participar en interacciones sociales tiene posibles implicaciones para los esfuerzos de conservación. El descubrimiento del compañerismo de Simon y Jekyll, cree Hueter, podría humanizar a estas criaturas. «Tienen hermanos. Tienen una madre. Tienen un padre», declaró al New York Times. «Sólo intentan ganarse la vida en el océano, y los necesitamos para el equilibrio de la vida en el mar». Sea como fuere, Simon y Jekyll ofrecen una valiosa visión de los comportamientos sociales de los tiburones, un campo que sigue en gran medida envuelto en el misterio. Su singular viaje se suma a la creciente base de conocimientos, ampliando aún más nuestra comprensión de estos iconos.