Opinión David Ruipérez

Teletrabajo, así no

Foto: Jason Strull (Unsplash)

En estos días de agosto, mientras uno contempla el gran azul desde una terraza o desde la calma de un pueblo de montaña donde el termómetro no rebasa nunca los 29 grados se le pasa por la cabeza que sería ideal poder trabajar por temporadas desde esos entornos idílicos.

 Este verano se suceden las noticias sobre las fórmulas -y las polémicas derivadas de ellas- de grandes empresas tecnológicas para que sus empleados vuelvan algunos días a la oficina. Resulta paradójico que compañías cuyas herramientas y software hicieron viable el teletrabajo en la pandemia -Zoom, sin ir más lejos, pero también Google, Amazon o Apple- intenten volver al modelo tradicional, al menos un formato mixto. En muchos casos, los empleados se instalaron a muchos cientos de kilómetros de la sede y ahora, es el caso de Google, les pone a disposición un hotel de la propia compañía al lado de las oficinas. En otros casos se habla de reducción de salario, despidos y otras medidas coercitivas.

Centrémonos en España, los funcionarios de la administración instalados en esta modalidad de algunos días de trabajo en remoto a la semana perpetuarán ese estatus si lo desean. La legislación al respecto es muy básica y ambigua, pero su fuerza sindical y como colectivo no pondrá en peligro ese régimen o habrá huelgas y problemas que el Gobierno de turno preferirá evitar como sea. Luego están las personas con perfiles de alta demanda -un ingeniero informático por ejemplo- que está en condiciones, y así lo hacen muchos, de exigir teletrabajo total si la empresa desea contar con sus servicios. Más allá de eso nos encontramos una serie de empresas que antes de la pandemia ya apostaban por cierta flexibilidad en los turnos de entrada y salida o con apuesta por la conciliación, como, por ejemplo, las compañías farmacéuticas. También muchas publicaciones periódicas, grandes diarios o revistas, que eran muy presencialistas, han cambiado su filosofía para tener al redactor donde está la noticia y que este se la pueda escribir desde su casa o desde la barra de un bar.

¿Los equipos funcionan bien en remoto? ¿Consiguen sus objetivos? ¿Se relacionan bien? ¿Son más o menos productivos? Aquí va una opinión personal resumida en dos premisas.

  • El teletrabajo sin flexibilidad es absurdo. No tiene sentido que los días establecidos  para trabajar desde la oficina sean, por ejemplo, los martes y los jueves. Inamovibles y fijos. En función del sector y de la naturaleza del trabajo esto puede cambiar, pero está claro que hay días donde uno está inmerso en un proyecto o cometido que depende exclusivamente de él o ella. Puede que trabaje mejor desde casa, sin distracciones, focalizado de verdad, con la máxima concentración, aprovechando los mejores momentos de inspiración para avanzar. En otros momentos, se exige la planificación en equipo de una acción, debatir ideas, brainstorming, evaluar una propuesta… Este tipo de acciones no funcionan a distancia, se pierden matices, hay menos intervenciones por pereza, lagunas de sinceridad, falta de atención… El trabajo diario es el que debe marcar si se puede y debe trabajar en remoto, no un ridículo calendario.
  • Hay personas que jamás han coincidido físicamente con algunos compañeros de trabajo. En el seno de un equipo resulta fundamental que las relaciones se construyan sobre conversaciones espontáneas, sobre claves de comunicación no verbal y otros matices que te ayudan a conocer mejor a la gente con la que trabajas en un proyecto común, el tono que se puede emplear con cada uno, sus virtudes y defectos, sus aspiraciones y problemas. Alumbrar un proyecto en el que estén implicadas varias personas del mismo equipo o de otros departamentos SIEMPRE se hará mejor en una sala mirándose a los ojos que a través de una pantalla con múltiples ventanas. Nadie me convencerá de los contrario.