El coche autónomo, los taxis helicóptero, el perro ese sin cabeza de uso militar, el aspirador tipo Roomba, exoesqueletos para trabajos pesados, el ciberenfermero japonés y hasta los que bailan… Desde hace dos siglos la ciencia ficción ha presentado pinceladas de un futuro pleno de autómatas que conviven entre nosotros y facilitan tareas cotidianas de toda índole. Algunas se han materializado y otras se quedan en un proyecto que se anuncia a bombo y platillo, copa tiempo de telediarios y efímeras páginas de diarios como estrategia de marketing. Incluso a veces se realizan pruebas prácticas en algunas zonas. Un ejemplo ilustrativo son los robots repartidores de comida o paquetes, que en los últimos tiempos son noticia en distintas partes del mundo. Hablamos de vehículos autónomos de cuatro o seis ruedas que recuerdan a un carrito de bebé mezclado con un rover de la NASA de los que caminan por la superficie de Marte.
La idea es que recorran los vecindarios sin ser atropellados y traigan a la puerta del domicilio el pedido que hemos hecho a través de internet. En Leeds (Inglaterra) o la localidad madrileña de Alcobendas los programas piloto arrojan resultados satisfactorios. Japón, por su parte, ya ha establecido normativas de circulación para este tipo de vehículos autónomos. Otras compañías, como Amazon y FedEx, han renunciado temporalmente a esta vía por no ser demasiados coste-efectiva. También hay quien ve en estos repartidores robóticos una salida a los conflictos laborales derivados de las injustas y abusivas condiciones de trabajo de los repartidores humanos, una salida favorable a la empresa se entiende.
El caso es que estos artefactos pululan por las calles y dan hasta los buenos días a la gente con la que se cruzan, pero sin darle muchas vueltas al tema se observan algunas deficiencias y problemas obvios.
- Vandalismo y delincuencia: uno de estos carritos es un regalo para el ocio de cualquier grupo de borrachos. Robarlos no resulta sencillo por las cámaras o los sistemas de geolocalización.
- Entrega en la calle: si pides una pizza a domicilio, hace frío, estás en pijama, etc. No te apetece salir a la calle a recoger el pedido, sobre todo si vives en un piso.
- Obras, obstáculos…: no es tan improbable, según se comprueba en los vídeos, que se queden atrapados o no puedan atravesar ciertos terrenos.
- Muy poca capacidad: con el volumen de paquetes que se envían cada día harían falta miles y miles de carritos de estos para satisfacer la demanda. En cualquier furgoneta de reparto caben muchos pedidos de muchas personas.
- Lentitud: una pizza llega mucho más rápido en una moto. A nadie le gusta esperar.
Y no sólo por tierra, los drones de reparto también se han considerado como una solución a la logística del envío a domicilio. No será a pronto. Las proyecciones del futuro casi siempre han sido equivocadas en sus plazos. Se esperaba un futuro mucho más tecnológico del presente que vivimos, que no es que vaya flojo de tecnología. También por estas fechas el cine y la literatura anticipaban un escenario apocalíptico de guerra, contaminación extrema y conflicto y desigualdad al que, afortunadamente, no hemos llegado. Sólo en parte…