En 2022, Rich Cucé, padre de cuatro hijos y propietario de una empresa de pintura industrial en Pensilvania, saltó a los titulares cuando utilizó los ahorros de toda su vida para comprar el faro Hooper Island, de 120 años de antigüedad, situado en la bahía de Chesapeake, en Maryland. «Lo hice por capricho», me dijo Cucé en una entrevista. «Buscaba algo más significativo en mi vida».
Cucé cuelga vídeos de sus aventuras en Facebook, Instagram y YouTube y dice que ser dueño de un faro ha sido más gratificante de lo que nunca imaginó. «Alejarse del ruido y el estrés de la vida moderna y no tener nada a tu alrededor más que la naturaleza y los amaneceres y atardeceres más increíbles hace que todo merezca la pena», dice Cucé.
¿Le parece un sueño? Ahora también puede tener su propio faro. El gobierno de EE.UU. está vendiendo faros en todo el país al público por tan sólo 10.000 dólares y también los está regalando a organizaciones sin ánimo de lucro. Forma parte de un programa dirigido por la Administración de Servicios Generales (GSA), una rama del gobierno que gestiona y vende todo tipo de propiedades federales, desde inmuebles hasta coches.
Durante la «temporada de faros» de este año, la GSA está vendiendo un número récord de faros –10, para ser exactos– como forma de preservar estas estructuras históricas. Cuatro faros se ofrecen al público en general en subasta. Otros seis se ofrecen gratuitamente a gobiernos federales, estatales o locales, organizaciones sin ánimo de lucro y educativas, con la condición de que se pongan a disposición del público con fines educativos, recreativos o culturales.
«Es emocionante que este año haya tantas oportunidades para que el público estadounidense y las comunidades locales se apropien de estos lugares emblemáticos», me dijo en una entrevista John Kelly, director de la oficina de disposición de bienes inmuebles de la GSA. «Queremos encontrar buenos inquilinos para estos diez faros, como ya hemos hecho con más de 100 en todo el país en las últimas dos décadas».
¿Qué tienen los faros que los hace tan cautivadores? «A la gente le gustan los faros por varias razones», me dijo en una entrevista Kraig Anderson, que dirige lighthousefriends.com. «¿A quién no le gusta ir a la costa?».
Anderson –cuyo sitio web está dedicado al amor por los faros– celebra el sencillo atractivo estético de estas estructuras, así como la gente que hay detrás de ellas. «Los ingenieros que los diseñaron los hicieron funcionales y bellos», afirma. «Luego están las historias de los abnegados guardianes, que a veces arriesgaron sus vidas para salvar a los marineros o se quedaron despiertos toda la noche para encender una luz o tocar una campana cuando algo se estropeó».
Los cuatro faros que se subastan al público este año están repartidos por todo el país y son singularmente diferentes. Hay dos faros en el medio oeste. Está el Cleveland Harbor West Pierhead Light, un tesoro marítimo encaramado a la entrada del puerto de Cleveland y accesible sólo en barco. Keweenaw Waterway Lower Entrance Light es un faro de 1919 que se alza en las costas del condado de Houghton, en Michigan.
También hay dos faros en Connecticut. El Penfield Reef Lighthouse tiene un faro octogonal de 15,5 metros y un alojamiento para el guardián de dos plantas. El faro de Stratford Shoal está situado en un banco de grava en medio del estrecho de Long Island, con una vivienda de tres plantas y una torre de iluminación de 10,6 metros.
Algunos de los faros que se regalan son Warwick Neck Light, en la bahía de Narragansett, Rhode Island (un faro de 1827 encaramado en lo alto de la península de Warwick Neck); Plymouth (Gurnet) Light, en Massachusetts (que se construyó en 1842 y al que sólo se puede acceder en 4×4 o en barco); Lynde Point Light, en Connecticut (que cuenta con una casa para dos familias y un garaje); y Little Mark Island and Monument (un faro de 1827 situado en la bahía de North Casco, en Maine). Si alguna de ellas no queda en manos de organizaciones sin ánimo de lucro, se subastará al público.
No es la primera vez que la GSA vende o regala faros antiguos. Desde la aprobación de la Ley Nacional de Preservación de Faros Históricos en 2000, se han vendido más de 100 faros, por un precio que oscila entre los 10.000 y los 933.888 dólares, según la GSA.
¿Quién ha comprado faros en el pasado? Además de Cucé –que gastó 192.000 dólares en comprar el faro de la isla Hooper–, he aquí un repaso a algunos de los fareros modernos.
Borden Flats – Massachusetts
Situado a orillas del río Taunton, en Fall River, Borden Flats fue vendido en 2010 a James «Nick» Korstad, de Portland (Oregón), que cruzó el país, rehabilitó el lugar y lo abrió al público para visitas y pernoctaciones. Kevin Ferias –que se había alojado en la propiedad como huésped– se enamoró del faro y lo compró en mayo de 2018. Ferias todavía dirige el popularísimo programa educativo Lighthouse Keepers Overnight.
Graves Light – Massachusetts
Dave y Lynn Waller compraron Graves Light –un monumento histórico nacional enclavado en una isla– por casi 934.000 dólares, el precio más alto de todos los faros vendidos en subasta. Ha llevado a cabo una elaborada renovación. «Cuando estás aquí fuera, el mundo entero se detiene», dijo Waller a Outside. «Se respira paz».
Faro Fairport Harbor West – Ohio
Sheila Consaul, una ejecutiva afincada en Washington D.C., buscaba una casa de verano cuando dio con Fairport Harbor West Lighthouse. La compró en 2011 por poco más de 70.000 dólares y ahora vive su sueño. «Es increíblemente tranquilo y sereno, y está prácticamente en medio del lago, con vistas de 360 grados del agua», explica a la BBC. «Por la noche puedes ver estrellas por todas partes».