Cualquier persona, con un poco de sentido común, diría que la lamentable actuación del presidente de los EEUU tras las protestas de Charlottesville, le haría daño políticamente hablando. Esto no ha pasado. Los seguidores de Trump son leales.
Existen dos teorías sobre el apoyo a Donald Trump. La primera es que un gran minoría de americanos, más o menos el 40%, son racistas e idiotas, como su presidente, según los medios de comunicación liberales y el Partido Democrático. La otra teoría es que una gran mayoría de esta gran minoría son buenos ciudadanos con opiniones legítimas e inteligibles, quiénes odian tanto que se les tache de racistas e idiotas, que van a apoyar a Trump sin importar lo que venga. Puede que no le admiren, pero está de su lado, entiende su frustración, y eso es suficiente para ellos.
La primera teoría, si fuera correcta, podría ser un argumento en contra de la democracia. Trump es acusado día sí y día también de ser autoritario y antidemocrático, a pesar del hecho de que ganó las elecciones y que no ha cumplido ninguna de sus metas desde entonces, políticamente hablando. Muchas de sus críticas, por otra parte, son anti democráticas en un sentido más profundo: Las personas piensan que un poco menos de la mitad del país no merece el voto.
La segunda teoría, y probablemente la teoría correcta, es un imposición por parte de la media. ¿Por qué no merecen ser escuchadas las opiniones de una gran minoría?
Pues bien, todo esto podría tener sentido y podría ser excusado hasta el momento en el que se realizan unas protestas neonazis en una localidad estadounidense, donde alguien pierde la vida por defender los derechos de la democracia, y su presidente actúa con fingida preocupación mediante una red social, ahí está el problema.
Por tanto, no creo que a día de hoy exista una teoría o explicación real que avale el hecho, en el sentido estrictamente lógico y de sentido común, por el cual las personas sigan apoyando a Donald Trump.