Economía

De Guindos (BCE) afirma que los datos para medir la inflación se han visto «contaminados» desde la pandemia

El vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE), Luis de Guindos, ha sostenido este viernes en un discurso en Londres que las herramientas para cuantificar la inflación general y subyacente se han visto «contaminadas» por factores como el ‘shock’ energético o problemas en las cadenas de suministro.

El vicepresidente ha sostenido que existe «ruido» en el dato de inflación general, por lo que la subyacente se ha vuelto «un pilar importante» a la hora de hacer pronósticos sobre el alza de precios y los riesgos del mismo.

En este sentido, De Guindos ha reconocido que la «precisión» de ambos indicadores se ha «deteriorado considerablemente» desde el inicio de la pandemia por verse «contaminados» por el ‘shock’ energético, problemas en las cadenas de suministros y las dinámicas de reapertura.

De Guindos ha afirmado que la inflación sigue siendo «muy alta», pues fue en junio del 5,5% según una estimación preliminar de Eurostat, la agencia estadística de la Unión Europea. Esta se espera que cierre 2023 en el 5,4%, y en el 3% y el 2,2% en 2024 y 2025, respectivamente.

La variable subyacente, aquella que excluye los precios de los alimentos frescos y la energía por su volatilidad, ha repuntado «ligeramente» una décima, hasta el 5,4%, frente al 5,3% de mayo y se muestra «más persistente» en comparación con el índice general.

De Guindos ha explicado que la energía ha sido el principal catalizador de que se disparase la inflación y, ahora, el principal responsable de su caída. Por su lado, los precios de los alimentos también experimentaron una subida histórica del 15,5% este pasado marzo.

El vicepresidente del BCE ha señalado que la recuperación de la demanda, unida a las disrupciones en las cadenas de suministros, ha facilitado a las empresas poder trasladar el incremento en el coste de los insumos a los precios de venta e, igualmente, a los trabajadores exigir mayores salarios. «Esto eleva el riesgo de efectos importantes de segunda ronda [de inflación]», ha resumido.

De Guindos ha puesto en valor la caída de la inflación en los bienes, pues es resultado de las mejoras en estas cadenas y de las subidas de tipos de interés acometidas por el BCE, que impactaron en «los componentes de la demanda más sensibles a los tipos, como los bienes de consumo duraderos».

En cuanto a los servicios, De Guindos ha insistido en que la inflación en el sector se ve condicionada por «algunas presiones en costes» y los «efectos de reapertura» aún persisten. Además, la revalorización de salarios está sumando inflación en los servicios intensivos en trabajo.

De Guindos ha augurado que el impacto del endurecimiento monetario se materializará «a lo largo de este año y posteriormente», con su consiguiente efecto sobre la demanda agregada.

De hecho, el BCE estima que la inflación ya en 2022 fue medio punto inferior a lo que habría sido de no iniciarse la subida de tipos. El impacto será de dos puntos de media durante el periodo 2023-2025. De cara al futuro, el BCE, ha dicho De Guindos, continuará «dependiendo de los datos» a la hora de fijar el precio del dinero.

ESTADO DE LA ECONOMÍA

Asimismo, De Guindos ha hecho una radiografía de la situación económica en la zona euro, sobre la cual ha destacado que la actividad se ha «estancado por lo general» en los últimos trimestres por los altos precios y el endurecimiento de las condiciones financieras. Estos factores han pesado sobre el consumo de los hogares y la inversión privada.

De su lado, el sector manufacturero se ha visto «especialmente golpeado», si bien los servicios siguen beneficiándose de la inercia fruto de la reapertura de la economía. De Guindos también ha calificado de «resiliente» el mercado laboral.

Así, el producto interior bruto (PIB) se ralentizará este año al 0,9% antes de rebotar al 1,5% en 2024 y al 1,6% en 2025 a medida que los precios energéticos se moderen, la demanda externa cobre vigor y los ingresos reales mejores. Además, De Guindos ha manifestado que el endurecimiento monetario del BCE va «impregnando cada vez más» la economía, al tiempo que el «apoyo fiscal se retira de forma gradual».

De Guindos ha recordado que la dependencia europea del gas y de los alimentos de Rusia y Ucrania derivó en una crisis energética «aguda» y un «golpe comercial considerablemente negativo», pero que Europa ha logrado reducir el impacto de la carestía de gas y ha evitado una «contracción drástica de la actividad». No obstante, el riesgo al alza sobre las materias primas aún existe.