Los líderes de los Veintisiete han apostado este viernes por acelerar los trabajos para cerrar un acuerdo sobre las propuestas para impulsar las industrias ‘limpias’ y la fabricación de tecnologías estratégicas, lo que permitirá a la Unión Europea alejarse del «rival sistémico» en el que consideran que se ha convertido China.
Conscientes de que la UE y China siguen siendo socios comerciales y económicos «importantes», los jefes de Estado y de Gobierno han abogado en sus conclusiones de este segundo día de cumbre en Bruselas, por que la UE trabaje para garantizar la igualdad de condiciones para que la relación entre ambos actores internacionales sea «equilibrada, recíproca y mutuamente beneficiosa», a fin de defender una economía abierta pero sin comprometer sus propios intereses y garantizar la seguridad.
Para lograrlo, han advertido de la necesidad de que el Consejo y el Parlamento Europeo lleguen a un acuerdo antes de que acabe el año sobre dos de los dosieres con más peso de cara a alcanzar los objetivos climáticos y desplegar la producción doméstica en tecnologías estratégicas: la ley para una industria de cero emisiones y la ley de materias primas críticas.
La norma propuesta por Bruselas para alcanzar ese objetivo de cero emisiones netas se propone alcanzar para 2030, al menos el 40% de las necesidades anuales de despliegue de tecnologías estratégicas ‘limpias’ fabricadas en la UE, para compensar un incremento en la fabricación que se acelerará a través de la relajación de plazos y trámites burocráticos.
Paralela a esta, la ley de materias primas críticas persigue diversificar las importaciones de litio, cobalto o magnesio, entre otros, para garantizar que, también con el horizonte 2030 en mente, la UE no obtiene más del 65% de estos materiales de un único tercer país como China.
Ambas propuestas fueron perfiladas por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en el marco de su plan para contrarrestar el impacto en la economía europea del paquete estadounidense de 369.000 millones de dólares en subsidios a tecnologías limpias, y a las inversiones anunciadas por China, que superan los 280.000 millones de dólares.
«China nos parece cada vez más un rival sistémico», ha reconocido la primera ministra estonia, Kaja Kallas, a su llegada a la reunión con sus pares, a quienes ha pedido acordar un «enfoque común» respecto a China. «Soy liberal y estoy totalmente a favor de la apertura del mercado, pero también hemos visto lo que ocurre cuando se está en contacto con socios que no comparten los mismos valores», ha explicado, antes de incidir en que teniendo en cuenta la situación de seguridad actual, la UE debe asegurarse de estar «conectada con amigos».
En la misma línea, su par irlandés, Leo Varakdar, ha afirmado que China es a la vez «un socio y un rival», y aunque no la ve como una potencia «enemiga», sí ha insistido en que la UE sea «menos inocente» en sus relaciones con el gigante asiático y mantenga «los ojos abiertos».
También el primer ministro letón Krisjanis Karins, ha recordado la dependencia energética que tuvo la UE con Rusia para apuntar a la necesidad de evaluar y reducir las dependencias comerciales con China para evitar que los Veintisiete salgan «perjudicados» aunque sin llegar a desvincularse del todo. «Hay paralelismos que aprender», ha apostillado, ya que la idea es reducir el riesgo aplicando la lección con Rusia.
REVISIÓN DEL MARCO PRESUPUESTARIO
En este contexto, los líderes han abordado también la propuesta de revisión del marco financiero plurianual, para el que Bruselas pide más contribuciones de los Estados miembro, un planteamiento que el primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, ha tachado ya de «inaceptable» y «frívolo».
La propuesta solicita una aportación que asciende a 66.000 millones de euros, además de incluir un paquete de ayuda a Ucrania de 50.000 millones para el periodo entre 2024 y 2027, para lo que también pide contribuciones de los Veintisiete.
También se prevé, según perfiló Von der Leyen la semana pasada, una «reorientación» de planes existentes «reforzados» con 10.000 millones de euros aportados por los países de la UE, una inyección que se asignará a programas específicos y que espera movilizar un total de 160.000 millones de euros en inversiones.
Bruselas confía en que ese montante ayude a la UE a no quedar rezagada en la carrera tecnológica con terceros países como China, en la que quiere acelerar el ritmo también con la Plataforma de Tecnologías Estratégicas para Europa (STEP, por sus siglas en inglés) para promover la competitividad a largo plazo de la UE en tres industrias que considera críticas: la tecnología digital, la tecnología limpia y la biotecnología.
Los líderes han invitado al Consejo a avanzar en estos trabajos aunque, según han apuntado fuentes diplomáticas, «no hay ninguna prisa» porque la propuesta acaba de presentarse y los ministros tienen hasta final de año para poder discutirla.