Aunque todo esto es un proceso, es cierto que las emociones positivas son necesarias para sobrepasar de una forma más rápida nuestras peores situaciones.

Por suerte, podemos volver a ser efectivos cuando nos enfrentamos a la adversidad. Todo depende de nuestra capacidad de evitar los bucles de negativismo en los que entramos. Aprender a la enfocar la vida de manera positiva es algo que se puede lograr, es solo cuestión de pensar en la alegría, la esperanza, la gratitud, y en todas las emociones que viven con nosotros y que nos hacen sentir bien con el mundo. Estas emociones son nuestro botón de reset, tanto para nuestro cuerpo como para nuestra alma.

En uno de los estudios relacionados con esta materia, los sujetos con más ansiedad, fueron capaces de transformar la negatividad en calma, y todo en menos de un minuto. El detonante fue observar un clip de olas en el océano, cachorros jugando o una película triste. Los sensores que se encargaban de medir sus latidos y su presión sanguínea, mostraron la diferencia que se producía al cambiar las películas tristes por las felices.
Las emociones positivas expanden la atención, y con ello la capacidad de ser más resolutivo cuando es necesario.
