Ya sea que esté mudándose a un lugar más pequeño, limpie su garaje o simplemente aspire a vivir un estilo de vida más austero, probablemente le será más fácil decirlo que hacerlo. Uno de los obstáculos a los que todos nos enfrentamos en el momento de desechar cosas es el valor sentimental que tienen tantas posesiones antiguas: ya no las usamos, pero no podemos soportar la idea de decirles adiós para siempre.
Ahora, los investigadores proponen una solución simple: tomar una foto de esos objetos y de este modo ganar disposición a separarse de ellos para siempre. En un nuevo estudio publicado en el Journal of Marketing, las personas que se animaron a hacer exactamente eso fueron entre un 15 y un 35 por ciento más proclives a donar elementos sentimentales a la caridad que aquellos a los que no se les pidió tomar fotos en primer lugar.
Curiosamente, la investigación surgió a raíz de un viejo par de pantalones cortos de gimnasio pertenecientes a la autora Karen Winterich, profesora asociado de marketing en la Universidad Estatal de Penn. “Me recordaron haber vencido a un importante equipo de baloncesto rival en secundaria”, dice Winterich. “Yo no llevaba los pantalones cortos; solo quería el recuerdo de haber ganado ese partido, y lo tenía asociado a mis shorts”.
Winterich se dio cuenta de que una foto podía conservar fácilmente ese recuerdo en ella, y que entonces podría donar los pantalones cortos para que alguien más pudiera usarlos. Y se preguntó si su experiencia también podría trasladarse a un público más amplio, así que ella y sus coautores realizaron algunos experimentos. En primer lugar, coordinaron una campaña de Buena Voluntad para 797 estudiantes que viven en residencias en Penn State. Los anuncios en todos los dormitorios pedían a los estudiantes que pensaran en cosas que les trajeran buenos recuerdos pero que ya no usasen. Algunos de los anuncios también aconsejaban a los estudiantes tomar una foto de sus bienes sentimentales antes de donarlos, mientras que otros simplemente pedían a la gente a elegir y donar los artículos.
Un total de 1.146 artículos fueron recogidos en los contenedores de donación colocados a lo largo de los edificios de la residencia -613 en los dormitorios con las instrucciones de la foto y 533 en los sin. Esos 80 artículos adicionales ascendieron a un aumento del 15 por ciento en las donaciones, que los autores del estudio creen posibles gracias a su sutil sugerencia (no se puede decir con certeza, ya que los contenedores de donación fueron desatendidos y los donantes no fueron entrevistados acerca de si pusieron en práctica el consejo o no.)
Los investigadores también realizaron cinco experimentos de seguimiento con ligeras variaciones. En un seguimiento que incluyó a estudiantes masculinos y femeninos al final del año, cuando las habitaciones tenían que ser limpiadas, los dormitorios que recibieron instrucciones fotográficas donaron un 35 por ciento más que los que no lo hicieron. En otro seguimiento, sin embargo, los investigadores encontraron que tomar fotos no tenía el mismo poder cuando se pidió a la gente que vendiera sus productos de segunda mano, en lugar de donarlos. “Cuando usted pone un valor monetario en algo sentimental, es más probable que la gente diga que nunca vendría”.
Cuando se trata de hacer donaciones a una buena causa, sin embargo, una foto puede ser justo lo que la gente necesita para superar su vacilación. “Lo que la gente realmente quiere es aferrarse a esos recuerdos”, dice Winterich. “Si se dan cuenta de que pueden sacar una foto de una sudadera preferida -o incluso si sólo recuerdan que ya tienen fotos de sí mismos con ella- puede que sea más fácil dejarla ir”.
Deshacerse de objetos puede tener beneficios financieros, dicen los autores. Citan una encuesta conducida por eBay y Nielson que mostró que el americano medio posee 50 artículos inusitados en su hogar, incluyendo la ropa, los accesorios, y la electrónica. Muchas personas pagan por unidades de almacenamiento innecesarias o grandes espacios de vivienda cuando una más pequeña (con menos cosas) les haría sentir mucho más desahogados y, por ende, más felices.