Economía

El estrés en los mercados energéticos puede extenderse a la economía por las exposiciones a derivados

El estrés en los mercados de gas natural o electricidad puede extenderse a toda la economía real debido a las exposiciones que las empresas no financieras tienen a los mercados de derivados de estos productos energéticos, según un artículo firmado por investigadores de la Autoridad Europea de Valores y Mercados (ESMA) publicado en la última Revista de Estabilidad Financiera del Banco de España.

El artículo expone que estos mercados de derivados energéticos se vieron sumidos en «turbulencias» tras la invasión de Ucrania por parte de Rusia en febrero de 2022, ya que los precios del gas natural y de la electricidad se dispararon en un contexto de volatilidad elevada y de deterioro significativo de la liquidez en los mercados.

Los precios aumentaron de manera acusada en marzo de 2022, descendieron en la primavera y, posteriormente, repuntaron, hasta alcanzar máximos históricos al final de agosto de ese año. Las pronunciadas subidas de los precios dieron lugar a «ajustes sustanciales» de los márgenes de garantía de los derivados, lo que generó tensiones de liquidez para algunas empresas que utilizan estos instrumentos como cobertura frente a bajadas de los precios, sobre todo empresas energéticas.

De hecho, los autores señalan que se produjo una elevada demanda de liquidez, lo que llevó a varios países de la Unión Europea y a Reino Unido a introducir mecanismos de apoyo público en forma de préstamos y avales públicos, y algunas empresas energéticas tuvieron que ser rescatadas. Se estima que estas facilidades ascendieron a unos 194.000 millones de euros, lo que representa más del 4% del PIB en algunos países de la UE.

Sin embargo, al margen de estos factores, la «extrema» volatilidad en los mercados de derivados también es atribuible a la estructura y funcionamiento de los mismos. Así, señala que gran parte de la actividad de estos mercados la realizan sociedades no financieras –fundamentalmente empresas energéticas–, mientras que el papel de los intermediarios financieros, como los bancos, es menor frente a los mercados tradicionales, al tiempo que las restricciones en la entrega y almacenamiento de la materia prima subyacente puede tener un impacto en el propio funcionamiento del mercado.

Además, señala que las empresas energéticas tienen, por lo general, menor acceso a la liquidez de las instituciones financieras y verse, por tanto, sujetas a tensiones de liquidez ante ajustes de márgenes o ‘margin calls’.

Asimismo, alerta de un riesgo de concentración «alto» en los mercados de energía en varias áreas, incluyendo la concentración de la actividad de compensación, la existencia de grandes posiciones en los mercados y la dependencia de unos pocos proveedores de liquidez. De esta forma, alerta de que la reducción en grandes posiciones podría resultar en una «mayor presión» sobre los precios, amplificada por una reducción en la liquidez del mercado lo que, en última instancia, conduciría a un impacto sustancial en los precios de las operaciones.

Además, indica que la negociación de los precios del gas natural y de la energía pueden influir, a través de los contratos de derivados, en los precios de los mercados de la electricidad en su conjunto, una interconexión que se ve reforzada por el sistema de precios energéticos de la UE.

«Por último, dado que el gas natural y la energía son insumos clave en la mayoría de los procesos de producción e infraestructuras, la inestabilidad financiera en este mercado puede extenderse rápidamente a la economía en general», concluye.